30 agosto 2011

MEMORIA INDUSTRIAL DEL VALLE DEL IRATI


La lectura, de un tirón, del trabajo de Victor Manuel Egia Astibia sobre “Orotz-Betelu y Olaldea, una historia industrial a orillas del Irati” ha sido para mi una experiencia grata y formativa. Habrá quienes puedan pensar que se trata exclusivamente de un estudio local, centrado en un valle pirenaico de Navarra y. por lo mismo, de escaso interés para quienes viven lejos de la zona. Nada más distante de la realidad.

Es claro que se trata de un trabajo ubicado en un lugar concreto y en una época determinada. La primera noticia histórica de actividad ferrona en Orotz- Betelu que cita Egia en su libro hace ya referencia a un “rolde que el rey Juan II de Navarra realizó en 1366” en el que se hace constar la presencia de dos trabajadores del hierro “Sancho el Ferrero y García Ferrero”. Por la fecha que da el autor, el rey no puede ser otro que Carlos II, el Malo, y no Juan II, pero en cualquier caso se constata que dicha actividad se llevaba a cabo de muy antiguo.

La historia que narra Victor Manuel Egia en su libro discurre en el Valle del río Irati entre la segunda mitad del siglo XIX y algo más de la del XX. En la práctica se estudia un siglo entero de una zona que puede ser modelo de otros procesos de industrialización que se desarrollaron en la misma época en el territorio de la Alta Navarra. Pero pienso que tampoco es sólo algo referente a esa etapa. En su estudio quedan reflejadas las características más importantes y definitorias de lo que es la cultura social de un pueblo, de nuestro pueblo. En su libro Egia expone una breve anécdota que, en mi opinión, la resume perfectamente. Se trata de lo que cuenta en las páginas 153 y 154 sobre lo sucedido con el molino de Orotz-Betelu.

El proceso de destrucción del sistema político navarro desde la soberanía plena, como reino independiente, hasta su reconversión en simple provincia española en 1841, fue muy largo, y siempre con la oposición manifiesta, en ocasiones de modo armado, de la propia sociedad de Navarra. Desde la reducción del reino en 1200 y la conquista y ocupación de la fase de 1512-1530, hasta la ley, mal llamada paccionada, de agosto de 1841, se dio un proceso de reducción, sustitución institucional y asimilación que llevó a un Estado europeo con muchos siglos de existencia soberana a convertirse en provincia de un Estado unitario, el español obviamente.

Como consecuencia de la aniquilación de la soberanía propia imperaba la arbitrariedad hispana. En el siglo XIX y con el pretexto de revitalizar lo que los españoles llamaban bienes de “manos muertas”, con lo que se referían, en principio, a los bienes de la Iglesia católica, procedieron a su expropiación y venta pública para hacerlos entrar en los circuitos comerciales que exigía el capitalismo naciente. Lo que eran bienes comunes o comunales, propios de la cultura pirenaica, fueron asimilados sin más a los anteriores y se produjo su expropiación masiva, a pesar de no ser de “manos muertas” sino de las absolutamente vivas de los concejos y valles de nuestro país.

En este contexto, en 1862, fue expropiado y sacado a subasta pública el molino de Orotz Betelu, “perdiendo el Ayuntamiento la titularidad del mismo”. La respuesta llegó muy pronto. En 1865, 41 vecinos de Orotz y 2 de Gorraitz constituyeron la sociedad del “Molino de la Unión”, que siguió con la citada explotación. Lo que era un bien público, seguro y consolidado, y que se mantuvo como tal en una época de independencia política, pasó a convertirse en algo arbitrario e inestable en manos del Estado ocupante. Pero la cultura de la propia sociedad fue capaz de revertir el proceso y, mediante su apropiación “privada” por los 41 vecinos de Orotz y los 2 de Gorraitz, siguió ejerciendo su función pública.

Este ejemplo es un caso revelador de las inmensas realizaciones que nuestro pueblo ha sido capaz de llevar a buen puerto en años de sometimiento y sumisión. El molino de Orotz es pequeño en tamaño pero grande en significado. El entramado cooperativo, las ikastolas y el conjunto de iniciativas, individuales y colectivas, en el mundo empresarial, son expresión de una cultura que tiene como valores principales la iniciativa, el trabajo, la responsabilidad, el respeto a la palabra dada y la tenacidad.

La obra de Victor Manuel Egia es una muestra perfecta de la extensión de lo particular a lo general. La secuencia de industrias del valle de Irati (fundición de hierro, papelera, hidroeléctrica, ferroviaria y maderera principalmente) nos lleva a caracterizar a una sociedad con una enorme capacidad de emprendimiento y de búsqueda (y, con más o menos éxito, logro) de una respuesta a los retos de su mundo, con base a los recursos propios: “naturales” y humanos, de conocimiento y trabajo. El libro es una historia concreta pero con mensaje universal, en el que se manifiesta la cultura social de un pueblo que fue capaz de generar un Estado propio y de mantenerlo durante muchos siglos y que, a pesar de las derrotas bélicas y políticas, siguió manteniendo firme su capacidad de iniciativa, reflejada aquí en su entramado productivo y fabril.

Es encomiable la labor de recogida de información, desde archivos de todo género hasta testimonios personales, pasando por la revisión de la (escasa) bibliografía existente, realizada por Egia; pero más, si cabe, lo es la magnífica colección que representa el material gráfico expuesto y perfectamente contextualizado en su obra. Resultan también de particular interés los mapas de complemento elaborados con detalle por el propio autor.

El trabajo resulta muy ameno, fácil de leer y captar el mensaje. Es evidente que las personas cercanas a los valles pirenaicos, por motivos familiares o de relaciones personales, hallarán más elementos concretos y próximos para rememorar que quienes los hemos vivido con más lejanía geográfica, pero todos los navarros, los vascos, encontraremos en el libro de Egia algo que nos atañe muy de cerca, porque no es muy diferente de lo que ha sucedido, aproximadamente en la misma etapa histórica, en el resto de Euskal Herria. Contemplaremos un acabado reflejo de nuestra realidad social. Veremos los afanes e inquietudes de las anteriores generaciones de cualquier rincón de nuestro país.

Referencia bibliográfica

Egia Astibia, Victor Manuel. “Orotz-Betelu y Olaldea, una historia industrial a orillas del Irati”. Pamplona-Iruñea 2011. Nabarralde.


26 agosto 2011

CUANDO CREES QUE TERMINA

Quan creus que ja s’acaba,
Torna a començar,
i torna el temps dels monstres
que no són morts

Raimon (1969)

El gobierno del reino de España amenaza con nuevas medidas que comportan (¡y van…!) una vuelta de tuerca más en su concepción unitaria del Estado. Todos los defensores, tanto vascos como catalanes, de lo que ellos mismos denominaron como autonomismo, se esfuerzan desde hace muchos años en convencernos de que el modelo político conseguido, tras la muerte de Franco, “gracias” a sus desvelos representaba un estatus óptimo para sus respectivas “comunidades autónomas” y, además, una situación estable. Por muchos años. Cuando crees que se acaba, vuelve a comenzar.

Nada más lejos de la realidad. Las anunciadas medidas de reforma de la Constitución española, previamente acordadas entre los dos “grandes partidos españoles”, sobre la limitación del nivel de deuda alcanzable por sus comunidades autónomas, ha vuelto a sembrar la inquietud y zozobra entre los partidarios de tal “modelo de Estado”. ¡Hasta Jordi Pujol ha tenido que modificar en el último momento su intervención en la entrega de los premios Canigó 2011, que recibía él mismo junto con Muriel Casal como representante de Omnium Cultural este mismo mes de agosto.

Pujol había preparado su discurso desde días atrás, y lo tuvo que modificar al conocer que el PSOE y el PP habían pactado una reforma de la Constitución para limitar el techo de gasto de las autonomías."El PSOE y el PP quieren limitar la capacidad operativa de las autonomías, fruto de la alianza de las autonomías gobernadas por estos partidos. Es una autonomía ficticia, y cuando estos dos partidos se ponen de acuerdo, sabemos que Cataluña es perjudicada", dijo el ex-presidente de la Generalitat. Vuelve el tiempo de los monstruos que no están muertos. ¿Se han ido alguna vez?

La única forma de conseguir una situación estable, sin las continuas inestabilidades y zozobras que producen las arbitrariedades de unos estados, como el español, con una organización política basada en un modelo unitario que niega la existencia, y por supuesto cualquier derecho, de las naciones sometidas a su dominio, es alcanzar un estatus político internacional semejante al suyo: tener un Estado propio.

La incertidumbre que supone levantarse cada mañana con la sospecha de que algo que ya estaba firmemente alcanzado y amarrado se pueda ver puesto en cuestión; el desgaste de energías que implica, tanto la inquietud como, sobre todo, la “vuelta a comenzar” en la reivindicación de lo que se creía ya consolidado; la inquietante situación de un perpetuo estar en la cuerda floja, constituyen elementos profundamente desestabilizadores, tanto social como económicamente, de cualquier sociedad nacional. Sobre todo en una época de crisis tan amplia como la actual.

Creo que ya ha llegado el momento de desenmascarar a esos agentes desestabilizadores que son conocidos, dentro de la actual organización política del Estado español, como autonomistas. Hay que decirles que ya basta. Que no son factores de cohesión social, sino de inquietud permanente y que de ese modo ninguna nación tiene futuro. La estabilidad y la cohesión social sólo pueden llegar a través de la independencia política, del Estado propio.

27 junio 2011

REFLEXIONES SOBRE LA INTERVENCIÓN DE IBARRETXE

El pasado día 23 de junio, dentro del ciclo que anualmente organiza Nabarralde con motivo de la conmemoración de la Batalla de Noain, Juan José Ibarretxe, ex-lehendakari de la CAV, planteó una aproximación a la realidad actual de nuestro país y sus relaciones en el contexto mundial. Al hilo de las cuestiones tratadas por Ibarretxe en su conferencia, se me ocurren las siguientes reflexiones:

1.- Ibarretxe mantiene la tradición bizkaitarra de considerar a Euskal Herria como la suma de siete territorios independientes entre ellos, pero que conforman una especie de “nación cultural”, a través de una lengua común, el euskera, y una cultura social semejante a todos ellos. Se deja en el tintero el origen político de la nación navarra por medio del Estado que forjó el pueblo vasco en la Alta Edad Media, el reino de Pamplona primero y de Navarra ya en la Baja. Según Lacarra, fue este Estado el que nacionalizó a los vascos.

