Por
edad era, evidentemente, una persona mayor de casi 96 años. Pero nadie que
hablara con él podría pensar que estaba frente a un anciano. Se encontraba ante
alguien de una vitalidad portentosa, de una capacidad de plantear la realidad
–social, económica, política- del mundo y de Euskal Herria sin ningún tipo de
complejos. Sonará a tópico pero Juan Zelaia era un hombre rebelde y crítico,
joven en una palabra.
Los
años le aportaron una capacidad constructiva de la que dio muestras toda su
vida. Apoyó prácticamente todas las iniciativas surgidas en nuestro país en
apoyo de su lengua, de su cultura, de su actividad política, no entendida al
modo cortoplacista de los partidos que actualmente sufrimos, sino en su pleno
sentido liberador de una nación sometida, ocupada, en una palabra sin libertad.
Desde
el primer momento en que conoció el proyecto Nabarralde se sintió vinculado al
mismo con la intensidad e ilusión propias de un joven. Como consecuencia de su
implicación y como reconocimiento a su continua labor en pro de las iniciativas
que fueran positivas para construir la nación que hoy debe ocupar su lugar en
el concierto internacional como sujeto político, como un Estado, recibió en
2014 el Nabarralde Saria en su casa
de Oñati.
Se
ha hablado de Juan Zelaia como mecenas
de la cultura vasca. El concepto se queda corto para Juan Zelaia. Era mecenas en el sentido de apoyar de modo
económico las causas relacionadas con la lengua, la cultura (incluyendo el
deporte), la política que posibilitaran su emancipación, pero era mucho más.
Participaba en todas las actividades con una enorme ilusión y empuje. No estaba
detrás de las actividades que
apoyaba, estaba a su frente tomando, en muchas ocasiones, la iniciativa.
Por
su origen familiar, Gebara casa gamboina
pronavarra por tanto, en la actual Araba; por su nacimiento, vida y, hoy,
muerte en un territorio atípico, distinto, independiente en cierto modo, que no
se incorporó a la provincia de Gipuzkoa hasta 1845, fue un vasco alejado de los
conflictos “provincianos” que tanto mal nos han hecho a los vascos.
Lo
que sí defendía Juan Zelaia con energía era su adscripción a Navarra como
Estado histórico de los vascos y como perspectiva de futuro de una nación
baqueteada por dos potencias imperiales, España y Francia, durante muchos
siglos. Demasiados.
Esker
anitz, Juan Zelaia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario