19 diciembre 2017

A LA CONTRA

Todos los enemigos de España llevan boina
Cayetana Álvarez de Toledo

Las campañas electorales, al margen de su artificialidad, son períodos particularmente fecundos para observar el juego entre rituales políticos y fenómenos mediáticos: gestos, discursos, posiciones, alardes de fuerza, estadísticas fraudulentas, liderazgos histéricos, trucos, paseo de símbolos. Incluso el juego sucio. El procés catalán es un buen ejemplo, que parece haber llevado la violencia contenida de los últimos tiempos a la pasarela del desfile y el gesto histriónico.

Como decimos, es un momento propicio para analizar las posiciones de los agentes en conflicto. De paso, una oportunidad para echar un ojo al trasfondo del sistema político, que en este carnaval se muestra en su impudicia en medio de tanto artificio. Es cierto que hay mucho ruido; pero entre el petardeo y el humo los oficiantes –en un efecto freudiano- desvelan sus pensamientos más íntimos, sus esquemas mentales a menudo reprimidos.

Ha sido revelador, al respecto, el artículo de Enric Juliana que compara a Puigdemont con el carlismo. “Es el carlismo de Carles Puigdemont”. Para Juliana, que quede claro, esta metáfora negativa, insultante, es su opinión; está en su derecho: “El carlismo lleva boina y trabuco. El carlismo es una sotana mugrienta. El carlismo –esterilizado por Franco después de la Guerra Civil– evoca la España oscura y reaccionaria que se resiste a las normas unificadoras”.

Pero en medio de estas descripciones cripto-judeo-masónicas, se le escapa el lapsus; el desliz que traiciona su subconsciente, que pinta su autorretrato. “Aquellas comarcas (entonces carlistas) son hoy fuertemente independentistas. Iban a la contra en el siglo XIX. Y siguen yendo a la contra en el siglo XXI”.

A la contra de qué, nos preguntamos. No lo explica Juliana, y en ese sobreentendido se retrata el periodista: a la contra de España; a la contra del régimen del 78; que es el mismo (lo dice él; él plantea el paralelismo) que la España del XIX, la de los espadones, de los borbones, la misma España de Franco, de los militares que se enfrentaron a las tendencias disgregadoras de una España que nunca fue nación sino un poder dictatorial impuesto sobre sus pueblos. La España de la corrupción hoy, la del PP, la de la cal del PSOE y todo eso que conocemos. ¿Eso es ir ‘a la contra’? Desde luego, Juliana se ha retratado. Se ha lucido.

El lapsus de Juliana, que se pone en la centralidad del sistema (para expulsar del mismo a cualquier disidente, a quienes no comulgan con su profesión de fe), coincide con otras expresiones similares de exclusión, que implícitamente (freudianamente, diríamos) definen el modelo político español. Desde un ángulo folclórico, por ejemplo, y coincidiendo con Juliana, encontramos a Cayetana Álvarez de Toledo, aristócrata y diputada del PP, que sostiene que todos los enemigos de España usan boina. Volvemos al carlismo, y de paso a esas imágenes de Gila, el tonto del pueblo, el patán, el paleto de turno. Las metáforas hispánicas no sé si las carga el diablo, pero desde luego llevan plomo.

Este repaso a los argumentarios que sostienen el 155 (un golpe de Estado a la ‘Autonomía’ de Catalunya), nos descubre durante la campaña electoral posiciones similares entre las distintas fuerzas políticas. Como decía el humorista, va un García Albiol y diu: “Hay que desmantelar Tv3 y rehacerla con gente normal”. Los catalanes que hacen y ven Tv3, los que disienten del modelo de autoridad, son ‘anormales’. La mayor parte de la población. Así; sin tapujos. La normalidad es acatar el dominio hispano. El independentismo es anómalo. Es una anomalía de la naturaleza, se podría precisar el pensamiento (?) de García Albiol. Es probable que Goebbels lo planteara de modo similar al referirse a judíos, gitanos, homosexuales, minusválidos y otras hierbas.

El planeta ‘socialista’ no les va a la zaga, y sustenta sus discursos sobre esquemas parecidos. Va Borrell y diu: ‘hay que desinfectar el panorama catalán, empezando por los medios de comunicación’. Aquí la anomalía es sanitaria; de higiene y salud pública (sería curioso comprobar cuántos de estos esquemas argumentales tienen antecedentes en el franquismo; un tiempo en el que apenas se podía profundizar en el debate político –estaba prohibido-, y las justificaciones adoptaban estos estilos: higiene, salubridad, anormalidad… Todavía nos aplicarán la Gandula, la ley de vagos y maleantes). Los soberanistas están enfermos; infectados; lo suyo es de tratamiento hospitalario, médico, psiquiátrico, lo que sea para expresar que es insano.

En estos discursos la normalidad viene definida por quien detenta el poder. Es un canto de alabanza a la autoridad competente. Un aleluya de sumisión. Y una condena inquisitorial al disidente, al que lleva boina. Es anormal. Esto es lo que hace Juliana al asociar el independentismo de Cataluña con el carlismo histórico. Es retórica del poder. Y en todo este discurso no hay el menor sitio para la voluntad catalana; para la libertad de las gentes; para el Estado de Derecho. La única norma aceptable es el poder hispano.

Las malas lenguas sostienen que a poco que rasques la cabeza de un navarro, enseguida le sale la boina roja. A juzgar por estos argumentos, como explica la Soraya del gobierno, a catalanes y navarros, con la excusa de arreglarnos el peinado, nos quieren descabezados.