2.- La disociación que presenta Juan José Ibarretxe entre “democracia” y “nación” como conceptos diferentes, casi opuestos, me recuerda a la que a finales de los años sesenta se comenzó a extender por nuestro país bajo la forma de cuestión “social” frente a cuestión “nacional”. Si muchos de los elementos activos de aquella sociedad no se percataban hace 50 años, o en muchos casos lo ocultaban interesadamente, que la cuestión social básica para un pueblo sometido es la nacional, hoy sucede algo semejante con quienes enfrentan cuestión “democrática” con cuestión “nacional”. Las “soluciones” que se pretendan dar a los conflictos planteados en una sociedad con un problema nacional pendiente, resultan parciales y provisionales y, lo que es más importante, apoyadas en la órbita social y territorial de la nación dominante, por lo que implican su mantenimiento en un estado de subordinación y, como consecuencia, son vías no liberadoras. La cuestión democrática básica de una sociedad dominada consiste en lograr su emancipación a través del ejercicio del derecho de libre disposición, que equivale a lograr su estatus como Estado independiente. No hay democracia sin soberanía.

3.- El ex-lehendakari de la CAV sigue manteniendo una ambigüedad, tal vez inconsciente, en la denominación del país de los vascos. Afirma que, para él, Euskadi es lo mismo que Vasconia o Euskal Herria, realidad que hace coincidir en teoría con el “zazpiak bat” antes citado. No obstante, en la práctica, cuando se asoma a nuestra realidad sociopolítica más próxima y habla, por ejemplo, de porcentajes de población necesarios para plantear una votación sobre lo que él denomina “derecho a decidir”, siempre imagina en exclusiva las tres provincias que conforman la actual CAV. En otro caso obtendría resultados muy diferentes.

4.- Considero importante precisar que no se debe confundir una votación de las características propuestas por Juan José Ibarretxe como expresión de lo que denomina como “derecho a decidir”, bajo un sistema de dominación y con sus condiciones impuestas (sistema político y judicial, coercitivo, educativo y, sobre todo, propagandístico), con el ejercicio real del Derecho de autodeterminación.

5.- A pesar de la valoración teórica que plantea Ibarretxe de la capacidad demostrada por el pueblo vasco en su práctica social, económica y política a lo largo de la historia, no la coloca en el centro del conflicto actual y como base para su emancipación; parece siempre subordinarla a la participación incondicional en las instituciones impuestas por los estados dominantes y a la actuación cotidiana dentro de sus instituciones como única vía política posible.

JUAN JOSÉ IBARRETXE: I + D + i + K

El ex lehendakari Juan José Ibarretxe clausuró el pasado jueves día 23 de junio el ciclo de Conferencias que con motivo de la Conmemoración de la Batalla de Noain organiza cada año Nabarralde con una charla titulada "Orain Bai". Como síntesis de la misma planteó la ecuación I + D + i + K, en la que considera se contiene el meollo de lo que debe ser cualquier sociedad que pretenda tener un futuro digno en un mundo que ya está entre nosotros. Son conocidos sus tres primeros elementos: Investigación, Desarrollo e Innovación. Ibarretxe hizo hincapié en que los tres pueden ser comunes a cualquier sociedad avanzada del siglo XIX, pero que lo específico, lo que les da un valor propio, un valor añadido, es el cuarto elemento: en nuestro caso la K de Kultura, cultura propia de una sociedad con una larga trayectoria histórica y una importante tradición de cultura social y política. En este sentido destacó la labor realizada por Nabarralde y animó a seguir en la misma línea: "hay que sembrar semilla aunque no llueva, aunque parezca que se hace en el desierto"; sin semillas plantadas previamente, cuando llueva de verdad nada puede fructificar, dijo citando al tunecino Monuf Marzhoui.

Ibarretxe insistió en que todos aquellos que prevén la evolución de cualquier sociedad avanzada en este siglo plantean como elemento básico de la misma la "identidad", que en el fondo es lo que representa la K de anterior ecuación. Una sociedad sin una identidad definida, no es capaz de afrontar con éxito los retos actuales. Será una sociedad desestructurada, sin iniciativa y perdida en los conflictos y problemas que sacuden al mundo.

Planteó los falsos debates de los que debemos huir, como son las interesadas contraposiciones entre lo "universal" y lo "local", los derechos individuales frente a los colectivos y la reducción de la mejora de la sociedad al puro crecimiento económico. Frente a ello propuso la complementariedad de lo "local" que es la forma de construir lo "universal", o la imposibilidad de existencia de derechos individuales sin los colectivos y viceversa, de los colectivos sin los individuales. Precisó que el modelo que une crecimiento, desarrollo y felicidad está agotado y que hay que afrontar los retos que suponen la pobreza, el cambio climático, la multiculturalidad, los problemas alimentarios y energéticos y, en general, los derivados de la cultura.

Presentó sus tesis sobre el "derecho a decidir", citando entre otras muchas, una frase del Nobel de Economía Joseph Stiglitz, en la que afirma que los países que tienen futuro son los que han tomado las riendas de su destino en sus manos. A través de gráficos ilustrativos expuso la visión de que los países más dinámicos, mejor situados en el ranking mundial y con más porvenir en el mundo son pequeños y que el País Vasco puede estar entre ellos y, de hecho, a nivel de indicadores generales de calidad de vida, bienestar, desarrollo, etc., lo está.

Propuso una clasificación de los problemas nacionales en el mundo y su resolución a lo largo del siglo XX. La primera oleada nacional correspondió a la desintegración de los imperios austrohúngaro y otomano al final de la primera guerra mundial. La segunda, a los procesos de descolonización de la mitad del mismo siglo. Y la tercera, ocurrida tras el colapso de la URSS. Recientemente, dijo, han surgido en Europa diez nuevos estados, hay seis países con una autonomía importante y que pueden llegar a ser estados, sobre todo los que se encuentran en áreas democráticas, como Escocia o Flandes, mientras que los que se encuentran en zonas de escasa cultura democrática como España, como son los casos catalán y vasco, el problema se plantea como de más difícil resolución. Situó a la democracia como elemento fundamental para tener las coordenadas de salida de los nuevos procesos nacionales.

Ibarretxe hizo una llamada a la necesidad de la rápida desaparición de ETA y a la incorporación de esa "mitad de la humanidad sin historia" que son las mujeres, en todos los procesos, empezando por los de paz. "Con su participación se llevarán a buen término; sin ella, estaremos condenados a repetir los fracasos", afirmó.

19 junio 2011

CONQUISTA Y OCUPACIÓN DE NAVARRA

Navarra 1512

Los hechos bélicos y de ocupación que tuvieron como escenario el reino de Navarra entre 1512 y 1530 y como elemento sufriente a su población y a las instituciones propias de un Estado independiente, supusieron un gravísimo atentado a un pueblo, a sus instituciones y al derecho de gentes. En su incipiente papel de liderazgo y monopolio de la nación española, Castilla desarrolló en esta conquista una de las primeras etapas de su expansión imperial.

Los distintos episodios de lo que el nacionalismo español identifica como reconquista contra los musulmanes -que se sucedieron hasta la estabilización de las fronteras con el reino de Granada a principios del siglo XV- fueron guerras medievales. Con su conquista en 1492 y la culminación de la de las islas Canarias, en 1496, se inició la fase de expansión imperial.

En ese contexto, la conquista y ocupación de Navarra supuso el truncamiento de la trayectoria de un Estado europeo que, además de ser el Estado independiente de la población vasca, presentaba una cultura social y política de avanzadas connotaciones modernas. Estas características se manifestaron, sobre todo, en los seculares enfrentamientos con sus dos vecinos, España y Francia, que fueron quienes finalmente liquidaron la soberanía del reino mediante su reparto entre ambos.

En la fase de conquista y ocupación que se inicia en 1512 y cuyo 500 aniversario se conmemora el año próximo, se encuentra, por un lado, lo que supone la pérdida de la independencia, entonces y ahora, para cualquier nación, con la particularidad de que en este caso se trata de la nuestra. Este episodio no fue una anécdota sino que marcó decisivamente la evolución posterior de las tierras y de la población de Navarra, de toda Euskal Herria. Tanto se puede decir con relación a la cotidianeidad, a los modos de vida, a su lengua -el euskera- y a la propia cultura, como a las relaciones internacionales, económicas y políticas principalmente. Por otra parte tenemos las características de los sistemas políticos en los que, como consecuencia, Navarra se encontró forzosamente integrada. Dos regímenes absolutistas y uniformistas, negadores de cualquier tipo de diferencia interna y con un rígido control burocrático de los territorios y súbditos sometidos a su monarquía.

En la guerra de 1512-30 venció el imperio español sobre la sociedad que permanecía independiente de la Alta Navarra. España impuso como primera providencia su Inquisición. Muy pronto provocó también un férreo cierre de sus fronteras con la monarquía francesa, con el pretexto de evitar los peligrosos efectos del libre pensamiento, inherente a la Reforma, sobre la ultracatólica sociedad de la monarquía de los austrias; aunque su causa política más profunda y real fue la de evitar cualquier veleidad de nueva rebelión del reino apoyada desde la vertiente norte de los Pirineos.


Debate historiográfico

La guerra de ocupación militar de lo que en 1512 permanecía como reino independiente de Navarra ha provocado una polémica interminable entre las interpretaciones enfrentadas. Incluso, desde algunos puntos de vista integrados en el más rancio nacionalismo español, se ha negado que la ocupación del reino de Navarra fuera una conquista. Un ejemplo histórico de esta posición extrema es la de Víctor Pradera en el primer tercio del siglo XX.

En esta línea se encuentran quienes de defienden el destino casi-eterno de Navarra como parte de España, desde la Hispania romana pasando por el reino visigodo de Toledo y su quehacer conjunto con el resto de reinos peninsulares en la Reconquista frente al moro. Esta línea de pensamiento llega a afirmar que en el conflicto de 1512 quienes defendían los verdaderos intereses de Navarra eran los que apoyaban a Castilla. Esto, dicen, por dos razones: la primera por lo ya dicho del eterno destino español de Navarra y la segunda, porque de no ser así, hubiera caído en manos de Francia, es decir que quienes luchaban contra Castilla lo hacían a favor de Francia. No había navarros, sólo españoles, buenos, y franceses, malos.

Sin incurrir en un extremo tan poco respetuoso con la realidad histórica de Navarra, siempre ha habido una versión en la que culpabilizaba a los propios navarros de la conquista. Sus conflictos internos, guerras civiles, habían conducido al reino a una situación de ingobernabilidad no sostenible. O se integraba en España o era recuperado por Francia. Según esta versión, Navarra era un Estado sin sentido.

No obstante, ya desde el fragor del mismo conflicto militar de 1512 el capitán castellano Luis Correa interpretaba los hechos de los que fue protagonista como una conquista militar pura y dura. Para suavizar este relato y darle un matiz amigable, tras la “incorporación” del reino a la Corona castellana en las cortes de Burgos de 1515, se habló de unión “equae principal”, entre iguales. En esas cortes no estuvo presente ningún navarro.

La ocupación y sometimiento del reino a Castilla produjo una organización política peculiar en la que, a pesar de la subordinación de las instituciones propias, la cultura política generada por siglos de independencia, desarrolló otras nuevas, como la Diputación del reino o el Consejo Foral, de una relativa eficacia para afrontar la nueva situación La realidad en la que sobrevivió la parte del reino del sur del Pirineo sometida a Castilla fue un constante y solapado enfrentamiento. Basta con consultar los Cuadernos de Agravios de las Cortes del reino, reunidas con enorme frecuencia durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

En esta fase surge la justificación de los diversos sistemas políticos de Vasconia como “pacto”. Las cortes del reino, frente a las visiones que estaban surgiendo en España sobre la realidad histórica y política de Navarra, encargaron al jesuita Moret la redacción de su historia. De ahí surgieron los famosos Anales del reino de Navarra, completados por el también jesuita Alesón. En efecto, las historias de Mariana con relación a Castilla y Zurita con Aragón, en las que la realidad de Navarra era expuesta dentro de un marco de intereses ajenos, forzaron a que la cortes de Navarra intentaran elaborar la propia y desde su particular centralidad. En la obra de Moret aparece con claridad la historia nacional de Navarra y de su conquista, aunque para “salvar los muebles” acepta la teoría del pacto como modelo por el cual Navarra se “incorporó” a Castilla, manteniendo sus instituciones. En el siglo XVI y coincidente con el afianzamiento de su sistema foral, Garibay expuso una teoría semejante para justificar su estatus y su relación “pactada” con Castilla. Muy distinta es la versión del zuberotarra y síndico de Donepaleu, Oihenart, que habla de “injusta usurpación y retención de Navarra por los españoles”.

Como se ve desde el siglo XVII ya se presentan, cuando menos, tres interpretaciones de la conquista de Navarra. La primera, directamente asimilacionista, es representada por los historiadores al servicio del poder de la monarquía española. La segunda, la pactista, está representada por los intereses al servicio del mantenimiento del statu quo del reino dentro de la misma pero desde unos intereses que se podrían llamar como de compromiso. La tercera, elaborada en esa época desde los territorios de una Navarra independiente y libre, que considera injusta la conquista y ocupación de la parte sur del reino.

Esta polémica despertó de nuevo a finales del siglo XIX y en el primer tercio del XX con motivo de la reivindicación de la “reintegración foral plena”, es decir la vuelta a la situación anterior al Convenio de Bergara de 1839 con el que finalizó la primera Guerra Carlista. Esta reivindicación coincide con el auge de los movimientos nacionales en Europa, del que no son ajenas las posiciones bizkaitarras de Arana Goiri. Navarra con la ley de 1841 perdió su estatus formal de reino para pasar a ser una provincia española, por mucho que se dijera “foral”. En la época citada surgieron dos bandos: los “cuarentaiunistas” y los “anticuarentaiunistas”. Los primeros defendían que la ley de 1841 fue positiva para Navarra, mientras que los segundos planteaban su negatividad. Esto cristalizó en las dos visiones de la historia que ya venían de antiguo. Incluso dentro de la primera tendencia, los partidarios de la ley de 1841 presentaban dos aspectos: el pactista vergonzante que aceptaba el hecho de la conquista pero que valoraba positivamente el nuevo “pacto” que supuso dicha ley y los que como el ya citado Víctor Pradera pensaban que los navarros que lucharon por su independencia eran, en realidad, enemigos de Navarra. Los contrarios, anticuarentaiunistas, pensaban como Oihenart que la conquista había sido injusta y los efectos de la ley de 1841, negativos. Entre estos se encuentra Arturo Campión

El debate, que se ha mantenido hasta nuestros días, sigue vivo. Gracias a la enorme y sólida documentación puesta en valor por historiadores solventes y serios sobre la realidad y violencia de la conquista no quedan en Navarra, en la práctica, historiadores que defiendan la extrema teoría de Víctor Pradera, aunque sí políticos. Las posiciones más comunes se dividen entre los que siguen manteniendo la aceptación positiva de la ley de 1841, anulada y, según ellos mejorada, por la ley de “Amejoramiento Foral” de 1982 y los que continúan en la defensa de la soberanía original de Navarra injusta y violentamente arrebatada en la conquista y ocupación de la guerra de 1512-30.

Una vez más es el presente, las opciones políticas del presente, el que condiciona la investigación histórica y la exposición de los hechos. Ante la abrumadora cantidad de documentación y testimonios presentados por quienes sustentan que fue una conquista y ocupación en toda la regla, quienes defienden el actual estatus de Navarra van retrocediendo posiciones. Hace pocos años todavía era difícil que un historiador de la Universidad de Navarra hablara de “conquista”, hoy lo hace incluso el hasta ahora presidente de la Comunidad Foral, Miguel Sanz.


Nota

Textos publicados en el suplemento especial preparado por Nabarralde para Diario de Noticias con el título "Navarra-Nafarroa 1512", el 19 de junio de 2011.

27 mayo 2011

CHUCUITO













Leía estos días pasados diversos libros sobre la etapa colonial española en América, entre los que me resultó curioso un texto de Fray Reginaldo de Lizarraga, dominico, de nombre real Baltasar de Ovando (¿1545-1615?), sobre el Virreinato del Perú en una obra llamada "Cronistas que describen la Colonia". El texto que atrajo mi atención de modo particular tenía por título "De la laguna de Chucuito". Dice Fray Reginaldo:

"Es la más famosa del mundo y mayor, muy poblada por una parte y por otra. Tiene en torno, y si hablamos como marineros, de boj, 80 leguas y 40 de travesía; casi a la playa de ella están las poblaciones; los vientos causan en ella tormentas como en el mar, y aun más ásperas, por no tener puerto fondeable. Lo que sirve de puerto son totorales, que son una juncia gruesa como el dedo pulgar, y más; aunque allá dentro (digamos en alta mar) se hunda con vientos y tempestades, en llegando a la totora la ola, cesa toda tormenta; el agua es muy gruesa; nadie la bebe, con no ser tan salada como la del mar, es abundante de peces por la una y la otra costa. Algunas veces se mete tierra adentro, pero porque el camino de Inga (Inca) iba muy derecho, no lo torcía; antes, por medio de la ensenada, más o menos conforme a la derecera del camino, se proseguía, hechas a mano unas calzadas derechas como una vira, y a trechos sus ojos llanos, por los cuales corría el agua. Hay calzada de dos leguas y más, a lo menos, por el otro camino, llamado de Omasuyo; también las hay menores conforme a como es la ensenada; pero ya muchas de ellas por esta parte se han perdido por descuido de nuestras justicias, y se rodean en partes de más de dos leguas y en otras menos, y ver aquellas calzadas y caminos derechos es compasión"

Acababa de descubrir una descripción del lago Titicaca escrita en los comienzos del siglo XVII por un fraile colonial. Además me dí de bruces con un topónimo, Chucuito, que corresponde a una población, obviamente la misma que describe Lizarraga, en la que estuve el mes de octubre del pasado 2010 en el último día de sus fiestas dedicadas a la Virgen del Rosario. El ambiente era realmente auténtico y animado. Todo el mundo participaba en la música y el baile, en la comida y bebida. La banda que marcaba el ritmo era boliviana. Con parte de sus componente estuve un buen rato de plática y compartiendo alguna cerveza.

Se trata de un lugar de población muy antigua e importante, obviamente preincaica. Fue capital del reino Lupaca en el Tiahuanaco, aproximadamente 900 años antes de nuestra era. Lupaca era un reino de cultura aymara en la muga con la quechua, realidad que se mantiene actualmente en Chucuito.

Chucuito tiene un curioso "templo de la fertilidad" repleto de piedras talladas de muy diversos tamaños, pero todas ellas en forma de falo. Parece que el recinto donde se encuentran actualmente correspondió a un antiguo palacio llamado Inca Uyo, ya abandonado a la llegada de los colonizadores hispanos. La piedras son antiguas pero estaban dispersas por diversos lugares de su término y se han ido incorporando paulatinamente a los restos de este antiguo palacio, hasta formar una especie de "jardín fálico" de donde, posiblemente, proceda el nombre de "templo de la fertilidad".

Junto a este templo se encuentra una iglesia renacentista colonial, llamada de la Asunción. En en la parte derecha de su nave se puede contemplar una hermosa imagen de nuestro Francés de Xabier. En lo más alto de su torre se adivina otro falo que, desde la distancia, se puede suponer de buen tamaño.

Si se viaja por el entorno del Lago Titicaca merece la pena acercarse a Chucuito. Por lo menos en sus fiestas de la Virgen del Rosario.


Notas bibliográficas:

Carrillo E. Francisco. "Cronistas que describen la Colonia. Las relaciones geográficas. La extirpación de idolatrías". Lima 1990. Enciclopedia histórica de la literatura peruana. Editorial Horizonte.

Lizarraga, Fray Reginaldo (Ovando, Baltasar). "Descripción breve de toda la tierra del Perú. Tucumán, Río de la Plata y Chile".

17 mayo 2011

ENCUESTAS QUE ILUMINAN

He escuchado alguna vez a Angel Rekalde decir que los políticos utilizan las encuestas como los borrachos las farolas. Para apoyarse en ellas. Sin ser ni político ni borracho profesional, me voy a arrimar a una encuesta aparecida en un blog descaradamente amarillo (y rojo por lo de español) llamado “Navarra Confidencial”. En una entrada de la pasada semana publicaba una macroencuesta, “Pulso de España 2010”, organizada por la Fundación José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón.

En la encuesta, con todas las dudas sobre su fiabilidad, se refleja una vez más el valor que tiene la “navarridad” como factor identitario. Que en la actual Comunidad Foral de Navarra se obtenga que el conjunto de personas que se consideran “sólo españolas” o “más españolas que navarras” sea el 8% resulta un dato muy importante. Que en lo que llaman Comunidad Autónoma Vasca este resultado dé un 10% de suma de “sólo españolas” y “más españolas que vascas” también significa mucho. En Cataluña este dato supone el 19%.

El problema está en que esa “navarridad” resultante corresponde en muchas ocasiones a una caricatura de lo que supone ser, de verdad, navarro. Para eso hay que asumir el conjunto de su patrimonio, sea histórico, lingüístico o cultural. Esa es una labor difícil ya que quienes actualmente controlan los medios de esa parte que se sigue denominando Navarra procuran banalizarlo hasta el ridículo. De modo que consiguen una parodia de su realidad. Es un camino para afianzar su integración en la España imperial que la invadió y ocupó ya desde 1200, pero fundamentalmente desde 1512.

Algo semejante sucede con la visión de lo “vasco” desde lo que llaman Euskadi. Es evidente que la mutilación que supone para esa población y territorio la manipulación y ocultamiento de su historia como parte que fue del reino de Navarra, a través de su conquista en 1200 y de su posterior reorganización política y administrativa por Castilla, es un lastre que también dificulta el conocimiento propio que exige la propia dignidad y la autoestima.

Es significativo que los porcentajes sean tan similares en las dos partes en que quedó dividida políticamente Navarra… ¡en 1200! Este dato expresa con claridad la existencia de una cultura social y política en Vasconia diferente de la que impera en las tierras de su entorno, en España. La nación vasca -navarra- persiste con la tozudez propia de la realidad.

En cualquier caso, un resultado de este calibre implica una enorme dosis de deslegitimación para el Estado español. Que en una parte tan definida, por sí misma y por ellos –recordemos por ejemplo desde cuestiones ya antiguas, como el famoso Plan ZEN protagonizado por el PsoE de Felipe González, hasta sus políticas cotidianas más recientes en el ámbito de la persecución de medios y organizaciones relacionadas con la lengua y cultura vasca- manifieste en una sencilla encuesta un porcentaje tan bajo de adhesión identitaria a la nación de la que teóricamente forman parte indisoluble, es un fracaso de estrépito.

El problema está en que debería ser nuestra propia sociedad la que asumiera este hecho y fuera consecuente. La situación y las tendencias de la realidad mundial así como nuestra pertenencia obligada a dos de los estados más totalitarios de occidente nos ponen en grave riesgo de extinción como pueblo, como sociedad, como nación. Esta encuesta realza el papel que juega Nabarralde en estos momentos como medio difusor de un mensaje imprescindible para que Euskal Herria alcance el nivel de sujeto político capaz de lograr su emancipación a través de un Estado propio. El de Navarra, pensamos muchos.

13 mayo 2011

UNA REFLEXIÓN POLÍTICA

La actual estructura básica del Estado español es prolongación directa del sistema creado a partir de la sublevación y guerra consiguiente de 1936, en la que triunfó un modelo fascista. El vodevil que se desarrolló tras la muerte en cama del general y dictador Franco fue bautizado por sus protagonistas como transición democrática, cuando en realidad no depuró ninguna de las responsabilidades de su régimen y todos los poderes sociales y del Estado siguieron en las mismas manos. A la hora de definir la forma de su “nuevo” Estado optaron, en buena lógica, por seguir el modelo unitario del franquismo. En ningún momento se planteó como elemento democrático básico el reconocimiento, previo a cualquier nueva organización, de la existencia de las realidades nacionales vasca y catalana aceptadas, sobre todo de hecho, desde los tiempos de la 2ª república española y la guerra. Este axioma originario implica la inexistencia política práctica de Navarra o Cataluña. En su sistema no existen tales entidades políticas, si no es como “partes” de ese todo que es España. No existe ni el “pueblo vasco” ni el “pueblo catalán”, sólo el “español”, que es el que funda la legitimidad del entramado jurídico y legal de su Estado. En realidad fue una transición intratotalitaria en la que la sedicente oposición democrática lo único que hizo fue aceptar sus premisas y entrar en el juego. La constitución de 1978 refrendó, legal y jurídicamente, una estructura de poder y unas relaciones de fuerza previamente existentes, definidas y consensuadas entre el fascismo y la “oposición”.

Al principio, el “nuevo” régimen tuvo preocupación por los núcleos democráticos resistentes, sobre todo en Navarra y Cataluña. El PC y compañeros fueron rápidamente fagocitados. La sumisión inicial de las fuerzas catalanas resultó bastante sorprendente, pero así fue y hoy es el día en que están apareciendo estudios sobre aquella etapa y las cesiones que hizo Cataluña, como por ejemplo el reciente de Patricia Gabancho (2011). Los poderes del Estado español temían más la virtualidad vasca. Su previsible capacidad de movilización y oposición fue dilapidada en sucesivas convocatorias a votaciones y en la complementaria actuación de los “institucionalistas armados y no armados” (Iparla, 2011) En cuanto la “oposición vasca” aceptó la participación electoral en las votaciones convocadas y se descubrieron sus resultados, el régimen perdió el miedo. En las primeras elecciones tras la muerte del dictador, en 1977, hubo una abstención importante, aunque no multitudinaria. Menos aún, boicot. La trayectoria seguida desde entonces transcurre en una deriva cada vez más degradada. La subordinación total de cualquier poder, medio u organización a un ejecutivo apoyado indistintamente en sus fuerzas militares, policiales, judiciales y de intoxicación, expresa la realidad de su “división de poderes”. Es el reino de la arbitrariedad y de la corrupción. El Estado español impone su modelo castellanizante y homogéneo. Es, en resumen, un paradigma de Estado totalitario.

Todas sus actuaciones sobre Euskal Herria en los últimos tiempos (cierres de periódicos, ilegalizaciones de partidos y grupos etc.) remachan el mismo clavo pero no ofrecen novedad alguna respecto a situaciones pasadas. La naturaleza del régimen no se alteró por la anterior ilegalización de Batasuna, tampoco ha cambiado por la no aceptación de Sortu y la actual legalización de Bildu. Se equivocan de fórmula quienes hablan de “volver a la normalidad democrática”. No se puede hablar de normalidad, y menos de democracia, en un sistema originado en una rebelión militar, una guerra y posguerra genocidas, una dictadura militar fascista de treinta y cinco años y una transición que incluye las premisas de todas ellas. No se puede definir como democrática la situación de un régimen totalitario en función de que permitan participar a determinados sectores o no. Su naturaleza antidemocrática es previa a estas decisiones. Por eso con Bildu e incluso Sortu legalizados (cosa que sinceramente deseo a estos últimos, si ellos lo quieren así), confiar en convencer razonadamente al régimen de lo justo de las demandas vascas, es una tarea condenada de antemano al fracaso. Esperar ganarles en lo que denominan “confrontaciones democráticas”, votaciones a las que llaman elecciones, supone jugar en un terreno contrario, con árbitro casero y compitiendo uno contra diez.

La única forma de hacer frente a esta difícil situación es constituirse en agente político de verdad, con capacidad de llevar a cabo un enfrentamiento estratégico con el Estado español sobre todo, ya que es el que controla la mayor parte de nuestra población y territorio. La capacidad y fuerza social del pueblo vasco ha sido probada repetidamente en la última etapa histórica, pero lo que nunca ha logrado alcanzar es una cualificación política. No es una cuestión de “unidad de las fuerzas vascas”, sobre todo cuando se refiere a los aparatos burocráticos en que se han convertido los partidos políticos. Es una cuestión de unidad estratégica que ponga en valor la capacidad de la sociedad navarra del siglo XXI para constituirse como sujeto político. Cualquier “unidad” que se realice formalmente pero sin contenido estratégico no sirve para nuestra emancipación. Puede generar una ilusión temporal, pero vacía de contenido y de duración breve. La ilusión es necesaria, pero no debe ser consecuencia de espejismos o alucinaciones, sino de la puesta en marcha de un movimiento social efectivo que haga frente positivamente a las continuas imposiciones del Estado español.

Esto exige dejar de lado partidismos y sometimientos, muchas veces inconscientes de tan habituales, y liberar nuestras propias perspectivas individuales y sociales. Exige un debate profundo y democrático entre las personas y agentes que estén realmente por la labor de alcanzar la emancipación de nuestra nación. Obliga a reconocer el logro de un Estado propio como principal objetivo democrático y aceptar que cualquier otra situación, aunque mejore la actual, sólo podrá ser tolerada y aceptada transitoriamente, pero nunca como meta final propia. Debemos elaborar nuestra particular “hoja de ruta” hacia la independencia, en la que la coordinación de esfuerzos y el aprovechamiento de todos los recursos que ofrece nuestra capacidad son factores imprescindibles para afrontar con posibilidades reales de éxito una confrontación social ineludible. Este camino debe ser recorrido con base exclusiva en nuestra fuerza, aunque podemos y debemos tratar de lograr complicidades y apoyos tácticos con otras naciones sometidas a los mismos estados, como es el caso de los Países Catalanes. De igual modo puede suceder con otros pueblos europeos en situaciones similares, como Escocia o Flandes por ejemplo.

La situación política de Navarra es de extrema gravedad y en inminente peligro de desaparición del conjunto de las naciones europeas. Nuestros enemigos son fuertes, confiados en sí mismos y legitimados internacionalmente. Tenemos urgencia en utilizar nuestro demostrado potencial, con inteligencia y democracia. Bien sé que es fácil decir todo lo anterior sin plantear alternativas concretas, sin indicar, o atisbar por lo menos, cuál puede ser el camino a seguir. Ésta es una reflexión que debemos hacer los vascos conjunta y democráticamente. Como ya he indicado antes, el objetivo es la consecución de un Estado propio. Es también evidente que dentro del juego de partidos y votaciones impuesto por el Estado español, nuestras posibilidades son, por el momento, nulas. Es asimismo obvio el potencial político de nuestra sociedad civil. La creación de las ikastolas al margen del sistema educativo oficial hispano, el montaje cooperativo de Arrasate, la inmediata “resurrección” de periódicos como Berria y Gara tras los “asesinatos” de Egunkaria y Egin, las manifestaciones que convocaron, el movimiento de insumisión frente al Ejército español y otros muchos, son logros que no están al alcance de cualquier sociedad.

Tenemos capacidad para llevar a buen puerto cualquier plante, boicot o resistencia, activa o pasiva. Podemos conseguir ser ingobernables. Necesitamos inteligencia para dosificarlo y plantearlo en etapas alcanzables y con objetivos realistas. En este camino debemos olvidar los beneficios y prebendas derivados de la participación incondicional en el régimen del imperio. Es imprescindible dotarnos de una clase política cualificada y de unos líderes insobornables, con capacidad e ideas claras. Habrá sin duda fallos, fracasos parciales e incluso retrocesos, pero el logro de los objetivos parciales que se planteen provocará ilusión y posibilitará acciones cada vez más potentes y arriesgadas. Hace falta que lo queramos realmente. La libertad no se regala, hay que conquistarla. Pero merece el esfuerzo.

