Néstor, que
a todos superaba en el consejo…
¡Vigilad
así, hijos míos! No sea que alguno se deje vencer del sueño y demos ocasión
para que el enemigo se regocije. (Néstor)
ILÍADA
Se
nos ha ido, a los noventa años, uno de los grandes del arte vasco del siglo XX.
Al tener noticia de su muerte he recordado al Nestor clásico, el de la Ilíada y la Odisea. El narrado por el aedo Homero. En ambas epopeyas, el
personaje presentado por Homero aparece siempre como el consejero experto y
equilibrado, la persona de experiencia a la que todos atienden y siguen sus
juicios y que, cuando no lo hacen, pronto se percatan de su error. Tal fue el
caso de Agamenón al privar a Aquiles de Briseida, del que presto tuvo que
retractarse para deshacer la cólera y lograr su reincorporación a las huestes
aqueas frente a Troya.
Nuestro
Nestor, Basterretxea, ha fallecido hoy. Amigo de Jorge Oteiza con el que
colaboró en tantos proyectos, fue uno de los parteros de la gran renovación
artística iniciada entre nosotros en la segunda mitad del siglo pasado. También
nuestro Nestor ejerció, como el clásico descrito por Homero, la labor asesora,
aconsejante, a quienes, más jóvenes, se acercaban al magisterio de su
experiencia.
Este
breve recuerdo no pretende hacer una exposición de sus méritos en el campo de
las artes plásticas. Otros, expertos, lo pueden hacer con mucha mayor
capacidad. Intento recomponer el compromiso militante que siempre mantuvo Nestor
con su patria. Es hora de abandonar complejos y de valorar el patriotismo como
una virtud cívica de primera magnitud, sobre todo en una tesitura como la
nuestra. Vivimos en una situación no democrática. Una nación que no disfruta del estatus normal del
que gozan otras de su entorno. Una nación sometida a dos estados que, en la
práctica, actúan como enemigos.
En
contextos normales, el Estado es una herramienta de construcción social. Provee
las instancias básicas para la convivencia de las personas y grupos bajo su
control. Ofrece educación, cultura, sanidad, infraestructuras de todo tipo.
Promueve el valor y uso de la lengua o lenguas que se hablan en su territorio.
Tiene la capacidad de hacerlo visible en el concierto internacional.
Nuestro
caso es, precisamente, el contrario. Nuestra lengua y cultura habrían
desparecido si tal cuestión dependiera de los estados a los que estamos subordinados.
Nuestra presencia internacional es irrisoria. Algo, poco, se salva de esta
persecución gracias a los sistemas de convenio y concierto económico con el
Estado español, mantenidos a duras penas y que navegan en mares cada vez más
procelosos.
NOTICIAS DE GIPUZKOA 2014/07/15
NOTICIAS DE NAVARRA 2014/07/15
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