Angel Rekalde / Luis María Martínez Garate 

NOTICIAS DE NAVARRA 2017/12/22

DEIA 2018/01/08

02 octubre 2017

CRÓNICA DE UN DÍA DE ACCION

Esta mañana (1 de octubre), antes de las siete y todavía de noche, he salido a la calle; la tranquilidad parecía total. Según me aproximaba a uno de los colegios electorales dispuestos en Altafulla se escuchaba un rumor quedo de voces. Y no eran pocos los concentrados. Personas que desde las cinco de la madrugada hacían guardia para garantizar la apertura normal del Colegio habilitado en el Centro de Atención Primaria de Sanidad. Otro tanto sucedía en el instalado en el Albergue de la Juventud de la 'Vila Closa', dentro de la zona amurallada de la villa.
La vigilancia era tranquila, distendida, pero atenta a cualquier interferencia. Hacia las ocho menos cuarto han hecho presencia sendas patrullas de los Mossos en ambos centros. En los dos la conversación ha sido, en la práctica, unidireccional. Los Mossos han preguntado por "el responsable", pero se han respondido ellos mismos: "todos, ¿no?". Y no ha habido más diálogo. Se han apartado con prudencia de las personas vigilantes, con una presencia discreta y no agresiva. Hacia la hora de comer se han cerrado dos de los tres colegios habilitados y ha permanecido abierto, por seguridad ante las amenazas de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, uno sólo. Todo se ha desarrollado con absoluta normalidad.
No se puede decir lo mismo de los colegios que a lo largo y ancho del Principado han sido intervenidos por los citados cuerpos y fuerzas. Sus actuaciones han ido acompañadas por la violencia física directa. Desde la rotura de puertas y ventanas para acceder a los centros, para requisar las urnas e impedir votar, hasta agresiones a personas que únicamente practicaban una resistencia no-violenta. Los heridos, más o menos graves, son muchos centenares. Evidentemente los únicos desórdenes y actos violentos se han producido en los lugares en que han intervenido las citadas fuerzas "del orden público".
En la jornada de hoy se han confirmado todos los rasgos que han caracterizado la rebelión de los catalanes en esta última etapa histórica, la de la "revolución de las sonrisas". El primero es, sin duda, la determinación de la gente a la hora de plantear la independencia como primer objetivo político de Cataluña. El segundo, la capacidad logística a la hora de organizar, hasta en sus últimos detalles y con todos los planes alternativos previsibles, algo tan complejo como una votación a "la contra" de quien habitualmente organiza estos eventos: el Estado. Y el tercero, la capacidad de personas y sociedad civil de responder de modo responsable y ordenado a las propuestas y consignas de asociaciones como la ANC o el Omnium Cultural.
Por el contrario, la actuación del Estado español ha expresado, una vez más, su brutalidad y falta de mesura y oportunidad. La cobertura de lo sucedido hoy, aparte de la labor inestimable de las redes sociales, por parte de la televisión catalana -TV3- ha sido completa, incluso exhaustiva, y, sobre todo veraz. Se han podido contemplar escenas de gran dureza, correspondientes a situaciones políticas en las que no gustará verse enmarcados a los gobernantes hispanos.
En este momento se desconocen datos concretos sobre colegios que han funcionado con normalidad, los que han padecido incidentes aislados, los que no han podido abrir y los que han visto clausurados sus locales por la violencia directa de las fuerzas del orden estatales. Tampoco el índice de participación efectivo. Todavía menos los más que previsibles resultados.
Un elemento de reflexión importante es cómo los catalanes han conseguido dar la vuelta a un tipo de convocatoria hecha habitualmente desde las instancias del poder estatal. Los referendums los convocan los estados para ganarlos. En este caso la cerrazón hispana ha resignado ese papel y ha quedado huérfano. Las organizaciones de la sociedad civil catalana han tenido el sentido de la oportunidad de llenar este hueco. Han sido ellas las responsables de su organización, política y logística. Ellas han constituido la diana de las iras del gobierno español y sus métodos represivos, perfecta continuidad del franquismo en su etapa de transición 'intratotalitaria' tras la muerte del general. Fascismo en estado puro.
La cuestión pendiente y abierta se planteará mañana 2 de octubre. El referéndum, con las limitaciones impuestas por el régimen, ha salido con muy buena nota. La promesa del President de la Generalitat ha sido que en caso de victoria del 'sí' proclamar directa e inmediatamente la independencia del Principado de Cataluña.
Para proclamar la independencia con efectividad hace falta, sobre todo, tener control sobre el territorio. Sobre personas, fronteras, comunicaciones, orden público, etc. etc. Es la única manera de acceder a los imprescindibles reconocimientos internacionales. A partir de este momento se podrá plantear la negociación del reparto de activos y pasivos entre el nuevo Estado catalán y el viejo, el español.
Deseo a los catalanes que persistan en su decisión y logren, en el mínimo lapso de tiempo posible, su estatus de sujeto político en el mundo, como Estado independiente. Algo que también aspiro para nuestra nación, para Euskal Herria, a través de su Estado histórico: Navarra. También en breve plazo.

19 septiembre 2017

CATALUNYA: TAMBIÉN ES NUESTRA LUCHA

Se avecinan momentos históricos, cruciales, de los que transforman la historia de las naciones. Y, como ocurre en estos casos, son acontecimientos cargados de esperanzas pero también de amenazas para las gentes que los promueven.
Tras años de denuncias ciudadanas, movilizaciones multitudinarias, reclamaciones y la natural frustración por no ver atendidas sus demandas, la situación en Catalunya ha dado paso a un escenario inquietante. El referéndum de 1-O está ahí delante, como un horizonte de autodeterminación tangible; y a la vez, la inminencia y la certeza de su resolución ha desatado las peores tradiciones del Estado español. Vemos a jueces que emiten condenas, que prohíben derechos fundamentales, reunión, información, voto, a fiscales que abren procesos inquisitoriales; la Guardia Civil ha salido a la calle, a asaltar imprentas, a detener, a imponerse, en su mejor estilo de cuerpo represor de motines; los gobernantes no se cortan en sus advertencias y admoniciones… La maquinaria de castigo, un estado de excepción, o de sitio, o de guerra si hiciera falta, está en el aire. No está declarado, puede ser cualquier cosa, lo que los gobernantes del Estado consideren.
El conflicto está servido. La sociedad catalana, en un proceso de protesta pacífica y concienciación, de movilización pero también de argumentación y debate, se orienta a la construcción de un Estado propio, que le asegure su futuro. Pero el Gobierno español se ha cerrado en banda en todo momento, y se ha negado a cualquier argumentación, a facilitar cualquier negociación o contemplar siquiera la menor alternativa a estas pretensiones.
Conocemos la historia. Por mucho que se empeñe, España no es una nación; ni siquiera una nación de naciones, como a veces, en un rizar el rizo, se pretende. El Estado español es el resultado de una herencia que no prescribe; es la evolución de un imperio genocida, que no ha conocido ninguna interrupción en su núcleo, más allá de las colonias que a lo largo de siglos se independizan, que la desgarran y rompen. Y ello explica sus actitudes. Como en la fábula de la rana y el escorpión, se diría que los comportamientos se llevan en los genes. En estos momentos queda patente, lo dice en su Constitución, en su Carta Magna, que el principal artículo del Estado es el de la ‘indisolubilidad de la patria’. Cada independencia de una colonia ha sido, para el español, un trozo de España que se muere. No hay naciones en realidad en su ordenamiento; no hay libertades; no hay derechos; no hay ciudadanía. Todo se resume en esa unidad indivisible.
Podemos mirarnos en el espejo de Catalunya. Su lucha es la nuestra, la misma lucha contra el imperialismo que impregna los ministerios, los poderes y las esencias españolas. La justicia, el ejército, la prensa, los intelectuales… todo un régimen se posiciona al alimón contra la ‘colonia’ que aspira a ser independiente. En ese espejo catalán vemos que también nuestras libertades y derechos están en juego, que son libertades provisionales, que sirven mientras nadie toque el nervio del Estado, esa unidad esencial constituyente.
Como gentes libres, que aspiramos a un Estado libre, propio, proclamamos nuestra solidaridad y nuestro apoyo a Catalunya en sus reivindicaciones. Defendemos su derecho a ejercer la Autodeterminación sin violencia ni coacciones exteriores. Denunciamos la actitud totalitaria del Estado español y su conculcación permanente de Derechos Fundamentales.

Visca Catalunya independent!
Los primeros firmantes de este texto son:
Anastasio Agerre
Luis Mª Martínez Garate
Angel Rekalde
Para adherirse o ver la lista completa en Nabarralde

NOTICIAS DE NAVARRA 2017/09/24

BERRIA 2017/09/27

02 septiembre 2017

JOANIKOT PASTORALA

Este verano, el 30 de julio y el 6 de agosto, se representó la Pastoral Joanikot en las poblaciones de Altzai y Lakarri de Zuberoa. Varios miles de personas presenciaron la representación (se calcula que unas 3.000 en la primera y 2.500 en la segunda); y se prevé que el próximo 10 de septiembre se volverá a representar en la Sala Baluarte de Pamplona.

Con un guión de la escritora zuberotarra Joana Etxart, esta escenificación popular narra la historia personal del capitán Joanikot que, en origen partidario del bando beaumontés, a la vista de las atrocidades de la tropa española tras la conquista de Navarra, se pasó al campo de los insurrectos y defendió la fortaleza de Donibane Garazi frente a la fuerza imperial. Apresado tras la derrota, fue (como nos explica Pello Esarte en su obra sobre la conquista de 1512) conducido a Pamplona, condenado, paseado por las calles, colgado, descolgado, decapitado y descuartizado, “poniendo su cabeza en lo alto de la horca”.

La pastoral, como cuenta Joana Etxart, es un homenaje a los defensores de Navarra, no tanto en la persona de reyes y reinas, habituales figuras de representación política, que hoy se nos atragantan, sino a través de la lucha de personajes populares, con menos intereses privativos y más comprometidas con la causa colectiva.

Pello Esarte detalla las circunstancias que rodean la historia y la intervención de Joanikot en la insurrección de 1521, su captura y la venganza hispana. “En agosto de 1521 Luis de Beaumont –condestable de Navarra, conde de Lerín y vizconde de Farfany- llegó a desempeñar el cargo de lugarteniente del virrey y capitán general, en ausencia del conde de Miranda y como tal acudirá a la toma de San Juan de Pie de Puerto al mando del ejército”. Recordamos que el relato nos sitúa en la tercera etapa de la guerra de Navarra, en el levantamiento colectivo facilitado por la insurrección de los Comuneros de Castilla y la liberación del país a cargo del ejército dirigido por el general Asparrots. En aquel entonces, “mientras tanto, la fortaleza de San Juan de Pie de Puerto (Donibane Garazi), a cuyo frente figuraba el capitán Johanot de Arbela o Arbeloa, Juanicot, acompañado de navarros como Juan Remíriz de Baquedano y Juan de Jaso, resistió el bombardeo al que sometió la artillería castellana durante 21 días. Tras ellos, la plaza cayó conquistada al asalto de la caballería de Diego de Vera. El enfrentamiento armado entre las partes se saldó con la muerte de 300 defensores del fuerte. El alcaide de la fortaleza, Juanicot, fue apresado junto a sus compañeros y las cuatro banderas, y conducidos a Pamplona”.

La suerte de Joanikot fue trágica, ya que los españoles se ensañaron con él por su resistencia. Esarte nos cuenta: Respecto al alcaide de la fortaleza, el capitán Juanicote, y según el relato de un espía: el 25 de este mes (agosto de 1521) fue traído a Pamplona (…) el cual vino prisionero en manos del capitán Villars”. Su ejecución se efectuó al día siguiente.

El capitán Martín de Ursúa testimonió que el único delito del capitán Joanikot fue el de defender la fortaleza con sueldo de los ‘franceses’. Según su posterior testimonio vio: en la ciudad de Pamplona al dicho Juanicot, arrastrarlo, justiciándolo y después que lo justiciaron vio sus cuartos desperdigados (…) fuera de los portales de Pamplona.

La historia quedó registrada, documentada como una cumplida venganza; lo confirman algunos testigos de la ejecución de la sentencia, como el notario de la Corte, Miguel de Arbizu, que señaló haber visto al reo ‘pasar por la calle a ser ajusticiado’, o Sancho de Estella, que manifestó la crueldad y atrocidad del castigo infligido a Juanikote: “vio (este testigo) que lo tajaron e hicieron cuartos.” (Pello Esarte)

El relato de Joana Etxart goza de algunos aciertos, que pocas veces encontramos en estas historias recreadas, que le dan fuerza e interés. Por ejemplo, es una narración que se centra en Navarra, que toma a nuestro país como eje de la historia, y sitúa así la trama, las posiciones de los personajes, sus intereses y referencias. Ello nos permite, de esta manera, observar un escenario que pocas veces reconocemos, como es un país en su realidad perdida, sin divisiones territoriales, en una recreación de lo que entonces era. Es, pues, una epopeya navarra, en unos términos que hoy se nos escapan.

Por la Pastoral de Etxart, a diferencia de tantas versiones poco contextualizadas, circulan muchos de los personajes relevantes de la época histórica, tanto de Navarra como de Castilla, y así nos encontramos con la presencia parlante de protagonistas tales como el cardenal Cisneros, o incluso vascongados como Iñigo de Loiola o el duque de Nájera.

En Altzai y Lakarri participaron en la escenificación de la Pastoral más de 90 actores locales, entre ellos 15 niños. Jean Pierra Rekalt se hizo cargo de la dirección y Jean Louis Aranburu fue el responsable del canto y la música. La representación de esta obra en el Baluarte de Pamplona es una oportunidad excepcional para acercarnos a nuestro pasado, a nuestra cultura, a una visión de nosotros mismos que nos hace buena falta.

Angel Rekalde / Luis María Martinez Garate 

NOTICIAS DE NAVARRA 2017/09/02

21 junio 2017

LA REVOLUCIÓ D'OCTUBRE A CATALUNYA

El dilema és ... matar el nacionalisme espanyol o morir amb ell
Josep Costa

Hi ha dates que fan història. L'elecció de l'1 d'octubre per celebrar el referèndum d'autodeterminació a Catalunya ha tensat tots els ressorts de la situació. Estem davant d'un punt crític. Es farà; l'Estat ho impedirà; o veurem com es resol. Però una cosa és clara; el 'Procés' ja no serà el que era; desemboca en una fase superior.

La seqüència d'accions (manifestacions, actes públics, concentracions, votacions insubmises, declaracions ...) des que va arrencar el procés, promogut des de diferents angles per les iniciatives de Pasqual Maragall i Josep-Lluís Carod Rovira, compassades amb les corresponents reflexions teòriques, han conformat un corpus inèdit, sense parangó en la història de la Humanitat, pel que fa a l'originalitat del seu recorregut cap a l'exercici del dret d'autodeterminació.

Catalunya ofereix les condicions objectives d'una nació dominada, subordinada a la gran Nació espanyola. Va ser conquistada (1714), la seva llengua i cultura perseguides, i el seu sistema productiu, d'una gran riquesa i energia, plomat. La depredació fiscal que pateix frega l'escàndol.

Malgrat això el teixit social català és molt ric. La capacitat associativa, profunda i variada. La iniciativa empresarial i econòmica, en general, també. Un refrany molt conegut diu: "Un bon català, de les pedres en fa pa".

El concepte del Dret d'Autodeterminació no podem limitar-lo a una simple votació. En si, el referèndum de l'1 d'octubre és tot just una fita més del procés. Catalunya es va començar a autodeterminar quan en les successives agitacions va passar de reivindicar "millores de finançament" o de "infraestructures" a proclamar "som una nació". Aquest canvi es va veure clar a partir de la manifestació del 10 de juliol de 2010 -"Som una nació. Nosaltres decidim"-, convocada per Òmnium i, ja definitivament, a la Diada de 2012 quan es va reclamar "Catalunya, un nou Estat a Europa". El crit es va transformar en Independència! Era la societat catalana -la nació- exigint el seu estatus polític com a Estat independent.

Caldrà veure com evolucionarà la situació. Però al plantejar-se com un exercici explícit d'autodeterminació, la possible prohibició de l'Estat espanyol potser el freni (de moment), però a costa de confirmar que no hi ha llibertats; que Espanya és una presó de pobles, que imposa una violència i ocupació sobre la societat de Catalunya. El procés segueix el seu curs, tant en un cas com en el contrari. El referèndum no és l'autodeterminació, sinó només una fita especialment significativa.

Els que lideren el procés català actuen d'acord amb els principis que s'exigeixen a nivell internacional per homologar un procés d'independència. Potser qui millor hagi estudiat aquest aspecte des de Catalunya hagi estat Josep Costa en el seu treball "O Secessió o secessió. La paradoxa espanyola davant l'independentisme "(Barcelona 2017, Editorial Acontravent). Analitza els diferents punts exigits o recomanats en aquestes circumstàncies. I els relaciona amb el succeït a Catalunya des d'abans de l'inici del "Procés", arran dels avatars que van envoltar el fallit Estatut de 2006. No obstant això, és possible que el llibre de Costa es caracteritzi per un excés de prudència.

Segons Costa: "Espanya, la seua classe dirigent, es troba davant un dilema existencial de primera magnitud. En la seua resposta a l'independentisme català, ha de triar entre salvar la nació o salvar l'Estat. Intentar sobreviure com a estat-nació és l'opció improbable, per molt que fos la preferida per la majoria. Si no es reinventa in extremis com a estat plurinacional, la independència de Catalunya triomfarà".

Per contrast, i mirant-nos al mirall català des del País Basc, aquest és un procés molt allunyat de les performances i actuacions escèniques que s'adopten a la nostra terra per satisfer la mala consciència dels "agents" polítics que mostren una vegada i una altra la seva incapacitat per promoure entre nosaltres un procés similar.

No trobem l'altura intel·lectual ni la imaginació necessàries per activar (més enllà d'imitacions xarones) l'energia d'aquesta societat basco-navarresa que, sens dubte, existeix i és potent, però que peca de qualificació. No tenim un relat que ens mobilitzi com a nació, de manera que totes les accions que s'intenten realitzar en el seu nom pequen d'inconsistència.

La setmana passada va morir el canceller Helmut Kohl, un polític alemany que va liderar un altre procés d'autodeterminació, també atípic, a Europa. Res és fàcil. Però tot és possible. És clar que no tenia davant a l'Estat espanyol.

Luis María Martinez Garate / Angel Rekalde

19 junio 2017

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE EN CATALUNYA

El dilema es… matar al nacionalismo español o morir con él
Josep Costa

Hay fechas que hacen historia. La elección del 1 de octubre para celebrar el referéndum de autodeterminación en Catalunya ha tensado todos los resortes de la situación. Estamos ante un punto crítico. Se hará; el Estado lo impedirá; o veremos cómo se resuelve. Pero algo está claro; el ‘Proceso’ ya no será lo que era; desemboca en una fase superior.

La secuencia de acciones (manifestaciones, actos públicos, concentraciones, votaciones insumisas, declaraciones…) desde que arrancó el proceso, promovido desde distintos ángulos por las iniciativas de Pasqual Maragall y Josep Lluis Carod Rovira, acompasadas con las correspondientes reflexiones teóricas, han conformado un corpus inédito, sin parangón en la historia de la Humanidad, en cuanto a la originalidad de su recorrido hacia el ejercicio del derecho de autodeterminación.

Catalunya ofrece las condiciones objetivas de una nación dominada, subordinada a la gran Nación española. Fue conquistada (1714), su lengua y cultura perseguidas, y su sistema productivo, de una gran riqueza y energía, esquilmado. La depredación fiscal que sufre roza el escándalo.

Pese a ello el tejido social catalán es muy rico. La capacidad asociativa, profunda y variada. La iniciativa empresarial y económica, en general, también. Un refrán muy conocido dice: “Un bon català, de les pedres en fa pa”.

El concepto del Derecho de Autodeterminación no podemos limitarlo a una mera votación. En sí, el referéndum del 1 de octubre es apenas un hito más del proceso. Catalunya empezó a autodeterminarse cuando en las sucesivas agitaciones pasó de reivindicar “mejoras de financiación” o de “infraestructuras” a proclamar “somos una nación”. Este cambio se vio claro a partir de la manifestación de 10 de julio de 2010 -“Som una nació. Nosaltres decidim”-, convocada por Òmnium y, ya definitivamente, en la Diada de 2012 cuando se reclamó “Catalunya, un nuevo Estado en Europa”. El grito se transformó en ¡Independencia! Era la sociedad catalana –la nación- exigiendo su estatus político como Estado independiente

Está por ver cómo evolucionará la situación. Pero al plantearse como un ejercicio explícito de autodeterminación, la posible prohibición del Estado español quizás lo frene (de momento), pero a costa de confirmar que no hay libertades; que España es una cárcel de pueblos, que impone una violencia y ocupación sobre la sociedad de Catalunya. El proceso sigue su curso, tanto en un caso como en el contrario. El referéndum no es la autodeterminación, sino sólo un hito especialmente significativo.

Quienes lideran el proceso catalán actúan de acuerdo con los principios que se exigen a nivel internacional para homologar un proceso de independencia. Tal vez quien mejor haya estudiado este aspecto desde Catalunya haya sido Josep Costa en su trabajo “O secessió o secessió. La paradoxa espanyola davant l’independentisme” (Barcelona 2017, Editorial Acontravent). Analiza los distintos puntos exigidos o recomendados en estas circunstancias. Y los relaciona con lo sucedido en Catalunya desde antes del inicio del “Proceso”, a raíz de los avatares que rodearon el fallido Estatuto de 2006. No obstante, es posible que el libro de Costa se caracterice por un exceso de prudencia.

Según Costa: “España, su clase dirigente, se encuentra ante un dilema existencial de primera magnitud. En su respuesta al independentismo catalán, debe elegir entre salvar la nación o salvar el Estado. Intentar sobrevivir como un Estado-nación es la opción improbable, por mucho que fuese la preferida por la mayoría. Si no se reinventa in extremis como un Estado plurinacional, la independencia de Catalunya triunfará”.

Por contraste, y mirándonos en el espejo catalán, este es un proceso muy alejado de las performances y actuaciones escénicas que se adoptan en nuestra tierra para satisfacer la mala conciencia de los “agentes” políticos que muestran una vez tras otra su incapacidad para promover entre nosotros un proceso similar.

No encontramos la altura intelectual ni la imaginación necesarias para activar (más allá de imitaciones chabacanas) la energía de esta sociedad vasco-navarra que, sin duda, existe y es potente, pero que adolece de cualificación. No tenemos un relato que nos movilice como nación, por lo que todas las acciones que se intentan realizar en su nombre pecan de inconsistencia.

Esta semana pasada murió el canciller Helmut Kohl, un político alemán que lideró otro proceso de autodeterminación, también atípico, en Europa. Nada es fácil. Pero todo es posible. Claro que no tenía enfrente al Estado español.

05 junio 2017

NACIÓN SIN ATRIBUTOS

Hemos contemplado una manifestación en Pamplona, un auténtico alarde facha, bajo el lema “Defendamos la bandera de Navarra”. Lo más granado del fascismo español ha acudido a arropar a la derecha navarrera, angustiada por la normalización progresiva del “cambio” en este territorio. Hemos visto cómo una señora encapuchada, con la cara cubierta por una máscara mexicana de lucha libre, se flagelaba con una ristra de chistorra como performance, aderezo esperpéntico de la pancarta. Muy propio. Una combinación de escenas de la Pasión, el flagelo y los chorizos que abundan en su caverna.

Esta agitación surge de unos intereses que nunca han defendido la realidad histórica de Navarra, sino su propia posición dentro del sistema de sumisión inscrito en el Estado español. Han intentado confundir y poner “en positivo” una movilización que era estrictamente “en negativo”, a la contra. Contra el significado histórico de los símbolos de Navarra y contra su realidad presente, social, económica y política.

Todo esto se ha mostrado con claridad a los ojos de los habitantes de la Alta Navarra. Pero también ha quedado en evidencia otro hecho de enorme gravedad, por lo menos para los que consideramos que Euskal Herria es una nación y Navarra su Estado. Ante esta agresión contra nuestros símbolos, historia y proceso de cambio, el conjunto de la nación no ha reaccionado. Ha escurrido el bulto. Lo ha ignorado y dejado pasar como quien oye llover.

Cuando un grupo humano se siente nación y considera atacada una parte de la misma, reacciona en su conjunto. Las agresiones a un miembro de la nación se perciben como ataques a la totalidad. Ya sé que el nacionalismo español es agresivo y dominante, pero cuando advierte el deseo de emancipación de Cataluña reacciona de manera que considera su separación como la amputación de un miembro de su cuerpo: un brazo, una pierna... Tiene una visión “orgánica” del hecho nacional. La perspectiva organicista es retrógrada, pero el sentido de integridad es correcto. La nación como tal es una.

Pero vemos que no debe de ser nuestro caso. El desapego, la indiferencia con que el conjunto del país ha contemplado el ataque contra su núcleo político y territorial, sucedido en Iruñea, la capital histórica, me lleva a una reflexión triste. ¿Somos realmente una nación

Una vez más los tópicos con relación a la Alta Navarra, hoy CFN, que se manejan, transmiten la sensación de que es “una realidad aparte”. Aquello no es ‘la nación’ como tal; es el patio de recreo, un “bonito territorio”, al que se puede ir un fin de semana de excursión, a hacer monte, a esquiar o a comer verduras. Pero no somos ‘nosotros’.

La perspectiva “vascongadista”, que mira satisfecha el ombligo de su “euskaditis” y se considera “la” nación, me produce sentimientos de dolor, tristeza y… asco. Al proponer estas reflexiones a personas que sienten sinceramente el país, su reacción es casi siempre positiva. Pero pasajera. Enseguida vuelven a la pantalla anterior. Ante el siguiente ataque a la Alta Navarra, reaccionan de nuevo con distancia. ¡Pobres navarricos

La carencia casi absoluta de un relato que dé sentido a nuestra historia y a nuestra realidad actual, hace que los vascos seamos presa fácil desde cualquier flanco. Esto se percibe en las agresiones externas, sobre todo españolas, que son las más interesadas en nuestra aniquilación. Pero lamentablemente también se siente en la falta de reacción interna, de la sociedad propia. Esta falta de relato hace que sea muy difícil afirmar que seamos una nación en el sentido real de la palabra. Algunos podrán decir que somos un Estado, porque lo hemos sido y nos lo han arrebatado, pero sin una nación cohesionada y activa en el presente tal Estado difícilmente tendrá futuro.

Mientras tanto la derecha hispana nos seguirá flagelando con los chorizos de la caverna.

JAUME RENYER 2017/06/05

24 mayo 2017

NAVARRA CON CAMPION

El 3 de junio, diversas asociaciones, personas, partidos y grupos políticos han convocado en Pamplona-Iruñea una manifestación con el lema “En defensa de la bandera de Navarra”, acto que pretende escenificar una gran movilización política para defender los símbolos del país, frente a la supuesta barbarie de quienes los amenazan. Ante el disparate que esto significa, nosotros, un grupo de navarros preocupados por la fractura social que se impulsa, y la manipulación de nuestra simbología,

Declaramos que:

La convocatoria toma como justificación o excusa la derogación de la “Ley de Símbolos de Navarra”, que instauró en 2003 el gobierno de Miguel Sanz. Ha sido una ley nefasta que ha dividido a la población navarra, ha generado crispación, conflictos, condenas de prisión, y en conjunto no ha aportado ningún beneficio a la ciudadanía.

La convocatoria tergiversa la historia de Navarra y la memoria de nuestra sociedad. La simbología navarra está vinculada a su pasado de Estado independiente, a su cultura vascona, a su pluralidad lingüística en donde destaca el patrimonio de la ‘lingua navarrorum’, etc. La bandera de Navarra está documentada en 1512 en la defensa de la independencia del reino ante las murallas de Pamplona.

