Quiero ser muy breve. Se trata de reflexionar sobre las
acerbas críticas a Jordi Pujol por sus cuentas no declaradas en el
“extranjero”. Este texto no es una defensa de Jordi Pujol; es, sencillamente,
una reflexión sobre los parámetros lingüísticos e ideológicos a los que estamos
sometidos. No pretendo justificar a Pujol por no declarar a la “hacienda
pública” sus dineros en el “extranjero”. Me limito a comentar una parte de lo
que se incluye en ambos conceptos.
En
primer lugar, “hacienda pública”. Una nación sometida a un Estado que no sólo
le es ajeno sino, sobre todo, enemigo (basta con constatar el expolio fiscal
reconocido incluso por las medidas de los agentes imperiales como Montoro y
compañía) no tiene “hacienda pública”. Para ser una Hacienda con ese nombre la
nación debería tener su propio Estado y una
Hacienda a su servicio. No pagar a la Hacienda española ¿equivale a defraudar a
la “hacienda pública” cuando Cataluña no tiene una “hacienda propia”?
En
segundo, ¿qué es eso del “extranjero”? En mi opinión es mucho más extranjero,
con relación a Cataluña, España que Andorra. Si nos movemos dentro de unos
parámetros nacionales, para Cataluña y para nuestro país, el auténtico
“extranjero” y expoliador es el Estado español. Desde el punto de vista de la
legitimidad propia, ¿es un delito no pagarles?
Tenemos
un ejemplo próximo, en el espacio y no tan lejano en el tiempo. Los insumisos.
El ser “insumiso” al ejército español era una forma de “fraude” a la “sociedad
española”. El servicio al ejército siempre ha sido considerado como un servicio
a la “sociedad”. Negarse a hacerlo era una forma de “defraudarla”. Se me puede contestar
diciendo que nuestros insumisos, o los catalanes, eran personas perfectamente
solidarias con su sociedad y que realizaban todo tipo de tareas “sociales”. Y
estoy de acuerdo. Pero no servían a un ejército extranjero con funciones
bélicas.
¿En
virtud de qué principio, como no sea el del “sentido reverencial del dinero”
del que hablaba el alavés, fascista por otra parte, Ramiro de Maeztu, se puede
hablar de fraude sólo cuando se habla en sentido monetario? Esa acepción es muy
propia de la civilización judeocristiana en la que nos hemos educado y
corresponde a una sobrevaloración de todo lo relacionado con el mismo. Algo
parecido ocurre con la sexualidad, aunque ese
sea otro asunto.
El
coste personal de los sacrificios personales y económicos que Pujol haya podido
hacer por Cataluña, en la etapa del
franquismo, incluso encarcelado por su régimen, y posteriormente me resulta en
gran parte desconocido, pero supongo que si se le asignara un valor monetario
no sería nulo, sino bastante elevado. La Hacienda “pública” española no lo va a
reconocer nunca. Incluso lo añadirían, si pudieran, al “debe” que suponen sus
“obligaciones” económicas con ella misma.
Este
texto no pretende ser un exculpatorio de Jordi Pujol, sino una reflexión sobre
los criterios que nos marca un contexto político de subordinación. ¿Podemos
saber si en un Estado catalán independiente Pujol y su familia habrían obrado
de la misma manera? Creo que la mayor parte de las críticas que han surgido,
tanto desde Cataluña como desde otras partes, parten de ese supuesto previo que
es la “unidad de España” y la existencia de un “Estado español” que funciona
por encima del bien y del mal y que da servicio a todos sus “ciudadanos” de
forma equitativa. Premisa falsa a todas luces.
El
principal problema es que tanto Jordi Pujol como, en general, el mundo político
que se presenta en el Principado de Cataluña, se mueve dentro de las premisas
denunciadas. Piensan que no pagar a la Hacienda española, una hacienda que les
expolia y roba, es un delito de fraude. Creen, también, que Andorra, un Estado
cuya lengua oficial es el catalán, es más “extranjero” que España. La primera
emancipación es la mental.
NOTICIAS DE NAVARRA 2014/07/31
DEIA 2014/08/02
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