11 marzo 2005

¿SIN ESTADO?

Leo en el diario AVUI de 11/03/2005 un artículo de Jordi García Petit con este mismo título.

El artículo es una encendida defensa del “estatu quo” de Cataluña, y supongo que del resto de Países Catalanes y, por supuesto de Vasconia y Galicia, tal como está organizado en el actual “Estado español de las autonomías”.

Ridiculizando las posiciones de quienes defienden la necesidad de un Estado propio para los Países catalanes y luchan políticamente por conseguirlo, dice que quienes defienden la necesidad de un Estado catalán piensan que “...(sin Estado) la comunidad humana catalana sería como una especie de limaco colectivo que iría por la vida sin caparazón institucional”.

García Petit defiende que la Generalitat es un poder público, que es Estado, que es una parte del gobierno del Estado y que, por ello, Cataluña ya tiene Estado con “soberanía” sobre su territorio. Pero claro está, es una parte ... ¡del Estado español!

García Petit “olvida” el pequeño problema que supone el hecho de que es el propio Estado español el que desde siglos atrás ha ejercido sobre las naciones “periféricas” de la península una permanente presión, que se tradujo en conquista y destrucción de sus instituciones propias y desembocó en un intento, conseguido en parte, de asimilación y aniquilamiento, del que solo logró librarse Portugal. Su lengua y cultura, su patrimonio en general, han sido perseguidos con astucia y saña, cuando no con violencia directa.

Quienes en esta etapa histórica gobiernan el Estado español no reniegan de sus antecesores. No reniegan del franquismo ni de la estructura unitaria de su Estado en la que no hay más soberanía que la del “pueblo español” del cual catalanes y navarros formamos parte obligada por el “justo derecho de conquista”.

Hoy en día en nuestro mundo la única institución reconocida nivel internacional como sujeto político es el Estado y es la única con capacidad de decidir sobre cuestiones tan vitales como las lingüísticas, educativas, ecológico-paisajísticas y sobre tantas otras que antes se denominaban, desde una perspectiva excesivamente antropocéntrica, como “recursos”.

Si queremos vivir, “ser”, con dignidad y personalidad propias, necesitamos nuestro propio Estado, navarros y catalanes, catalanes y navarros, tanto da. Cada uno el suyo. En una Europa democrática y en un mundo más justo.

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