14 julio 2008

POLÍTICAS VIOLENTAS

De su subtítulo, “Una historia de la insurgencia, el terrorismo y la guerra de guerrillas desde la Revolución Americana hasta Iraq”, se podría deducir que estamos ante un libro de historia. Del perfil de su autor, William R. Polk, que nos encontramos ante una obra eminentemente política. Y efectivamente en esta estupenda colección de trabajos que constituyen el libro hay de todo: hay mucha historia, más o menos reciente, y hay, sobre todo, un buen análisis político de cada situación planteada.

El autor trabajó, ya en 1961, en el “Consejo de Planificación de Políticas” del Departamento de Estado estadounidense durante el mandato de John. F. Kennedy. A partir de 1965 volvió a la docencia en la Universidad de Chicago donde creó el Centro de Estudios de Oriente Medio. Previamente a su participación en la administración Kennedy, había sido profesor de Política e Historia de Oriente Medio y de lengua árabe.

La obra consta de 11 trabajos precedidos por una Introducción y se cierra con una Conclusión. Los capítulos están distribuidos según diversas situaciones históricas en las que una ocupación extranjera se ha tenido que enfrentar a un modelo de guerra situado fuera de los cánones convencionales. Se trata de lo que se ha denominado como guerras de guerrillas, en las que una de las partes es, habitualmente, un ejército en el pleno sentido, pero que en las que la otra son combatientes que luchan en grupos pequeños, sorprenden al ejército invasor en acciones breves pero normalmente muy destructivas, tras de las que desaparecen y en las que los combatientes vuelven a sus tareas normales, en general en el campo; para atacar de nuevo, por sorpresa, lejos del lugar del asalto anterior.

El primer caso que plantea Polk es, posiblemente, el más extraño dentro del modelo “resistencia autóctona” frente a “invasión extranjera con ejército convencional”. En efecto, la lucha de los criollos de América de Norte en contra de los colonos británicos no se puede equiparar a cualquiera de los conflictos incluidos en el resto de trabajos. Un caso semejante al de filipinos frente a españoles, irlandeses frente a ingleses o argelinos contra franceses, por poner tres ejemplos también citados en la obra, supondría la rebelión de los propios nativos indios frente a los conquistadores británicos, pero no la rebelión de los criollos. No obstante, su lucha por la emancipación de la metrópolis presenta, en la práctica, características semejantes a posteriores conflictos independentistas.

El segundo caso que presenta Polk, referido al conflicto de “los españoles” con los ejércitos franceses, tras la ocupación napoleónica de la península Ibérica, resulta poco preciso y, por supuesto tal y como lo plantea, contradictorio. Polk reconoce a Navarra como el eje guerrillero fundamental contra los franceses, pero no expone las causas específicas de su lucha.

En Vasconia se produjo un fenómeno muy interesante de aceptación, entusiasta en ocasiones, de los franceses invasores. El caso de Gipuzkoa es clamoroso, pero sucedió de modo análogo en Navarra. El conflicto con la monarquía española y sus tendencias uniformizadoras era ya manifiesto cuando Napoleón invadió la Península, su origen se centra principalmente en la etapa de Godoy, y de ahí procede la buena aceptación de los franceses. Es suficiente recordar los acontecimientos de la “Guerra de la Convención”. Vascos del Norte del Pirineo, como los hermanos Garat, ya plantearon la independencia vasca, bajo protectorado francés, con el nombre de “Nueva Fenicia”. El absoluto desprecio manifestado en la práctica por las tropas de ocupación hacia el régimen político propio de los vascos, el sistema foral, provocó un levantamiento de tipo guerrillero de gran magnitud y con importantes éxitos propios.

Las motivaciones de lucha en Catalunya fueron semejantes a las navarras pero distintas de las de otros territorios de la monarquía hispana, aunque coincidentes todas ellas en la finalidad última de derrota y expulsión de los “franceses”. Pienso que ahí radica la confusión de Polk y el que en su libro todos aparezcan como “españoles”, con criterios y móviles uniformes. En todo el análisis referido a este periodo subyace también la propaganda nacionalista hispana que considera la guerra de la “Independencia” como uno de los principales mitos fundadores de su “nación española” moderna. De modo semejante a como consideran la etapa visigoda como su origen más remoto y la “reconquista” peninsular a los musulmanes como su fase de consolidación.

Otro conflicto notable planteado por Polk y que presenta especificidades muy interesantes es el de “Yugoslavia” frente al nazismo alemán. Su eje central es la figura de Josip Broz, Tito, croata de nacimiento, que concibió un movimiento de resistencia conjunto de las diversas naciones balcánicas a la ocupación nazi, siguiendo la estela de la recién nacida Yugoslavia tras la primera Guerra Mundial, como amalgama de serbios, croatas, eslovenos, bosnios, montenegrinos y macedonios principalmente. Todo ello a pesar de la importante colaboración croata con los alemanes. En cualquier caso, y a pesar de los éxitos logrados frente al nazismo alemán, su escasa consistencia y mala trabazón política y social se comprobó tras la caída de los regímenes comunistas del Este europeo, los conflictos consecuentes y los sucesivos procesos de independencia.

El resto de trabajos, en los que filipinos se enfrentan con españoles y estadounidenses, irlandeses con ingleses, griegos con alemanes, keniatas con británicos, argelinos y vietnamitas con franceses, vietnamitas con estadounidenses, afganos contra británicos y rusos, plantean conflictos similares, aunque con características y formas de resolución muy distintas, dependientes de las características tanto de cada una de las sociedades dominadas como de las de la potencia dominante.

El hilo conductor que subyace a todo el libro es la insurgencia popular, nacional, frente a ocupantes con ejércitos regulares. Polk aplica la tesis de Mao de que los insurgentes o guerrilleros se mueven “como el pez en el agua”. El “agua” es el conjunto de la población propia, que es vejada por los invasores y que, por lo mismo, aborrece de ellos. El guerrillero encuentra ahí su aprovisionamiento, refugio y apoyo moral, en resumen es su “mar”. Sin ese “mar” poco podrían hacer las guerrillas, los “peces”, en contra de los ocupantes y sus días estarían contados.

En la mayor parte de las ocasiones que cita Polk existe una persona (también un movimiento o partido, en la mayoría de la ocasiones), con gran carisma, inteligencia y capacidad de liderazgo, que favorece los logros insurgentes de forma decisiva. Tanto que hay casos como los acontecidos en Filipinas en varias ocasiones, tras el inicio de su emancipación con relación a España, en las que la neutralización del líder supuso la derrota temporal de la insurgencia.

A lo largo de la obra se percibe claramente que su objetivo no consiste simplemente en narrar y analizar unos hechos unidos o relacionados por las características semejantes que ya he señalado. En el libro se plantea el propósito firme de extraer conclusiones consistentes y que el autor aplica, al final del mismo, a las últimas intervenciones de Estados Unidos en Iraq, Afganistán y Somalia. A todas ellas, siguiendo el hilo de libro, se puede aplicar la misma lección. Se trata de una potencia con ejército regular que ocupa territorio con población autóctona más o menos estructurada, con fines variados, económicos directos, geoestratégicos etc., y que produce rechazo de la misma, la cual se defiende mediante un conflicto guerrillero e insurgente. Se trata de una guerra atípica en la que la potencia ocupante puede “vencer” militarmente (aunque no siempre), pero a un costo tan inmenso que, normalmente, culmina con el abandono del territorio ocupado, con la consiguiente victoria final de los insurgentes.

Un caso muy importante de este tipo de guerra y que no aparece en la obra, es el de Vasconia durante el siglo XIX. Efectivamente el conflicto planteado durante la primera guerra Carlista (1833-1839) y su evolución, responde en gran parte a los criterios planteados por Polk Se trata de una insurrección popular en defensa del estatus político propio, que ya se había manifestado frente a los franceses tras la invasión napoleónica, ante el intento de aniquilación del sistema foral por los diversos gobiernos españoles. El conflicto se inicia como una guerra de guerrillas en la que brilla el genio de Tomás de Zumalakarregi, y continua con la consolidación de un ejército carlista, y la consiguiente transformación en guerra “regular” y una administración propia en los territorios liberados. Con la desaparición de la figura carismática del general Zumalakarregi, por herida de cañón en el sitio de Bilbao en 1835, se inicia el declive carlista y, tras la continuación de un conflicto bélico de tipo tradicional, se llega a la derrota y al armisticio de Bergara (1839).

