21 octubre 2009

CATALANES Y VASCOS

Desde mucho tiempo atrás, entre Vasconia y los Países Catalanes se manifiesta una especie de “juego de espejos”. Desde un país hacia el otro se producen un conjunto de idealizaciones, basadas en aspectos distintos y probablemente complementarios, que hacen ver al “otro” como el modelo a seguir.

Estas idealizaciones hay que es percibirlas desde dos punto de vista. El primero está ligado al ámbito del pensamiento, a la reflexión intelectual, mientras que el segundo está vinculado a la capacidad que presenta, por lo menos en potencia, cada una de nuestras sociedades respectivas.

En el primer asunto, opino que la ventaja se manifiesta, por goleada, a favor de Cataluña. En el segundo, por el contrario, es casi seguro que somos nosotros quienes llevamos la delantera. De ahí proviene, posiblemente, la ambivalencia citada y que se traduce en exageradas muestras de admiración recíproca, sin un detenido análisis o reflexión sobre las diferencias entre ambas sociedades y los efectos que provocan en su actividad social y política cotidiana.

Desde el punto de vista intelectual, de la producción de un pensamiento democrático, acorde con la realidad presente de Europa y del mundo, y capaz de dar respuesta firme a los problemas planteados en este momento a nuestras respectivas sociedades, Cataluña presenta un panorama vivo, con creatividad y debate profundos y serios. Hay una larga lista de “pensadores” que no vale la pena citar exhaustivamente, sobre todo por aquéllo de los agravios comparativos, pero de los que no puedo olvidar a Salvador Cardús como sociólogo y analista certero ni a Víctor Alexandre, periodista y escritor, además de amigo, comprometido e insobornable. La polémica sobre la necesidad de un Estado propio es permanente en cualquier medio de comunicación catalán, desde los periódicos de gran tirada y con intereses no precisamente catalanistas, como La Vanguardia, hasta personas corrientes, simples blogueros, pasando por el resto de medios, impresos o digitales, de mayor o menor difusión.

Nuestra situación, desde este punto de vista, resulta bastante penosa. Los medios de comunicación vascos producen una sensación de extravío total. Lo que aparece escrito en su práctica totalidad, impreso o en la red y en la mayoría de los blogs, es una respuesta espontánea e inmediata a la agresión con la que cotidianamente nos provocan los servidores del Estado español. Apenas se percibe en ellos la reflexión que podría conducir al análisis serio de la situación real y de las acciones a plantear a favor de la recuperación de nuestro Estado propio, Navarra. Ambas, reflexión y perspectivas de acción, pienso que no deberían ser, ni exclusiva ni tan siquiera principalmente, reactivas a dichas provocaciones.

En Vasconia no existe un debate, ni profundo ni superficial, sobre el reto de las sociedades subordinadas, sin Estado propio, en la Europa actual y sobre la necesidad de su logro para acceder a un estatus democrático y normal. Entre nosotros el único debate se centra en un espacio limitado en el que aflora la afectividad, el simbolismo y, sobre todo, la inmediatez, el corto plazo; pero no la cruda la realidad política y sus ineludibles necesidades. Quitan 100 fotos de presos y se intentan poner 200, siendo como son quienes las quitan muchos más y todos dedicados a eso en exclusiva. Cierran medios, ilegalizan partidos, detienen arbitraria e injustamente a personas y, sin embargo, la reacción es la protesta inmediata, pero no una reflexión profunda sobre el embrollo en el que estamos metidos y las posibles vías, la estrategia, para salir del mismo.

En el ámbito de la capacidad social, da la sensación de una mayor fortaleza en nuestro caso sobre la de Cataluña. Esta energía no procede principalmente de su importancia numérica que, en proporción con el total de habitantes será real, sino, sobre todo, del entramado y cohesión social manifiestos cotidianamente. En este aspecto, parece que llevamos ventaja a Cataluña; lo que produce una cierta envidia por su parte. Pero esta fuerza tiene bastante de fuegos artificiales, mucho ruido y mucha luz, pero poca efectividad capaz de estructurar una política de emancipación nacional con fundamento. Tal fuerza corre el riesgo de languidecer poco a poco para terminar desapareciendo si no se produce su cualificación, basada en el necesario debate democrático y en la suficiente racionalización de las posiciones sociales como para ser calificadas de políticas.

Las vías que ofrecen, por un lado, quienes se amparan en la vigente organización de partidos, sometida a la antidemocrática estructura del Estado español y la de quienes siguen apostando por la (nula) capacidad de coacción de una organización que se afirma como “armada”, por otro, son caminos cerrados y sin posibilidad de apertura a no ser que se propicien, desde la propia sociedad civil, profundos cambios ideológicos, organizativos y, opino, también de personas.

3 comentarios:

Joan Pere Salmerón i Clares dijo...

Yo también veo diferencias entre la situación política de vascos y catalanes. Parece que vosotros estais en una encrucijada entre un modelo que se agota, el de la lucha armada y una necesidad dedefinir el independentismo que todavía no existe. En cambio en Cataluña veo que es la inercia la que rige las posibilidades políticas. Hay un discurso que se repite mecánicamente y que mecánicamente va dando sus resultados. Es una situación estanca la de Cataluña.
Sobre la cuestión intelectual no sé que habeis desarrolado vosotros. Sobre Víctor Alexandre he leido dos libros: "Jo no sóc espanyol" y "Despullant Espanya" y sobretodo de este último cabe decir uqe me hizo entender claramente el hecho nacional catalán.

Anónimo dijo...

En lo poco que conozco la realidad vasca, me parece acertada tu reflexión. En mi opinión hay también un aspecto en este juego de espejos que me atrevo a denominar el "reflejo de la sombra" y que bosquejo a continuación disculpándome de su simplicidad y reducción y en la esperanza que tu agudeza supla la cortedad de la idea y tu bondad el exceso del escrito. Porqué si bien es cierto que nos observamos mucho más de lo que nos tratamos y conocemos, y que por tanto ninguna tarea en común nos hemos propuesto diga de este nombre, no es menos cierto que está siempre atento, que de ello vive, el ogro que nos ata y violenta a unos y a otros y también a terceros a su alcance sin distinción. Mientras sodomiza a unos en la máxima penumbra y griterío que sea posible en su laberinto institucional creado para su perverso goce, en estos mismos espejos nuestros estudia la reacción de los otros, y en base a este estudio construye el siguiente contraluz, el juego de distracción o el reservado donde sodomizará a su vez a estos otros. Hay pues un cruce de miradas mucho más intenso y múltiple y es el ogro quien domina a la perfección las luces y el movimiento de la escena, y por tanto nuestras recíprocas miradas. Y aún me atrevo a pensar, y no sé si estoy bien en lo cierto porqué muy a menudo me confundo y llego a pensar que interpretamos una obra de despropósitos de ciegos para ciegos, que en estos espejos nuestros cada vez más diáfanos gracias a los esforzados de unos y otros, (cosa que casi nunca se reconoce porqué esta ignorancia forma parte del juego de sombras del ogro), pero aún borrosos y con opacidad suficiente para impedir que seamos nosotros quienes dominemos al fin la escena, nuestras respectivas escenas que nos pertenecen, confluyen miradas quizá más débiles pero no por ello menos reales, tanto de gallegos y canarios, como de ojos abiertos e inocentes que están deslumbrados por la propia sombra a la que pertenecen o que han sido por ella deglutidos. Ciertamente, ahora mismo, sin el cruce de nuestras miradas que fue la idealización del Plan Ibarretxe por la parte de la sociedad catalana más consciente de la naturaleza del ogro, no se entiende la eclosión de las consultas municipales sobre la independencia, y sin este binomio y la explosión retardada que significa el reciente varapalo judicial europeo al juez más "democrático" de la obra española en relación a sus actuaciones en Cataluña no sólo reprobables sino delictivas en el lejano año olímpico, no se comprenden las huidas hacia adelante de la "Audiencia Nacional" con toda la teatralidad anti ETA en el caso de los batasunos en plena reformulación de su estrategia, y de la Guardia Civil y las esposas a gente del máximo nivel del ya amortizado catalanismo regionalista, ni el coro satisfecho de la caverna al ver por los suelos el decorado del oasis catalán que fue el instrumento, hoy ya inútil, para amordazar no solo una identidad, sino cualquier petición de justicia o reparación substancial políticamente. Nadie sabe que nos depara el futuro inmediato, pero estoy seguro que el juego de sombras va acelerarse extraordinariamente en relación proporcional a la transparencia de nuestros espejos, con lo cual podría ser que el ogro pierda el control a plena luz de la escena que es seguida por otros terceros muy preocupados, y creo que irritados, por la inepcia y estulticia de gente tan hostil como soberbia. La carrera será ahora entre el populismo visceral del premonitorio "Viva Honduras", pues hacia aquella indignidad vamos todos juntos, y un "Visca/Gora Europa" que está por construirse con suficiente solidez para salvarnos del imán sudamericano que atrae España a su ruina. Quizá en esta construcción deberíamos salirnos de nuestros espejos y miradas y encontrarnos en el esfuerzo de describir el ogro y su sombra. Podría ser que la luz proyectada lo destruya para felicidad nuestra y de todos aquellos terceros perjudicados. Merece la pena el intento. A.M.G.

Garate dijo...

Me han encantado la perspicacia y perspectiva del amigo A.M.G. Las ideas están perfectamente expresadas y las comparto al 100%. No se me ocurre nada más que añadir; sería supérfluo.

El ogro se ubica en una especie de "panóptico", al modo de Foucault, juega con los espejos y así nos maneja a su antojo, por lo menos mientras sigamos en su rueda.

Olvidar el hispanocentrismo y su apéndice americano y mirarnos en Europa son dos recetas muy prácticas y relativamente sencillas.