Se
trata de una crítica coral al Institut Nova Història, una iniciativa de la
sociedad civil, y en concreto al historiador Jordi Bilbeny que lo encabeza. El
País ha recogido el guante de los catedráticos hispanos (lo titulan: La tierra es plana… en Cataluña), lo ha
cocinado a fuego lento y lo ha servido al público de masas como plato de
escarnio. De propaganda. De paso, ha aprovechado el impulso y ha cargado contra
Pujol, la prensa catalana, el ‘procés’, ERC, Carod-Rovira, el sociólogo
Salvador Cardús, la escritora fallecida Patricia Gabancho, el periodista Enric
Vila y el lucero del alba por si en algo les iluminaba.
El
debate, de largo recorrido, no deja indiferente a nadie porque trasluce la
sombra de muchos resabios e intereses. La historia de los pueblos siempre
arrastra un trasfondo político, de relato nacional, y los Estados (y quienes
pretenden serlo) se juegan mucho en ese campo. Claro que unos juegan con
tiragomas, y otros con quincalla intergaláctica. De ahí el primer sobresalto,
el de descubrir una falange de catedráticos de prestigiosas universidades
arremetiendo contra un institut de la
calle, privado, una iniciativa de la sociedad civil, como quien dice un cine de
barrio. Y El País, con su potencia de fuego, con su arsenal pirotécnico,
bombardea por todo lo alto.
La
segunda reflexión, en clave irónica, nos lleva a constatar el esfuerzo
invertido, seguramente con rigor y seriedad, para desmontar las mitificaciones
e inexactitudes del Instituto catalán. Más de un autor, de las propias filas
del catalanismo (Vicent Partal lo menciona en Vilaweb. “Bilbeny y los demás”) lo ha comentado hace mucho. Sin
rigor histórico el relato no se sostiene. Se desacredita. Pero que sean los
historiadores españoles quienes levanten la perdiz tiene su cosa.
Llevan
años blanqueando la “historia de España” y tapando los chorretones que se les
corren por la fachada. Porque la suya
es fachada, de fachas. La leyenda negra
de un imperio en el que no se ponía el sol, dice El País, es un invento inglés
para descalificar la empresa hispánica de cristianizar el mundo. No hay
justicia en hablar de genocidio en la conquista de América, ni del ‘hombre del
saco’ (el duque de Alba) en la memoria infantil de Flandes, etc.
“La
catalanidad de Colón es una hipótesis que menea el rabo desde hace más de un
siglo” (sic). El País argumenta que es ridícula esta idea (lo rechaza
científicamente la Seudohistoria…),
que Cristóbal Colón fuera catalán. Pero ese rigor exquisito no viene a cuento
cuando se sostiene que Elkano era español –y no vasco-; que el emperador
Adriano era español –y no romano nacido en la Bética-; que el Cid fue un
personaje histórico y no un mito de literatura o leyenda; que Roldán fuera un
héroe (con monumentos en abundancia); que los musulmanes vencieran a
Carlomagno; o que los reyes godos fueran el origen de la monarquía hispánica.
Vivimos
en una atosigante atmósfera de historicismo y nacionalismo banal español, el
castellano es la lengua elegida para hablar con Dios, con glorias subrepticias
y calles dedicadas a generales franquistas, gobernantes genocidas, reyes
despóticos, reinas corruptas… Y estos historiadores se crispan porque alguien
discute el pueblo donde nació Colón.
La
polémica nos preocupa porque no se limita a Cataluña ni al ‘procés’. También
nos salpica. Nos inquieta porque si alguien ha manipulado y utilizado en su
favor la historia es España. Las conquistas, expolios, destrucciones de lenguas
y culturas en general llevadas a cabo por el imperio español, entre las que se
incluye la nuestra, han sido reflejadas por historiadores de todo el mundo, y
aquí se niegan. Con absoluta desfachatez. Y nos preocupa que se sostenga
“académicamente” que Navarra se incorporó -por propia voluntad- a España. Que
en San Marcial lucharon los iruneses (?) contra los franceses. En la guerra de
Navarra. Que la regresión del euskera se debe a la desidia de la gente, y no a
un supremacismo y una represión que todavía hoy colean (lo vemos a diario en la
educación, en la prensa, en la calle).
En resumen, que la polémica y la manipulación de la Historia están
ahí; es evidente; pero si hay alguien que sostenga, como dice El País, que la
Tierra es plana, seguro que está en la Academia Española.
Angel Rekalde / Luis María Martinez Garate
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