La convocatoria desprecia la voluntad mayoritaria de la sociedad navarra, que no percibe riesgo de suplantación de la bandera navarra por la ikurriña, sino en todo caso por la enseña de quienes nos conquistaron: la española.

La convocatoria oculta el origen del diseño actual a comienzos del siglo XX a cargo de destacados patriotas como  Arturo Campión, Julio Altadill y Hermilio Olóriz, en unos momentos en que único símbolo que campaba en Navarra era la bandera española. La convocatoria esconde la persecución histórica contra esta bandera navarra, hasta la aparición de la ikurriña como símbolo vasco. Es cuando menos sospechoso que se pretenda ‘defender’ ahora la bandera navarra para utilizarla como instrumento de rechazo contra la ikurriña.

Se da la circunstancia de que se adhieren a la convocatoria fuerzas y grupos hispanos, algunos abiertamente de ultraderecha, que nunca han defendido la navarridad de esos símbolos ni han demostrado la menor simpatía por nuestras instituciones actuales, vestigios menores de nuestro pasado independiente pero nuestras, como es el Convenio o el sistema foral en su conjunto. Son grupos que defienden con agresividad la unidad de España, y que nunca han valorado el significado de estos símbolos navarros, hasta encontrar el oportunismo de oponerlos al significado vascónico de nuestra cultura.

En resumen, concluimos que lo que se pretende es una manifestación en CONTRA:

En contra de la bandera de Navarra, que vacían de significado.

En contra de los navarros, a los que engañan.

En contra de la paz y la convivencia.

En contra de la ikurriña

Sólo es a favor de lo más retrógrado, a favor del monoligüismo, la asimilación y de España.

Por ello, denunciamos:

La voluntad de engaño que expresa dicha convocatoria.

La falacia que supone el llamamiento a la concordia cuando lo que pretenden es dividir a la población, enfrentar la bandera navarra a la ikurriña, marginar el euskera y proscribir la tradición vasca de nuestra tierra.

La nostalgia enfermiza que remite a una sociedad cerrada, una sociedad que mira a un pasado de sufrimientos y dominio y no contempla otro marco de convivencia que la indisoluble unión a España.

En consecuencia, reclamamos:

Una Navarra que ejerza en plenitud su libertad.

Una Navarra abierta a todos los hermanos que fueron desprendidos de ella, contra su voluntad, en el proceso de la historia.

Una Navarra abierta, europea y solidaria de modo voluntario con todas las naciones de la Tierra.

17 mayo 2017

CADENAS QUE NOS ATAN

“Con las cadenas que nos unen” se presenta el video de uno de los convocantes a la manifestación del 3 de junio en Pamplona, que emplea el lema “Defendamos la bandera de Navarra”. Ambas frases trasmiten la desazón de quienes quedaron desenmascarados hace unos pocos años, a raíz de la conmemoración del 1512, del 500 aniversario de la conquista, ocupación y sometimiento de Navarra.

Ante la evidencia de los hechos tuvieron que callar. Lo que querían celebrar era una infamia histórica. Los supuestos navarristas se replegaron, aunque persisten en su intención de consolidar la confusión y la sumisión de nuestra sociedad. También hace años promovieron otra campaña; esa vez de miedo: ¡que vienen los “vascos”! La trampa, burda, era notoria: los “vascos” no venían... Ya estábamos aquí mucho antes de que ellos asomaran la oreja.

En el escaso debate que originó la conmemoración del 500 aniversario fueron derrotados por goleada y tuvieron que salir, como se dice vulgarmente, “con el rabo entre las piernas”. Los supuestos navarristas no pudieron sostener seriamente sus tesis de “incorporación pacífica” en la monarquía castellana, en España, ante la certeza de la violencia ejercida en la conquista.  

Ahora vuelven a la carga. Hay que reconocer su tozudez, su tenacidad, y no olvidar a Goebels, pero también su poco ingenio para escoger sus argumentos. Las cadenas que “nos unen” son, desde el principio, las que “nos atan”. Las que nos echó encima el duque de Alba. La bandera que ahora reclaman como suya –en exclusiva– es justo lo contrario de lo que afirman. Es la enseña que defendió la independencia frente a los conquistadores. La “bandera colorada” que cita Luis Correa, testigo presencial, en su obra “Historia de la conquista del reino de Navarra”.

Resulta grotesco. Los convocantes de esta patraña defienden una “bandera de Navarra” servil, subordinada a quienes nos conquistaron y destruyeron la soberanía de esta nación. Ponen el grito en el cielo ante la idea de ser “provincia” de Euskadi, y a la par alardean de su condición de “provincia” de España. Ese es el debate que propugnan en el cara a cara entre banderas. Pero chirría. La auténtica bandera de Navarra nos remite a su historia, a su libertad, su soberanía, su independencia.

La propaganda española que nos argumentan se obstina en confundir nuestra Navarra con una de las Comunidades Autónomas del Reino de España surgidas con la Constitución de 1978. Es la pretensión de reducir una sociedad soberana a otra subordinada. Y quieren que les sigamos.

Todo es una gran mentira. La ikurriña, que representa un aspecto de la identidad vasca, es un componente de nuestra realidad. La bandera navarra, también vasca, es la enseña de nuestra memoria independiente, la referencia de nuestro Estado. Son ambas significantes de nuestra nación, en circunstancias diversas; las dos nos pertenecen, con sus distintas facetas. La que no encaja en ese combinación es precisamente la española, corrupta, violenta, imperial, la que esconden los convocantes y les asoma por el borde de su cartera.

La oferta de país que representa esta convocatoria (3 de junio) se reduce a una visión cutre, paleta, de la identidad navarra. Una oferta sin cultura vasca, sin rebeldía, sin historia, sin memoria, sin lingua navarrorum, sin vínculos con nuestra gente de Ultrapuertos y ultramugas… Una imagen del país anclada en una identidad, un ser navarro de pueblo, cazurro, monolingüe, humillado, zafio, sometido a España.

Hablar de Navarra, aquí y ahora, exige prever los retos que una sociedad, en otro tiempo libre, tiene planteados de cara al porvenir. Qué proyectos pueden ilusionar a ese colectivo humano  y permitir su realización en una sociedad democrática, libre y abierta, soberana en una palabra.

La memoria, muy vinculada a las banderas, nos constituye como entidad activa, como sujeto. La manifestación del 3 de junio se convoca del lado de quienes miran con nostalgia hacia un pasado de sumisión, no ofrece ninguna perspectiva ilusionante para el futuro y actúa en contra de la construcción de una sociedad justa y equilibrada.

Queremos una Navarra que sea nación, constituida en Estado, abierta y solidaria con todos los pueblos del mundo, conformada por todos los fragmentos que a lo largo de siglos de conquista y minoración fueron, y son, Vasconia.  

