Llevo ya una larga temporada leyendo en el diario Noticias de Gipuzkoa unas entradas periódicas (¿publicidad?) en relación con la llamada “Paz de los Pirineos”, siempre bajo la referencia a una página web del ayuntamiento de Hondarribia. Según el contenido de la misma parece que dicho ayuntamiento tiene un especial interés en conmemorar el 350 aniversario de aquella fecha. No entiendo demasiado qué podemos evocar los vascos con este motivo, aunque mucho menos entendería que se pretendiera “celebrar” algo.
Vayamos por partes. En 1648, con la Paz de Westfalia, se dio por finalizada la guerra de los “Treinta años” que cerró la etapa de las guerras de religión que había asolado el centro de Europa hasta esa fecha. Westfalia supuso el inicio en Europa de la época de los denominados estados-nación y de sus fronteras impermeables. Con ella nace el sistema de estados europeos que todavía está en vigor.
En esta época sucedieron dos hechos de gran importancia para la organización interna de Europa. El primero fue la independencia de Portugal en 1640, sometida a la monarquía española desde 1580 con el Duque de Alba como conquistador. Uno más de la saga de triste memoria: Navarra, Flandes, Portugal… La férrea política unitaria, castellanista, del valido de Felipe IV de Castilla el Conde-Duque de Olivares, originó el segundo acontecimiento y llevó a Cataluña, en el mismo año (1640), a una guerra de secesión respecto a la monarquía española en la que los catalanes trataron de apoyarse en la potencia de la francesa. La independencia de Portugal con el soporte británico fue, tal vez, el origen de la derrota de Cataluña con un tibio apoyo francés, ya que Castilla difícilmente hubiera podido mantener con éxito ambos frentes abiertos. La victoria de Portugal permitió a Castilla centrarse sobre Cataluña y derrotarla. La guerra terminó con un armisticio entre las monarquías española y francesa, en el que el Rosselló y la Cerdanya pasaron, en 1652, al control de la francesa.
La “Paz de los Pirineos” vino a corroborar, en 1659, lo ya acordado en 1648 en Westfalia y, sobre todo, las mugas entre ambas monarquías. Evidentemente tal acuerdo supuso la partición de Cataluña entre españoles y franceses. Además, en nuestro caso, implicó el reconocimiento como definitivo de la división de nuestro país ya efectuada bastante tiempo atrás con la conquista y ocupación de la Alta Navarra en 1512-24. Precisamente en 1524 tuvo lugar la defensa de la plaza de Hondarribia, su último reducto, por los resistentes navarros frente a las tropas castellanas.
La llamada “Paz de los Pirineos” constituyó un hito más, uno de los de mayor trascendencia, en la constitución de la Europa de los estados que hemos sufrido durante tantos siglos y que nos impide, aquí y ahora, tanto a navarros como a catalanes tener nuestro lugar propio en Europa. Para lograr un estatus político que se aproxime a la normalidad lo primero que tendría que abolirse es, precisamente, la “paz” que consagra nuestra división y sometimiento a dichos estados, como paso previo para la consecución del nuestro propio.
¿A qué juega el ayuntamiento de Hondarribia con esta conmemoración? La Isla de los Faisanes tiene el suficiente encanto natural como para no necesitar de unos fastos que celebran el hecho histórico que origina la división y sometimiento de Cataluña y ratifican la nuestra.
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