NOTAS

Gabancho, Patricia. "A la intemperie: una memoria cruel de la transició catalana (1976-1978)". Barcelona 2011. Columna Edicions S.A.

Iparla 10. 2011.

11 mayo 2011

DOS HERENCIAS

Los recientes resultados de las elecciones canadienses y escocesas están provocando comentarios variopintos en los medios de comunicación. Sobre todo en lo referente a Québec y, en concreto, a los resultados del Bloc Québécois dentro del conjunto del Estado canadiense y a los del SNP en Escocia. Cada cual intenta acarrear el agua a su molino. El unitarismo hispano resalta el fracaso del soberanismo québécois. El tibio posibilismo de los autonomistas de la CAV hace hincapié en que el triunfo de Salmond en Escocia no se debe a su inequívoco posicionamiento soberanista sino a una buena gestión económica de la autonomía. Desde perspectivas partidarias del acceso a un Estado propio en Cataluña se resalta su compromiso a convocar un referendo para determinar en esta legislatura el estatus deseado por los escoceses en su relación con el Reino Unido, mientras se relativiza el resultado de Québec. Y así sucesivamente.

Pocos son los que, además de reflexionar sobre los diversos resultados electorales de Canadá y Escocia, tratan de analizar la estructura real de poder de los estados de los que las dos naciones, Québec (Canadá) y Escocia (Reino Unido), forman parte. Tampoco de las respectivas culturas políticas de ambos. Prácticamente desde el comienzo de la baja Edad Media en el continente europeo se desarrollaron dos modelos de estructura de poder y de su correspondiente cultura política. Uno de ellos se manifestó en un eje que se podría denominar predemocrático, que comprende Gran Bretaña, Flandes, Norte del actual estado italiano, Cataluña y Navarra, caracterizado por un equilibrio entre los diversos poderes y con un sistema pactista como vía de afrontar los problemas internos. El otro, cuyo paradigma es Francia y de la que Castilla primero y España después fueron sucesivas y aprovechadas discípulas, desarrolló progresivamente el absolutismo monárquico para llegar al totalitarismo contemporáneo.

El primer modelo permitió, y permite hoy en día, desarrollar, aunque no sin conflicto, expresiones de la diferencia y de la variedad social, lingüística, cultural y religiosa, y llegó a situaciones de equilibrio democrático. Entretanto, en el segundo la disidencia fue, y sigue siendo, perseguida y aniquilada. El modelo británico fue el exportado al norte de América y posibilitó el desarrollo de sistemas políticos como el de Estados Unidos y el de Canadá. El segundo, básicamente el hispano, fue el hegemónico en el sur y centro del continente americano, incluyendo a México a pesar de ser, desde el punto de vista geográfico, parte de su norte.

Las secuelas de ambas formas de estructurar el poder político, las culturas políticas respectivas y sus herencias americanas se manifiestan con claridad en los dos conflictos políticos antes citados, en relación con los estados de los que forman parte. Las diferencias con las realidades catalana o vasca, divididas e integradas por fuerza entre los dos estados paradigma del absolutismo monárquico primero y del totalitarismo contemporáneo después, son evidentes. No sirve extraer conclusiones de unos casos para aplicarlas mecánicamente a los otros. Tampoco se pueden analizar las situaciones de Québec o Escocia con los parámetros derivados de la ocupación franco-española. Escocia y Québec requieren sendos análisis específicos, contextualizados y tranquilos.

Nosotros nos movemos en unas coordenadas completamente distintas de las de Escocia y Québec. La nuestra es una realidad aparte. Es todo lo contrario de lo que debe ser un Estado de Derecho: el imperio de la ley. Es evidente que en el Estado español no existe la famosa división de poderes con paternidad atribuida a Montesquieu. Son el ejecutivo y sus fuerzas militares, policiales y de intoxicación, quienes imponen su ley. Corresponde al reino de la arbitrariedad y de la corrupción. Es, en resumen, un modelo de Estado totalitario.

Detenciones, tortura y cárceles son sus medios cotidianos de comportamiento. La intoxicación informativa aliña la salsa correspondiente. Para que no quede elemento fuera de su control, cierran a su gusto medios de comunicación (Egunkaria, Egin…), ilegalizan partidos, asociaciones etc. Todo eso, sí, de modo preventivo. Incluso han inventado el concepto de “contaminación política”, que se extiende y ramifica a personas y grupos a través de familiares, amigos o vecinos. Todo son trampas, de manera que ellos ganan siempre.

La trampa más simple se encuentra en la base de su propia estructura política, que es el unitarismo de su Estado, la base constituyente de todo su proceso político: la soberanía del pueblo español, del que, obviamente, y querámoslo o no, formamos parte obligada. Esta premisa originaria implica la inexistencia política de Navarra o Cataluña. En su sistema no existen tales entidades políticas, si no es como “partes” de ese todo que es España. En ese no reconocimiento, imperialismo, radica su base antidemocrática fundamental. Brilla por su ausencia, por lo tanto, cualquier atisbo de cultura democrática.

Cuando las situaciones son tan alejadas, los análisis y las actuaciones políticas deben también ser distintos y acordes con las mismas. No podemos mirarnos tan sencillamente en los espejos québécois o escocés; es necesario que planteemos las alternativas y soluciones desde nuestra realidad concreta, aunque el objetivo, el Estado propio, sea el mismo.

09 mayo 2011

LA INVASIÓN DE NAVARRA


El posiblemente máximo experto, en la actualidad, sobre las cuestiones relacionadas con la conquista y ocupación de Navarra durante la etapa 1512-1530, Pedro Esarte Muniain, acaba de publicar un nuevo trabajo sobre el asunto con el título de “Breve historia de la invasión de Navarra (1512-1530)”. Ante la inminencia del 500 aniversario del inicio de la conquista resulta oportuna la presentación de una obra con este título, sobre todo si responde efectivamente a las expectativas que provoca el hablar de “breve historia”. Máxime cuando la principal y exhaustiva obra del autor “Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico” de 2001 resultaba, en cierto modo, intimidante por su magnitud.

Sin ninguna duda puedo afirmar que este último trabajo logra perfectamente el objetivo que se propone. Ofrece en poco más de 200 páginas una exposición completa y coherente de los principales acontecimientos sufridos por Navarra en el crucial periodo histórico en el que la mayor parte de lo que quedaba como independiente del reino pirenaico perdió su independencia política, su soberanía y pasó a formar parte subordinada de la monarquía española en la etapa de su expansión imperial.

La división en capítulos de la obra coincide, de forma muy didáctica, con las cuatro fases de la etapa que se estudia: la conquista de 1512 y el primer intento de recuperación el mismo año; la tentativa, rápidamente frustrada, de 1516; la liberación de 1521 quebrada con la trágica derrota de Noain y, por último el episodio de Hondarribia, culminado con la rendición de la fortaleza en 1524. En este último se incluye también la posterior evolución de las tierras de la Baja Navarra, abandonadas por los ocupantes españoles ante la imposibilidad de mantener la ocupación como consecuencia de la férrea oposición de sus naturales.

A pesar de no tener un capítulo aparte, que tal vez lo habría merecido, está el último apartado referente a las “Repercusiones de la colonización”. Constituye, sin duda un buen resumen de las consecuencias que para el reino supuso la conquista y ocupación por parte de Castilla.

En esta obra, resulta particularmente interesante la Introducción. Son ocho páginas claras, muy bien escritas, densas y de valor teórico, en las que se reflexiona sobre la tarea del historiador, la forma de historiar, el valor de las fuentes y las formas de interpretarlas, la impronta de la ideología propia de quien las escribe y de quien narra la historia. Es un texto sobre el que merece la pena detenerse, leerlo con tranquilidad y extraer conclusiones

En el libro, en el que apenas hay erratas, se encuentra una, curiosa, en la página 116 donde dice: “Valentín de Jaso relató en 1939 que todos los presos navarros –con la significativa excepción del mariscal Pedro de Navarra- fueron puestos en libertad unos meses después…". Es evidente que la fecha de 1939 queda por completo fuera de contexto. Pero no podemos saber en qué año Jaso redacto su texto.

Me parece un acierto el haber publicado ahora este libro, más aún dentro de la perspectiva de los fastos glorificadores con que nos amenazan las instituciones impuestas desde la legalidad española, con base en una legitimidad inexistente y que el trabajo de Esarte, con exposición detallada y rigurosa, contribuye a denunciar.

Referencia bibliográfica

Esarte Muniain, Pedro. “Breve historia de la invasión de Navarra (1512-1530)”. Pamplona-Iruñea 2011. Editorial Pamiela.

Otras obras de Esarte referidas al mismo asunto:

Esarte Muniain, Pedro. “Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico”. Pamplona-Iruñea 2001. Editorial Pamiela.

Esarte Muniain, Pedro. “Represión y reparto del Estado navarro (siglos XVI y XVII). La nación vasca, expolio franco-español”. Pamplona-Iruñea 2007. Editorial Pamiela.

03 mayo 2011

GERNIKA

A los 68 años del bombardeo de la ciudad símbolo del pueblo vasco, Federico Borras Alcain, presidente de la Asociación Vasca Urrundik de Paraná, Argentina, escribía en mayo de 2005 en el sitio web de EUSKOSARE:

El 26 de abril de 1937 era un lunes de mercado en la villa vasca de Gernika. La ciudad es un lugar sagrado. Allí se encuentra el Árbol de Gernika, símbolo de las libertades del pueblo vasco, ante cuya sombra los monarcas juraban respetar las milenarias libertades de los euskaldunes, costumbre que se remonta al año 1317. Bajo ese árbol, los representantes del pueblo se reunían en juntas, y según escribiera Rousseau, “siempre toman las decisiones más justas”.

Pero ese lunes no sería un día más para Gernika, ni para el resto de la humanidad. Pasadas las cuatro de la tarde, la villa sufriría la primera destrucción masiva contra una población civil indefensa producto de un bombardeo aéreo que registra la historia.


¿Qué es Gernika? Gernika es un lugar perfectamente ubicado en un entorno geográfico concreto; constituye el comienzo de la ría que forma el río Oka en su desembocadura al mar de Bizkaia, conocida como ría de Mundaka. El paraje, de extraordinario valor paisajístico y ecológico, es conocido como Urdaibai. En su entorno se encuentra la cueva de Santimamiñe, con restos y pinturas del Paleolítico Superior, entre 14.000 y 9.000 ANE. Gernika, Urdaibai, lugar sagrado de nuestros antepasados.