10 mayo 2017

CONCERTS I ALTRES GAITES

La negociació del cupo (la quota) del Concert basc entre el PNB i el PP, en ple procés català i enmig de l'evidència de tantes trames de corrupció espanyola, ha aixecat, més que un concert de veus, la tapa d'una olla de grills. Apuntalar o, almenys, donar aire a un PP xipollejant al fangar no és el més vistós dins d'una política d'imatge. L'oportunisme de la política del PNB - "peix al cove" - ​​pot ser criticable, però no aprofundir més en el moll de l’os de l'assumpte o aprofitar-lo directament per atacar el sistema fiscal basc suposa donar suport a la política més rància i reaccionària del nacionalisme espanyol.

Això ve al cas de moltes opinions expressades des de Catalunya, per articulistes i mitjans de comunicació en general, amb relació al Concert de la Comunitat autònoma basca (CAB) després de l'acord del nou cupo (quota), extensible amb claredat al futur Conveni a acordar entre l'Estat espanyol i la Comunitat foral navarresa (CFN). Moltes d'aquestes opinions, que van des de la ràbia a l'enveja, o engloben les dues, són emeses per persones que es posicionen inequívocament a favor del procés de Catalunya cap a la seva independència. La seva lectura des d'Euskal Herria produeix una certa indignació, passatgera, però de la qual queda un regust amarg. ¿Com pot ser que persones que, encara que estiguem en vaixells diferents, portem una trajectòria parella i naveguem en el mateix mar contra vents similars, ens trobem no només distants sinó aparentment enfrontades?

Aquestes persones haurien de, en primer, conèixer el procés històric que ha donat lloc al sistema de "Conveni-Concert" vigent en l'actualitat a Euskal Herria. No és aquest lloc ni moment d'estendre’ns en aquest assumpte. N'hi ha prou amb saber que aquesta situació suposa un punt d'equilibri inestable, a manera d'armistici, entre la sobirania històrica plena dels bascos a través de l'Estat de Navarra, arrabassada violentament al llarg de segles per Castella-Espanya i l'estatus derivat de la "transició" de 1978.

L'anomenat Conveni de Navarra té la seva font en la Llei, mal anomenada "paccionada", de 1841, després de la derrota de la primera guerra carlina (1833-1839). El Concert de les tres Províncies Bascongades, té un origen similar després de la segona per als basconavarresos- tercera per Catalunya- (1872-1876), amb la Llei Abolitòria de Furs de Cánovas del Castillo de 1876 i la posterior del Concert de 1878. Tots dos sistemes són semblants, paral·lels. No representen cap "privilegi" ni "concessió" de l'Estat espanyol. Signifiquen les restes, residus, d'una nació sobirana durant molts segles, la basca, i del seu Estat, el navarrès.

En segon lloc, entenc que Espanya vulgui jugar la basa de l'estratègia de joc de suma zero. Nosaltres perdem, ells guanyen. Encara que donada la seva cultura social i política, encara vigent per desgràcia, el possible excedent que els pogués suposar gestionar el que els sistemes de Conveni-Concert permeten avui a les hisendes forals, no redundaria en benefici de les inversions i despeses en les "comunitats autònomes de règim comú ", sinó que, amb total seguretat, acabaria absorbit pels embornals de la corrupció: casos Bárcenas, targetes black, Canal d'Isabel II, etc. i el malbaratament: com els AVE, PER andalusos etc. Per això crec que la supressió del règim de Conveni-Concert o els increments arbitraris de quota o aportació no beneficiarien Catalunya en absolut.

L'historiador Carlo M. Cipolla, en un llibre deliciós titulat: Allegro ma non troppo (Barcelona, ​​(1998), exposa "Les lleis fonamentals de l'estupidesa humana". La més coneguda és la tercera, la llei d'or segons l'autor. Resumint molt les seves explicacions es pot afirmar que sempre que interactuen dues persones es produeixen tres situacions rellevants: 1) que ambdues persones surtin beneficiades de la interacció, 2) que qui pren la iniciativa obtingui un benefici, almenys des del seu punt de vista, i que l'altra, la pacient, es vegi perjudicada. I 3) que la persona objecte de l'acció sigui perjudicada, però que la que origina el procés també ho sigui o que, en el menys dolent dels casos, no obtingui cap benefici.

El primer cas expressa una situació òptima. En teoria de jocs es diria estratègia win-win. Els dos vencedors. El segon seria, també segons la mateixa teoria, un joc que s'aproximaria al de suma zero. Un guanya, l'altre perd. Seria la pretensió espanyola d'eliminar el sistema de Conveni-Concert. La situació més difícil d'explicar és l'última, la tercera llei de Cipolla: la llei d'or. Textualment: "Una persona estúpida és una persona que causa un dany a una altra persona o grup de persones sense obtenir, al mateix temps, un profit per a si, o fins i tot obtenint un perjudici".

Que hi hagi "opinadors" catalans partidaris de la independència del seu país que considerin la "insolidaritat" del nostre sistema i preconitzin la seva supressió em fa pensar en la Llei d'Or de Carlo M. Cipolla. Sota l'imperi hispà, de la seva abolició mai obtindran cap benefici. Confio que respirin a fons, reflexionin i tornin al camí de la solidaritat internacional. Una abraçada a tots ells.

09 mayo 2017

CONCIERTOS Y OTRAS GAITAS

La negociación del cupo del Concierto vasco entre el PNV y el PP, en pleno proceso catalán y en medio de la evidencia de tantas tramas de corrupción española, ha levantado, más que un concierto de voces, la tapa de una jaula de grillos. Apuntalar o, al menos, dar aire a un PP chapoteando en el lodazal no es lo más vistoso dentro de una política de imagen. El oportunismo de la política del PNV –“pájaro en mano”- puede ser criticable, pero no profundizar más en el meollo del asunto o aprovecharlo directamente para atacar el sistema fiscal vasco supone apoyar la política más rancia y reaccionaria del nacionalismo español. 

Esto viene a cuento de muchas opiniones expresadas desde Cataluña, por articulistas y medios de comunicación en general, con relación al Concierto de la CAV tras el acuerdo del nuevo cupo, extensible con claridad al futuro Convenio a acordar entre el Estado español y la CFN. Muchas de estas opiniones, que van desde la rabia a la envidia, o engloban las dos, están emitidas por personas que se posicionan inequívocamente a favor del proceso de Cataluña hacia su independencia. Su lectura desde Euskal Herria produce una cierta indignación, pasajera, pero de la que queda un regusto amargo. ¿Cómo puede suceder que personas que, aunque estemos en barcos distintos, llevamos una trayectoria pareja y navegamos en el mismo mar contra vientos similares, nos encontremos no sólo distantes sino aparentemente encontradas?