El conjunto de agresiones que provocaron dicha guerra agravó una herida, iniciada en los largos episodios de ocupación del Estado navarro (1200, 1461, 1512-24, 1620) que no sólo no se ha cerrado todavía, sino que cada vez que hay un “acuerdo” tras la derrota, cicatriza en falso, de modo que todos los conflictos de Euskal Herria con el Estado español, que prosiguen durante el resto del siglo XIX y perviven en el XX y XXI, son continuación del primero.

Se trata de un libro serio y, desde mi punto de vista, con análisis muy certeros al mismo tiempo que ameno. Plantea con rigor la gran dificultad que supone marcar los límites entre la violencia implícita en la “política convencional” y la violencia estructurada en insurrección. Es sabido que toda política expresa de forma, más o menos manifiesta, los conflictos sociales que subyacen en las sociedades correspondientes y que siempre lleva asociada el ejercicio de un determinado nivel de violencia, bien en potencia, como amenaza, o en acción, como ejercicio de actividades cruentas y conflictos guerrilleros o bélicos, sobre todo en situaciones “no democráticas” como lo son las que se derivan de ocupación de territorios y poblaciones y la aniquilación de sus instituciones públicas, lengua, cultura y, en general, modos de vida.

El trabajo de Polk es una obra sobre historia y política, pero con un fuerte componente de tesis sobre los conflictos en los que actualmente están inmersos con mayor (Iraq y Afganistán) o menor (Irán) intensidad bélica los Estados Unidos de América del Norte. Es un aviso para navegantes.


“Políticas violentas. Una historia de la insurgencia, el terrorismo y la guerra de guerrillas desde la Revolución Americana hasta Iraq”
William R. Polk
Barcelona 2008
La Vanguardia. Librosdevanguardia

1 comentario:

Shaudin Melgar-Foraster dijo...

No he leído el libro de William R. Polk, pero quisiera comentar unos puntos basándome en este análisis sobre el libro.
El hecho de que Polk se confunda cuando se refiere a las luchas contra las tropas napoleónicas en los territorios de la monarquía hispana, incluyéndolos a todos de forma uniforme, no me extraña puesto que la noción de una España uniforme prevalece en Norteamérica incluso entre especialistas en historia y ciencias políticas, con la excepción de los que se han especializado en naciones sin estado.
Estoy de acuerdo en que la lucha de los criollos de la América del Norte en contra de los británicos no se puede considerar como resistencia autóctona, de ninguna manera. Efectivamente, en el caso de Norteamérica la única resistencia autóctona que se puede contemplar es la de las verdaderas poblaciones autóctonas, es decir los nativos que poblaban estos territorios desde hacía milenios. El hecho de envolver a los criollos dentro de una resistencia guerrillera en contra de un ejército convencional me parece un error en el libro de Polk. Los criollos también tenían ejército, un ejército liderado por grandes terratenientes y explotadores, como por ejemplo George Washington, quienes querían apoderarse de las tierras de los nativos a cualquier precio y necesitaban sacarse de encima el control británico. Por supuesto, poner a los criollos como resistencia autóctona contra el invasor es una forma de evitar hablar sobre la resistencia de los verdaderos nativos. Según entiendo por el comentario sobre el libro, Polk no hace ninguna referencia a este punto, lo cual me parece inadmisible dado el tema del libro. La resistencia guerrillera de diversos grupos nativos de la América del Norte, con líderes excelentes y estrategias guerrilleras asombrosas, en contra del ejército estadounidense no se puede ignorar en un estudio semejante. Y en cuanto a la aplicación de la tesis de Mao no se podría encontrar un ejemplo más acertado que la resistencia de los apaches liderados por Gerónimo.
Shaudin