Gernika es una villa fundada en 1366 en el lugar de la anteiglesia de Lumo, cuya primera mención histórica aparece en el Cartulario de San Millán de la Cogolla y data de 1051. En esta población de tantos siglos y avatares, y posiblemente debido a su excelente ubicación, se comenzaron a reunir los junteros forales de Bizkaia en la etapa en que el sistema foral vasco se constituyó, durante el siglo XIV, como alianza de las villas con los monarcas castellanos, frente a los desmanes endémicos de los parientes mayores, en los que el mayor perdedor era siempre el pueblo llano.

Parece que existía en la anteiglesia de Lumo un robledal con una pequeña ermita en sus inmediaciones, la Iglesia Juradera de Nuestra Señora Santa María La Antigua. Andando los siglos, del robledal sólo se conservó un ejemplar: el Árbol Foral o Árbol de Gernika. Testimonios abundantes del siglo XVI indican que dichas juntas se realizaban “so el árbol”; es verosímil que fuera el mismo. El hecho es que, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, el lugar en el que se juraban los fueros del Señorío de Bizkaia se fue transformando, por extensión de su significado, unido a toda la simbología ancestral del “árbol del mundo” o del “árbol originario” de tantas cosmovisiones, en el “Árbol” de los fueros.

El reencuentro entre los territorios segregados de Navarra y ocupados por Castilla durante los siglos XI y XII, que la ofensiva antiforal del poder del Estado español propició y que se expresó a través de las guerras carlistas del siglo XIX, elevó al Árbol de Gernika a símbolo del conjunto de los fueros vascos. La apoteosis se alcanzó gracias a un bardo, poeta y músico, voluntario carlista de la primera guerra, exiliado por necesidades políticas y económicas, de vida bohemia y, sobre todo, amante de la libertad: José María Iparragirre. Él compuso la letra y la música del “himno foral vasco” por antonomasia. El Gernikako Arbola. El zortziko-himno de Iparragirre arrasó. Se cantaba, todos puestos en pie, en cualquier reunión de carácter social o político de Euskal Herria en los siglos XIX y XX, por lo menos hasta que la llamada “Transición” de los años 70 del pasado siglo lo fue arrinconando.

Gernika y su Árbol fueron un símbolo de la libertad vasca. Muchos, casi todos, lo aprendimos en casa. Mi padre, carlista, de pie y con la cabeza descubierta como signo de respeto y acatamiento. Con él, abertzales de todo tipo y tantas personas de cualquier, o de ningún, pelaje político, pero todos vascos o vasconavarros. Gernika era un “lugar de memoria”.

El 7 de octubre de 1936, en plena guerra, se eligió en Bilbao, con participación de concejales de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, a José Antonio Agirre como lehendakari del Gobierno Vasco, por mayoría absoluta. Ése mismo día juró el cargo en la Casa de Juntas de Gernika, al pie del árbol. Gernika, lugar de los Fueros.

Gernika fue, por lo mismo, el lugar elegido por Franco para desmoralizar y humillar a los vascos. Siguiendo con la narración de Borras Alcain:

El corresponsal inglés Steer, entre otros muchos analistas, sostiene que el objetivo del bombardeo era desmoralizar a la población civil, atacando una ciudad símbolo para el pueblo vasco. El argumento bien puede enlazarse dentro de la blitzkrie aérea alemana, que combinaba no solo bombas rompedoras, incendiarias y ametrallamiento, sino también, cómo no, el terror.

…Winston Churchill lo diría mejor que nadie: “Gernika fue un horror… experimental."


Pablo Picasso afirmó: “No, la pintura no está hecha para decorar las habitaciones. Es un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo”. Su Gernika, cuadro pintado en los meses de mayo y junio de 1937, es alusión clara al bombardeo del 26 de abril de dicho año. Su interpretación puede ser objeto de polémica, pero su valor artístico está fuera de discusión. No sólo es considerado una de las obras más importantes del arte del siglo XX, sino que se ha convertido en un auténtico icono del mismo, símbolo de los terribles sufrimientos que la guerra infringe a los seres humanos. Gernika, lugar contra los horrores de la guerra.

Muchos otros artistas e intelectuales plasmaron el terrible suceso en sus obras. En 1966, un gran compositor donostiarra, Pablo Sorozábal, recogió la tragedia en “Gernika, marcha fúnebre vasca para una plantilla de txistus, trompas y tambores”, dedicada a su madre. Diez años más tarde, en 1976, realizó una segunda versión que subtituló “Eusko kantata para coro y orquesta” con alguna modificación del original. En la música se reconoce la melodía popular “Lurraren pean”, recogida por Sallaberry en Lapurdi. Se estrenó el 15 de enero de 1987. Gernika, también, lugar sonoro de memoria.

Artículo publicado en Haria, número 28, dedicado a Lugares de memoria. Mayo de 2011.

01 mayo 2011

INICIATIVA CATALANA POR EL ESTADO PROPIO

El sábado 30 de abril de 2011 se reunieron más de 1.500 personas convocadas por la Conferència Nacional per l'Estat Propi (MxI) en el Palau de Congressos de la Fira de Barcelona en Montjuic. Aprovechando mi estancia en Cataluña durante estos días tuve la oportunidad de acudir al evento y participar en un acto democrático de primer orden.

La sociedad catalana en estos momentos presenta algunos puntos de gran fortaleza. Uno de ellos es, indudablemente, su potencia intelectual para mostrar un discurso desacomplejado en favor de la necesidad de acceder a un Estado propio. Otro se refiere a la capacidad de movilizar en su defensa a una parte importante de la sociedad civil. El acto del pasado sábado se inscribe en este contexto. La convocatoria fue, en mi opinión , un éxito ya que concentró a más de 1.500 personas, al margen de partidos políticos, en la reivindicación de la independencia de la nación catalana.

La idea matriz de esta convocatoria radica en estructurar un movimiento que, con base en la antes citada capacidad de movilización de la sociedad catalana, sea capaz de reunir una Assemblea Nacional Catalana que proclame la independencia de Cataluña a través de un referéndum vinculante. Este poder ha sido puesto de manifiesto recientemente tanto en las consultas por la independencia celebradas en cientos de municipios catalanes, desde Arenys de Munt en 2009 a Barcelona en 2011, como en la multitudinaria manifestación del 10 de julio de 2010 como protesta contra la actuación general del Estado español frente a la nación catalana.

En el acto del pasado sábado se aprobaron, tras la correspondiente votación de las enmiendas presentadas, la Declaración de Principios, la Hoja de Ruta planteada y la elección de un Consejo Permanente formado por cien personas y una Secretaría de treinta. Se estableció el compromiso de un plazo de seis a ocho meses para convocar la ya citada Asamblea, bajo la responsabilidad de dicha Secretaría.

Muchas personas de gran peso en la sociedad civil catalana estuvieron presentes o dieron su apoyo a la iniciativa. Entre ellas estaba Lluis Llach quien, en un tono pausado y más bien plano según él mismo afirmó es su estilo, terminó con un emotivo discurso, en el que la reivindicación de la independencia fue la referencia central. En el mismo, Llach dijo que “si Kavafis (con relación a su “Viatge a Ítaca”) hubiera sido catalán y no griego, habría dicho viaje a Ítaca si , pero tan largo no”. Tras su intervención, el canto de Els Segadors constituyó la clausura del acto.

En el Palau de Congressos de la Fira de Barcelona no encontré ninguna persona de Euskal Herria salvo al incombustible Toni Strubell, que tantos años ha vivido entre nosotros, y que hoy ejerce de político en el Parlamento de Cataluña por Solidaritat per l'Independencia.

El sábado 30 de abril participé en un acto democrático de gran intensidad, aunque su su proyecto no represente al conjunto de las opiniones que hoy se expresan en el ámbito del independentismo en Cataluña respecto al modo de declarar su independencia. Hay muchos que creen que debe ser el propio Parlamento de Cataluña, el actual, quien la declare y, una vez consolidada a nivel internacional, convoque el referéndum. En el acto del pasado sábado 30 de abril se expresó otra vía, al margen de las actuales instituciones surgidas de la estructura política del Estado español, basada exclusivamente en la sociedad civil.

No me siento con criterio suficiente para juzgar cuál de ambas vías puede constituir el camino más positivo hacia la constitución del Estado propio en Cataluña, en el conjunto de los Países Catalanes; puede ser que ambas sean complementarias, o puede que surja otra diferente. En cualquier caso, lo mismo que en el caso vasco, en la realidad de la nación navarra, ha de ser la fuerza de la propia sociedad la que impulse y determine este acto de libertad, de constitución democrática.

UN MUNDO AL REVÉS

La prensa ha publicado estos días un artículo de Sabino Cuadra con el título “Érase una vez una lobita buena” que hace referencia a la conocida poesía de Goytisolo. Es triste pensar que la falta de originalidad no lo hace menos oportuno. Todos los días encontramos muestras de lo que Sabino nos recuerda. Ahí están las asombrosas (por no decir algo ofensivo) declaraciones de la señora Cospedal, Secretaria General del Partido Popular, que reclamaba la ilegalización de Bildu ante las próximas elecciones que se celebran dentro del ya muy restrictivo y antidemocrático, totalitario dirían algunos, régimen constitucional del reino de España.

Resulta sorprendente que una de las personas que quedaría ilegalizada, si el sistema político español accede a las presiones de la tal Cospedal, sería el actual alcalde de Gernika, la ciudad bombardeada hace 74 años por la Legión Condor bajo las órdenes del ejército sublevado el 18 de julio de 1936. Los generales Franco y Mola no sólo conocían la acción, sino que la habían planificado y ordenado. Fueron responsables directos de aquella atrocidad. Hoy es el día en que Alemania ha pedido perdón a Gernika por el brutal bombardeo, ya que alemanes fueron sus ejecutores inmediatos. Hoy es, también, el día en el que ningún gobierno del Estado español, ni ninguna institución del mismo, ha hecho lo propio.

Todo el actual sistema político español está basado en esa continuidad de poderes e instituciones que simbólicamente representa ese hecho de no haber pedido perdón por dichos actos criminales dirigidos contra la población civil. Entre ellos y en primera fila se encuentra, precisamente, el partido del que la señora Cospedal es Secretaria General. Resulta sangrante que la heredera política de quienes bombardearon Gernika en 1937 reclame en 2011 la ilegalización del alcalde actual de aquella villa, sin haber pasado nunca por una fase de solicitud pública de perdón y de arrepentimiento.

Por un lado puede parecer que estamos volviendo a una especie de punto de partida tras un largo recorrido en el que las cosas se complicaron por culpa de “los violentos” y en el que, los que quieren ejercer de compañeros de viaje de tales descarriados en su actual trayectoria, se ven por ello “contaminados”. Condenados, por lo mismo, a las tinieblas exteriores. La realidad es otra. No ha habido periplo. No hay una “vuelta”, ya que nunca ha habido una “ida”.

De pocos sistemas como del régimen español se puede decir con tanta propiedad la conocida frase del Príncipe de Salina en Il Gatopardo de Lampedusa: “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Y al final todo sigue donde estaba. El régimen de Franco se pudo maquillar e incluso travestir después de la muerte del dictador en su cama, pero la estructura social, económica y política profunda del Estado sigue estando en las mismas manos.

Los hijos de los que bombardearon Gernika son los que hoy piden la ilegalización de su alcalde. José Mari Gorroño, con el aire de quien no acaba de creérselo, lo ha dicho: “que dios nos coja confesados”. Es la frase justa de quien ha vivido toda su existencia con la memoria de los bombarderos en el cielo. Puede parecer un sarcasmo, pero es la cruda realidad de un sistema político totalitario surgido de la guerra y la muerte de inocentes, en el que impera la corrupción y la arbitrariedad. Y en el que la señora Cospedal aparece como la amenaza que asoma en el horizonte. Tantos años a vueltas con el terrorismo, es hora de preguntarse: las bombas de Gernika, ¿de quién son? ¿A quién amenazan?


Angel Rekalde y Luis M. Martínez Garate

28 abril 2011

EL ESTADO TE QUIERE A TI

Aunque tu no le quieras al Estado, ni tan siquiera desees tener un Estado, hay algún Estado que te quiere. Puede ser con uno de esos amores que matan, pero quiere apropiarse de ti. Entero y verdadero. En todos los ámbitos de la vida, los cotidianos y los menos cotidianos. Ya lo dijo Hobbes; “entre los monstruos fríos el más frío es el Estado” y tenía razón.

Entre nosotros hay mucha gente que afirma rotundamente: ¿para qué queremos un Estado? Y ahí está el meollo del asunto. No es que nosotros queramos o no un Estado, sino que siempre tenemos encima un Estado que nos quiere a nosotros. El mundo es así, y no hay espacios en blanco, o en gris, donde se pueda existir al margen de ellos. O tienes el Estado que tú eliges, o si te desentiendes tendrás el que otro elija por ti.

El Estado nos nacionaliza, nos chupa los impuestos y, en teoría, nos devuelve una parte en forma de prestaciones sociales, educación, sanidad, etc., y de conceptos inmateriales como defensa, seguridad, cohesión social, sentido de pertenencia o la identidad. Y encima se lo anota en su “haber”, en forma de presunción de eficiencia, legitimidad, orden...

El problema surge cuando las prestaciones sociales que genera el “monstruo frío”, tangibles e inmateriales, se manifiestan contrarias a la de la sociedad que lo sostiene. Que le paga con sus impuestos. Es lo que ocurre cuando una sociedad no encaja en los proyectos de sus élites, quizás porque pertenecen a otro grupo social y tienden a promover lo que les conviene. Es un conflicto de poder y de intereses. Efectivamente, un sistema educativo que favorece a la nación dominante, unos medios de propaganda que la ejercen descaradamente en favor de su identidad (y en contra de la que no tiene medios para imponerse), un sistema judicial claramente estructurado para penalizar a los dominados y unas fuerzas represivas en el mismo sentido, sólo pueden ir al “debe” de la sociedad subordinada.

Ejército, policía, sistema judicial por un lado. Lengua, educación, medios de comunicación y propaganda, por otro... Pueden ser servicios si responden a los intereses de una sociedad dada. Pero serán cargas opresivas, insoportables, cuando responden a los intereses de un grupo nacional extranjero con intenciones asimiladoras.

Recuerdo hace bastantes años un eslogan del Pnv que decía “Euzkadik behar zaitu”. Hoy no hablaríamos de “Euzkadi” sino de “Navarra”, “Euskal Herria” o “Nafarroa”. Pero hay algo que se sobrepone a esa necesidad que es el querer. El Estado te necesita. Estatuak nahi zaitu. Nadie puede permanecer al margen de esa querencia. Por eso precisamente es necesario tener un Estado propio. Si no lo tienes, los que ejercen esa función porque así se lo han propuesto te quieren para ellos. Para pagar sus impuestos, para chuparte la sangre, para engrandecerse, sí, pero, sobre todo, para que sirvamos como un eslabón más en su proceso nacionalizador, español o francés, en la asimilación en sus respectivas sociedades y en la aniquilación de la nuestra.

El Estado te quiere, te necesita. Pero una condición necesaria para que eso funcione sin que destruya la sociedad que lo sostiene es que tú lo legitimes, que lo admitas, que quieras al Estado, aunque sea con todas las reticencias que merece el “monstruo frío”. Es necesario que en cierto modo sea “tuyo”, que permita el desarrollo equilibrado de la sociedad, de su lengua y cultura, de su presencia como sujeto en el mundo. Y para eso, es necesario un Estado propio. Podemos decir que “el Estado te necesita”, pero si es un Estado que va a la contra de nuestra sociedad, nos sobra, lo rechazamos. Para legitimarlo tenemos que utilizarlo como nuestro, para nuestro bien y nuestra defensa. La necesidad es recíproca y entonces la querencia, relativa siempre, será también reciproca. Siempre, por supuesto, un amor por interés.

Eneko Urliaga

30 marzo 2011

TESTAMENTOS REALES


La reciente aparición del trabajo de Iñigo Bolinaga El Testamento supone una lectura renovada de la conquista de Navarra en 1512. Poco se ha escrito sobre este asunto en clave narrativa con tanto rigor histórico como el relato de Bolinaga.


La desazón y el apremio de los gobernantes de Castilla tras los procesos bélicos en los que sus ejércitos conquistaron y ocuparon los territorios navarros, aunque siempre fuera bajo el señuelo de incorporaciones “voluntarias” o “de igual a igual”, es un asunto al que los navarros de hoy deberíamos prestar más atención. Efectivamente, tanto tras la conquista de su parte occidental en 1200, de la que se habló desde Castilla como “voluntaria entrega”, como la de la oriental en 1512-29, de la que se dijo fue “equae principal” (“entre iguales”), tenemos constancia histórica de sus remordimientos de conciencia.


Sabemos perfectamente que ambos acontecimientos históricos estaban motivados por las ambiciones políticas de Castilla. En ambas situaciones primó el interés de su Estado sobre cualquier consideración de justicia. En el primer caso, en 1200, reinando en Castilla Alfonso VIII, se trataba, entre otras cuestiones, tanto de lograr un acceso al mar como el de negárselo a Navarra. En el segundo, en 1512, el objetivo era evitar la existencia de un Estado independiente en la zona pirenaica occidental que el incipiente imperio español consideraba estratégico para sus ambiciones europeas y peligroso por su independencia y relaciones, sobre todo, con la monarquía francesa. Reinaba en España Fernando II de Aragón y IV de Castilla.


Es conocido que en 1204, ante una grave enfermedad, Alfonso VIII de Castilla hizo un testamento en el que prometía devolver a Navarra todo lo que ocupó en 1200, si “Dios le devolvía la salud”. Don Alfonso recuperó la salud pero olvidó por completo la promesa hecha en situación tan delicada.


En 1512, Fernando, llamado el Católico, ocupó Navarra e inició una guerra para lograr estabilizar su dominio. Fernando falleció en 1516 y su nieto y sucesor, el emperador Carlos, continuó la ocupación del reino. Carlos dictó testamento en 1554 en Bruselas, en el que constaba:


En lo que toca al reino de Navarra, nos remitimos a lo que va escrito en una hoja suelta, firmada de nuestro nombre, inclusa en este testamento, y aquello mandamos que se cumpla como cláusula y parte de él.

La hoja suelta desapareció, aunque existe una copia del siglo XVII en la que se afirma que decía:


En lo que toca al reino de Navarra… para mayor seguridad de nuestra conciencia encargamos y mandamos al serenísimo Príncipe don Felipe, mi hijo y sucesor en todos nuestros reinos y señoríos, que haga mirar y con diligencia examinar y averiguar ella; y sinceramente, si de justicia y razón seré obligado a restituir el dicho reino…


Felipe II llegó a las puertas de la muerte sin haber resuelto nada al respecto, pero en 1597, último año de su vida, parece que tuvo algún escrúpulo y encargó a su vez a su hijo Felipe que abriera una encuesta y debate sobre el citado asunto. Felipe II murió en septiembre de 1598 y, ya en noviembre, Felipe III convocó un “consejo de expertos”, cuya lista estaba prácticamente cerrada en las disposiciones testamentarias de Felipe II. Esta junta dictaminó el 28 de noviembre de 1598 que todo estaba en orden, que la conquista había sido justa, oportuna y políticamente provechosa, para Castilla, obviamente. Las almas del emperador Carlos y de su hijo Felipe II podían descansar tranquilas en el cielo; y la de Felipe III, tras descargar su conciencia, en la tierra.

El dictamen de los expertos se conserva en los archivos en forma de texto, que como todos los escritos oficiales y más aún los del siglo XVI, resulta tedioso. Con base en el contenido del dictamen y a sus amplios conocimientos de historia, como profesional que es, Iñigo Bolinaga ha construido una magnífica fabulación de los debates que sostuvieron durante aquel mes de noviembre los comisionados. Bolinaga pone en boca de todos y cada uno de ellos las razones que favorecían a Navarra y las que Castilla utilizaba para respaldar su agresión. La narración es amena, de una gran frescura, a pesar de mantener con precisión los conceptos y expresiones de la época en la que se desarrolló el debate. Además, responde a una construcción histórica ajustada a la realidad. Es destacable la ironía que utiliza Bolinaga cuando da forma a los razonamientos justificativos de la conquista.


Considero un acierto la publicación de este trabajo y su divulgación para dar a conocer de modo informal las tramas y tretas de los episodios de 1512-29, de gran importancia. Es “como” una novela ya que su estilo narrativo no es el habitual de un historiador profesional. Los diálogos de los expertos protagonistas son evidentemente inventados, pero el relato es fiel a una realidad histórica que nos han intentado ocultar a los navarros durante muchos siglos. Merece ser leído con calma y ocupar un puesto destacado en nuestra biblioteca.


Merece la pena destacar que, a diferencia de otros reyes, Fernando nunca tuvo remordimientos ni escrúpulos.



Referencia bibliográfica

Bolinaga, Iñigo. “El Testamento. Cómo zanjó Castilla la cuestión sobre la legitimidad de la conquista de Navarra”. Andoain, 2011. Txertoa

24 marzo 2011

LA INEFABLE INFINITUD DE SANTI LEONE

“Beharbada Nafarroaren konkistak badu bere alde ona ere. Euskaldun guziok batuko zituen (edo ez) Estatu baten faltan, guzion iruditerian habia egin lezakeen balizko Estatu erdi-mitikoa dugu” (Memoriaren konkista. Berria).

Decía Einstein que hay dos cosas infinitas; el universo y la estupidez humana. “Y del universo no estoy seguro”.

Por suerte Leone se ha propuesto que de la memez humana no tengamos la menor duda. Con lo ingenioso que es (irudimentsu, alardea literalmente de sí mismo) está claro que invierte toda su imaginación en demostrar que puede ir más lejos que Einstein en sus mejores conjeturas.

No me imagino a los judíos especulando con que el Holocausto tuvo su lado positivo (¡Tus muertos!). Ni a los armenios calculando el aspecto beneficioso de su genocidio turco. Ni a los nativos de América valorando la porción de suerte que les cayó encima con la aparición de las naves de Colón en sus costas y su inminente exterminio. Pero debo suponer que la infinitud que proponía Einstein da para mucho.

Es curioso el predicamento que tiene Leone en el mundo abertzale y euskaltzale, y que tan animosamente utiliza para arrojar piedras al propio tejado del país. Resulta inquietante que todas sus aprensiones metafísicas en estos lugares de la memoria histórica le asalten por el lado de Nabarralde y de quienes valoran que Euskal Herria haya tenido un lugar en la historia en términos de independencia, soberanía, presencia internacional y estas ocurrencias. Y en cambio no se le escape el menor comentario cuando el nacionalismo español y el navarrismo de tradición cunetera están celebrando con todos sus medios y recursos la conquista de 1512, o la vinculan con la batalla de las Navas de Tolosa, victoria rancia de la cristiandad contra el sarraceno, efeméride racista donde las haya. En esos vomitivos eventos el ingenio de Leone sólo ve pulgas en los esfuerzos de Nabarralde por despertar una conciencia crítica que nos permita entender los orígenes de la situación actual y nuestra ubicación (indeseada en mi caso) en el Reyno de España.
Resulta divertido que ahora distinga en Nabarralde entre buenos y malos (zintzoak eta besteak); como otros nos han clasificado –en esta larga travesía- entre duros y blandos, moderados y radicales... Esperemos que esta clasificación objetivadora no llegue a la conclusión habitual de quienes, cuando descubren en el horizonte una turba de contrarios, acaban pensando que el único indio bueno es el indio muerto.

Preocupante, de verdad, que Berria le publique sus gracias.

Josemi Mtz Urmeneta

Completamente de acuerdo,
Luis María Martínez Garate

SANTI LEONEREN IRUDIMEN IRUDIMENTSUA

“Beharbada Nafarroaren konkistak badu bere alde ona ere. Euskaldun guziok batuko zituen (edo ez) Estatu baten faltan, guzion iruditerian habia egin lezakeen balizko Estatu erdi-mitikoa dugu” (Memoriaren konkista. Berria)

Einsteinek zioenez, bi gauza dira infinituak: unibertsoa eta giza ergelkeria. “Eta unibertsoarenaz ez nago ziur”.

Santi Leonek, baina, giza ergelkeriari dagokionez zalantzarik izan ez dezagun nahi du itxuraz. Hain irudimentsua izaki (hala dio harro-harro), irudimena Einstein baino urrunago irits daitekeela frogatzeko erabiltzen du, antza.

Izan ere, ez ditut irudikatzen juduak Holokaustoaren alde onari buruz espekulatzen (bai zera!). Ez eta armeniarrak turkoek eragindako genozidioaren alderdi onuragarria kalkulatzen ere. Ez eta Ameriketako indioak, Kolonen ontziek ekarritako sarraskien ondoren, beren zorte ona aintzakotzat hartzen ere. Einsteinek aipatzen zuen infinitutasunak halako gauzak dakartza, ordea.

Bitxia da Leonek mundu abertzale eta euskaltzalean duen ospea, herriaren teilatura harriak alaiki botatzeko erabiltzen duena. Gogaikarria da oroimen historikoari buruz dituen irudipen eta ustekeria metafisiko guztien jomuga Nabarralde eta Euskal Herriak historian bere lekua izan duela (independentzia, subiranotasun, nazioarteko presentzia eta abarri dagokionez) uste dutenak izatea. Eta, aitzitik, txintik ez esatea nazionalismo espainola eta tradizio faxistako nabarrismoa bere baliabide eta bitarteko guztiekin 1512ko konkista ospatzen ari direnean, edota Navas de Tolosako gudua goraipatzen hasten direnean, sarrazenoen aurkako kristiandadearen garaipen zaharmindua alegia, ospakizun erabat arrazista, ezer izatekotan. Ekitaldi okaztagarri horien aurrean, baina, gure gaurko egoeraren sorburua eta Espainiako Erreinuan dugun lekua (nahi ez duguna) ulertzeko kontzientzia kritikoa pizteko Nabarraldek egiten duen ahalegina erretolika hutsa da Leone irudimentsuarentzat. Gauza barregarria da orain Nabarralden “zintzoak eta besteak” bereiztea, beste zenbaitek ere, ibilbide luze eta gogor honetan, horrela sailkatu baigaitu: gogorrak eta bigunak, moderatuak eta erradikalak... Espero dezagun sailkapen hori ez iristea, urrutian arerio piloa ikusten dutenean, indio zintzo bakarra indio hila dela pentsatzen dutenen ondorioetara.

Kezkagarria, benetan, Berriak xelebrekeria horiek argitaratzea.

Josemi Mtz Urmeneta

Erabat ados nago,
Luis María Martínez Garate

22 marzo 2011

EL INNOMBRABLE

Con este título cerró Samuel Beckett en 1953 la trilogía que constituye una de sus obras más importantes (“El innombrable”, junto con “Mohillo” y “Malone muere”). En el caso de la invención de Beckett, lo que no se puede nombrar es un algo que existe, piensa y reflexiona, pero que no tiene forma o, si la tiene, es indefinida, aunque es capaz de hablar consigo mismo. Aquí, con el mismo título, vamos a intentar una aproximación a una fábula distinta; a una ficción que podría tomar forma concreta, a una quimera que en sí misma ni piensa ni reflexiona, pero sobre la que algunos intereses tangibles y próximos piensan, especulan y manipulan.

Podemos hablar sobre un supuesto lugar situado en la costa de un mar en el que otrora se avistaban, y posteriormente se cazaban, ballenas. La ubicación de sus acantilados lo facilitaba. Su altura sobre el mar y la ausencia de edificaciones importantes los hacía bellos, pero también estratégicos. Militares ocupantes utilizaban parte de sus tierras desde bastante tiempo atrás como campo para sus ejercicios bélicos. Tras sus acantilados se ocultaba la desembocadura de un pequeño río que al transformarse en ría a la proximidad del mar, fue convertido, gracias a la laboriosidad de la sociedad que habitaba su entorno, en un puerto de primera magnitud, por supuesto también ficticio.

Estos hipotéticos lugares, incluido el puerto, formaban parte de una imaginada nación que había sido independiente, pero que fue despojada de su ilusorio Estado y sometida a unos aparentes poderes extranjeros que consiguieron subordinarla y trocearla en artificiosos territorios cuyas identidades particulares fueron atizadas para lograr enfrentarlas entre sí, mientras su conjunto aceptaban dócilmente la sumisión al benevolente Estado que la había conquistado.

El ficticio pueblo conquistado tenía una fuerte personalidad y una cultura social y política consistente. Su sociedad había logrado un buen nivel de desarrollo económico, del que un ejemplo era el propio puerto que se encontraba protegido por los estratégicos acantilados. Pero había otros muchos ejemplos de su etérea actividad. Concretamente, en el mundo de los puertos de mar tenía otros dos en sus proximidades, en la misma figurada nación, bien equipados y dispuestos a prestar los servicios necesarios para competir eficazmente en la prodigiosa y utópica época en la que sucedían los hechos narrados.

Además de su sumisión a unos estrictos intereses extranjeros, la imaginada nación había generado una prodigiosa casta de constructores que habían hecho del ladrillo y el cemento su medio principal de amasar fabulosas riquezas. En ese fantástico mundo y en la legendaria nación de la que hablamos había sucedido un fenómeno que los fatuos expertos de la época llamaban crisis. Fenómeno que afectó de forma importante a la portentosa casta constructora.

La asombrosa casta comenzó a hacer rumiar su magín y encontró lo que los alquimistas medievales hubieran llamado sin dudar su piedra filosofal. “Vamos a edificar un puerto de dimensiones colosales” se dijeron, discípulos de los antiguos judíos que narra el Génesis (11,4), “para seguir enriqueciéndonos”. Y definieron un plan en el que se horadaría el monte innominado, desde el interior hacia el mar y bajo los acantilados que antes avistaron ballenas y barcos, amigos y enemigos, y se construiría un enorme “puerto exterior”. No les importaba el servicio que su proyecto pudiera reportar al pueblo que vivía en aquella imaginada nación. Tampoco se plantearon si la fantástica obra que planeaban construir era necesaria, ni los destrozos paisajísticos y ecológicos, esos sí reales, que pudiera a acarrear, ni los costes sociales, también tangibles y ciertos, que posiblemente produjera sobre la sociedad concreta que albergaban aquellos viejos (desde el punto de vista geológico) acantilados y el antiguo (desde el histórico) puerto. Sólo les preocupaba su insaciable voracidad de cemento y ladrillo y su sed de enriquecimiento. Recordaban al viejo Marx, cuando decía proféticamente: “¡acumulad, acumulad, he ahí la ley y los profetas!”

¿Todo lo narrado es pura invención, simple fábula? ¿O sencillamente innombrable? El tabú tampoco se puede mencionar, ni tocar. Y de eso hablamos.


Notas
1.- Si alguien a estas alturas alguien sigue sin aclararse de qué estoy hablando, puede consultar mi blog en el que con el título de “Una piedra en el camino” aparece un texto muy explícito. Fue enviado, sin éxito de publicación, a los periódicos que normalmente se publican en el figurado territorio en el que se encuentran los acantilados imaginarios y el puerto ficticio. ¡Qué poca imaginación tienen nuestros periódicos!

2.- De la prensa del domingo 20 de marzo de 2011: Diario Vasco, Noticias de Gipuzkoa