Estas personas deberían, en primer lugar, conocer el proceso histórico que ha dado lugar al sistema de “Convenio-Concierto” vigente en la actualidad en Euskal Herria. No es este lugar ni momento de extender este asunto. Baste con saber que tal situación supone un punto de equilibrio inestable, a modo de armisticio, entre la soberanía histórica plena de los vascos a través del Estado de Navarra, arrebatada violentamente a lo largo de siglos por Castilla-España y el estatus derivado de la “transición” de 1978.

El llamado Convenio de Navarra tiene su fuente en la Ley, mal llamada “paccionada”, de 1841, tras la derrota de la primera guerra carlista (1833-39). El Concierto de las tres Provincias Vascongadas, tiene un origen similar tras la segunda para los vasconavarros -tercera para Cataluña- (1872-76), con la Ley Abolitoria de Fueros de Cánovas del Castillo de 1876 y la posterior del Concierto de 1878. Ambos sistemas son semejantes, paralelos. No representan ningún “privilegio” ni “concesión” del Estado español. Significan los restos, residuos, de una nación soberana durante muchos siglos, la vasca, y de su Estado, el navarro.

En segundo lugar, entiendo que España quiera jugar la baza de la estrategia de juego de suma cero. Nosotros perdemos, ellos ganan. Aunque dada su cultura social y política, todavía vigente por desgracia, el posible excedente que les pudiera suponer gestionar lo que los sistemas de Convenio-Concierto permiten hoy a las haciendas forales, no redundaría en beneficio de las inversiones y gastos en las “Comunidades Autónomas de Régimen Común”, sino que, con total seguridad, acabaría absorbido por los sumideros de la corrupción: casos Bárcenas, tarjetas black, Canal de Isabel II, etc. y el despilfarro: como los AVE’s, PER andaluces etc. Por eso creo que la supresión del régimen de Convenio-Concierto o los incrementos arbitrarios de cupo o aportación no beneficiarían a Cataluña en absoluto.

El historiador Carlo M. Cipolla, en un libro delicioso titulado: Allegro ma non troppo (Barcelona, (1998), expone “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”. La más conocida es la tercera, la ley de oro según el autor. Resumiendo mucho sus explicaciones se puede afirmar que siempre que interactúan dos personas se producen tres situaciones relevantes: 1) Que ambas personas salgan beneficiadas de la interacción. 2) Que quien toma la iniciativa obtenga un beneficio, por lo menos desde su punto de vista, y que la otra, la paciente, se vea perjudicada. Y 3) que la persona objeto de la acción sea perjudicada, pero que la que origina el proceso también lo sea o que, en el menos malo de los casos, no obtenga beneficio alguno.

El primer caso expresa una situación óptima. En teoría de juegos se llamaría estrategia win-win. Ambos vencedores. El segundo, sería también según la misma teoría, un juego que se aproximaría al de suma cero. Uno gana, el otro pierde. Sería la pretensión española de eliminar el sistema de Convenio-Concierto. La situación más difícil de explicar es la última, la tercera ley de Cipolla: la ley de oro. Textualmente: “Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.

Que haya “opinadores” catalanes partidarios de la independencia de su país que consideren la “insolidaridad” de nuestro sistema y preconicen su supresión me hace pensar en la Ley de Oro de Carlo M. Cipolla. Bajo el imperio hispano, de su abolición nunca obtendrán beneficio alguno. Confío en que se tomen un respiro, reflexionen y vuelvan a la senda de la solidaridad internacional. Un abrazo a todos ellos. 

30 marzo 2017

CUESTIÓN DE ESTADOS

Adrian Hastings en su libro “La construcción de las nacionalidades” (2003) defiende la tesis de que las mugas de un mapa actual de Europa no diferirían demasiado de las de los estados que se fueron construyendo desde el comienzo de la Baja Edad Media. Algunas se perdieron por completo, como Borgoña; otras mantienen su integridad estatal como Portugal o Francia; y están las que, como Navarra o Escocia, siguen manteniendo sus rasgos nacionales y aspiran a ser de nuevo sujetos políticos en la realidad mundial.
El Estado moderno es aliado de los nacionalismos decimonónicos. Eso no quiere decir que los reinos –estados- medievales y de la Edad Moderna no “nacionalizaran” sus sociedades, pero este fenómeno se aceleró de modo brutal en el siglo XIX cuando convergen ambos procesos. Navarra, con gran diferencia de Escocia, se encontraba en la Edad Media en un lugar central de Europa desde el punto de vista geoestratégico. La supremacía europea a finales del siglo XV se jugaba entre la monarquía francesa y la castellana, luego española. Navarra era un elemento clave en esta contienda. La conquista de 1512 y la posterior ocupación por parte española es una lucha que involucra tres estados: el español y el francés que se disputan la hegemonía europea y el navarro que es quien sufre las consecuencias del conflicto.
Para España la ocupación y dominio de Navarra es un elemento estratégico de primer orden. Lo fue desde el siglo XIII, sobre todo por la salida de Castilla al mar, pero en la Edad Moderna se incrementó su interés a causa del combate por la citada hegemonía europea. No es casual el retroceso lingüístico y cultural de Navarra tras la conquista y ocupación de 1512.
El final del siglo XVIII y todo el XIX constituyen la etapa de consolidación del Estado moderno y, en nuestro caso, Francia lo consigue con notable éxito tras durísimos procesos de asimilación y destrucción de los países “incorporados” a su monarquía, que incluye la parte correspondiente de Navarra. Mientras tanto España, siempre con la “marca España” por delante, lo hace de forma mucho más chapucera. Los restos del tercer Estado en discordia –Navarra- se rebelan contra ella y provocan dos guerras.
La etapa de consolidación del Estado moderno va unida a una ideología que es el “nacionalismo”. Javier Esparza dice en su artículo en El Mundo “Navarra, cuestión de Estado”, “el nacionalismo es insaciable por naturaleza”. El suyo, sobre todo. Lo es el nacionalismo francés por su lado, pero el español, el de Esparza, tampoco se queda rezagado. Emplea todas las armas a su alcance –legales, ilegales, paralegales- para imponer su dominio imperial.
Navarra puede aparecer como un problema “residual” para el Estado francés, aunque la “grandeur” y la “unidad de la República” siempre se deberán mantener por encima de cualquier veleidad de los “terroirs”, de las “provincias”. En cambio, para el español es casi un conflicto de supervivencia. Con una Cataluña que se les está escapando a marchas forzadas, una Vasconia con aspiración a constituirse es sujeto político, en Estado, sería la puntilla de su implosión. Por eso quieren mantener a Navarra neutralizada dentro de la banalidad provinciana española. Si ambas naciones pirenaicas lograran su emancipación, aparecería en el mapa del mundo un nuevo “Estado fallido”, el español.
A propósito del citado artículo del presidente de upn, Javier Esparza, conviene recordar aquello que decía Montaigne en el tercer volumen de sus “Ensayos”: “Nadie está libre de decir necedades, lo malo es decirlas con esmero”.