En
nuestro entorno más próximo hay dos procesos en marcha cuyo objetivo manifiesto
es la independencia política de sendas naciones europeas: el Principado de
Cataluña y Escocia. La conmemoración, un año más, de la batalla de Noain, en la
que el reino de Navarra vio arrebatada la independencia de su parte territorial
y demográfica más importante a manos del incipiente imperio español, es un
momento oportuno para reflexionar sobre la falta de un proceso similar en Navarra;
es decir, una vía orientada a la consecución de su independencia, a la
recuperación de su Estado histórico.
Afirmaba
Stendhal que “los pueblos no tienen nunca más que el grado de libertad que su
audacia conquista sobre el miedo”.y en nuestro país, nuestra nación, parece que
el miedo se impone sobre la audacia. El miedo en forma de no querer llamar a las cosas por su nombre y
disimular la radical y democrática reivindicación de independencia tras otras
denominaciones más tibias, en el mejor de los casos, o detrás de ninguna en el
peor.
Si
no tenemos la audacia de reconocernos como sujeto y de fijarnos como principal
objetivo político su consecución en forma de Estado propio, nadie nos lo va a
reconocer por nuestros ancestros paleolíticos que tan maravillosamente pintaron
Altxerri y Ekain, ni por la existencia durante un milenio de un reino
independiente que “asombrará al mundo”, ni por la pervivencia de una lengua
preindoeuropea sin parientes próximos conocidos. Nada de ello nos
servirá, por sí solo, para garantizar nuestra presencia efectiva en el mundo.
La
única garantía radica en nuestra voluntad política, en nuestra audacia, en
nuestra capacidad de anteponer una perspectiva nacional a las miopes visiones
partidistas, en el diseño de una estrategia que sea capaz de hacer frente
eficaz y eficientemente a las políticas asimilacionistas y destructivas, formas
ya calificadas desde mucho tiempo atrás como imperialistas. Los estados español
y francés tienen como objetivo nuestra desaparición del mapa como sociedad
diferenciada. No oponer a ese empeño una estrategia propia, equivale a entrar
en su juego; y la preeminencia de las opciones partidarias sobre el objetivo de
la independencia de la nación es una muestra palpable de ello.
La
Unión Europea –Unión de estados, no lo olvidemos-, no va a solucionar ningún
problema que nosotros no seamos capaces de plantear y resolver por la única vía
como se resuelven los conflictos sociales y políticos: estableciendo la
confrontación a nivel estratégico, en el plano de la relación de fuerzas
sociales. Muchos pretenden hacerla equivaler a los resultados electorales y
esto no es exacto. Los resultados electorales pueden ofrecer tendencias, pero
no expresan fielmente la realidad profunda y de largo alcance de la confrontación
social, ya que están muy mediados por los aparatos de propaganda de los
estados, y alienados por los mecanismos de asimilación del sistema
jurídico-político. Son un reflejo pálido y puntual en el tiempo y en el
espacio.
Noain
siempre ha sido un referente en la reivindicación de que la sociedad vasca
nunca ha aceptado por su propia voluntad los procesos de conquista que la han
ocupado y troceado a lo largo de siglos. Noain ha sido y sigue siendo un foco
de la resistencia del pueblo vasco frente al asimilacionismo hispano-francés.
Noain debe ser también una expresión del inicio de la estrategia necesaria, la
vía vasca, para avanzar realmente hacia el logro de nuestro único objetivo
democrático: la independencia del Estado de Navarra.
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