El pasado día 23 de junio, dentro del ciclo que anualmente organiza Nabarralde con motivo de la conmemoración de la Batalla de Noain, Juan José Ibarretxe, ex-lehendakari de la CAV, planteó una aproximación a la realidad actual de nuestro país y sus relaciones en el contexto mundial. Al hilo de las cuestiones tratadas por Ibarretxe en su conferencia, se me ocurren las siguientes reflexiones:
1.- Ibarretxe mantiene la tradición bizkaitarra de considerar a Euskal Herria como la suma de siete territorios independientes entre ellos, pero que conforman una especie de “nación cultural”, a través de una lengua común, el euskera, y una cultura social semejante a todos ellos. Se deja en el tintero el origen político de la nación navarra por medio del Estado que forjó el pueblo vasco en la Alta Edad Media, el reino de Pamplona primero y de Navarra ya en la Baja. Según Lacarra, fue este Estado el que nacionalizó a los vascos.
2.- La disociación que presenta Juan José Ibarretxe entre “democracia” y “nación” como conceptos diferentes, casi opuestos, me recuerda a la que a finales de los años sesenta se comenzó a extender por nuestro país bajo la forma de cuestión “social” frente a cuestión “nacional”. Si muchos de los elementos activos de aquella sociedad no se percataban hace 50 años, o en muchos casos lo ocultaban interesadamente, que la cuestión social básica para un pueblo sometido es la nacional, hoy sucede algo semejante con quienes enfrentan cuestión “democrática” con cuestión “nacional”. Las “soluciones” que se pretendan dar a los conflictos planteados en una sociedad con un problema nacional pendiente, resultan parciales y provisionales y, lo que es más importante, apoyadas en la órbita social y territorial de la nación dominante, por lo que implican su mantenimiento en un estado de subordinación y, como consecuencia, son vías no liberadoras. La cuestión democrática básica de una sociedad dominada consiste en lograr su emancipación a través del ejercicio del derecho de libre disposición, que equivale a lograr su estatus como Estado independiente. No hay democracia sin soberanía.
3.- El ex-lehendakari de la CAV sigue manteniendo una ambigüedad, tal vez inconsciente, en la denominación del país de los vascos. Afirma que, para él, Euskadi es lo mismo que Vasconia o Euskal Herria, realidad que hace coincidir en teoría con el “zazpiak bat” antes citado. No obstante, en la práctica, cuando se asoma a nuestra realidad sociopolítica más próxima y habla, por ejemplo, de porcentajes de población necesarios para plantear una votación sobre lo que él denomina “derecho a decidir”, siempre imagina en exclusiva las tres provincias que conforman la actual CAV. En otro caso obtendría resultados muy diferentes.
4.- Considero importante precisar que no se debe confundir una votación de las características propuestas por Juan José Ibarretxe como expresión de lo que denomina como “derecho a decidir”, bajo un sistema de dominación y con sus condiciones impuestas (sistema político y judicial, coercitivo, educativo y, sobre todo, propagandístico), con el ejercicio real del Derecho de autodeterminación.
5.- A pesar de la valoración teórica que plantea Ibarretxe de la capacidad demostrada por el pueblo vasco en su práctica social, económica y política a lo largo de la historia, no la coloca en el centro del conflicto actual y como base para su emancipación; parece siempre subordinarla a la participación incondicional en las instituciones impuestas por los estados dominantes y a la actuación cotidiana dentro de sus instituciones como única vía política posible.
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