LUIS Mª MARTÍNEZ GARATE: “Los estados español y francés siempre han tratado de centrar a cada parte de Vasconia en su imaginario nacional”
Nabarralde acaba de publicar el último libro de Luis Mª Martínez Garate, Ustaritz 1789. Laburdi en la Revolución Francesa, en la que habla de la situación de dominio que sufre el pueblo vasco por parte de dos estados (el español y el francés) y la existencia de una frontera que lo divide desde 1659, con lo que ello implica: el desconocimiento mutuo de la historia de la vasconia peninsular y la vasconia continental. El libro pretende dar a conocer al conjunto vasco hispanohablante algunos de los acontecimientos acaecidos en Lapurdi como consecuencia de la Revolución Francesa y sus efectos sobre la población.
¿Cómo y dónde surge la idea de escribir este libro?
En la primavera de 2017 un amigo uztariztarra, Beñat Castorene, me propuso la idea de conocer a Michel Duhart y hablar sobre sus estudios referidos a Ustaritz y Laburdi en general. Duhart es un gran conocedor de la historia, de los acontecimientos y lugares, del País Vasco continental. Pasa de los noventa años y goza de un mente espléndida. Uno de sus trabajos lleva por título Ustaritz au temps de la Révolution y versa sobre los avatares de la comuna en los tiempos convulsos de la misma (1789-1800). La intención de Michel Duhart era hacer partícipe a la población hispanohablante del área peninsular de Euskal Herria de los acontecimientos vividos y sufridos por su zona continental, desconocidos, en gran parte, a causa de los sistemas educativos de los estados que dividen nuestro país.
Se trataba de dar a conocer unos hechos que afectaron de modo muy grave la cohesión social y política de la Vasconia norpirenaica y sin los que no podríamos construir el relato completo de nuestra nación. Acepté el reto y, aprovechando una etapa de retiro forzado por una rotura del tendón de Aquiles, trabajé en una contextualización histórica de la Revolución francesa y en una breve síntesis de la historia de Laburdi y Baiona que junto con la organización de los datos recogidos por Duhart en su estudio, constituyen el fundamento de mi trabajo divulgativo. Porque hay que resaltar que no es una obra de investigación ni de reflexión. Simplemente de divulgación.
En el mismo, hablas de cómo afectó la Revolución Francesa en Ustaritz. ¿Por qué, precisamente, ese lugar?
Por tres razones. La primera porque el trabajo de campo estaba realizado ya por Michel Duhart con base a los archivos municipales de Ustaritz. En segundo, porque Ustaritz es la “capital” histórica de Laburdi al haber acogido las reuniones de su biltzar o asamblea de los representantes de su organización foral. Y la tercera, por ser una comuna representativa del conjunto lapurtarra, de modo que lo acontecido en la misma podría ser extrapolable al resto.
El pueblo vasco lleva siglos dominado por dos estados, divididos por una muga férrea. ¿Cuáles dirías que son las principales consecuencias de esta división?
La pregunta implica una respuesta larga, pero para sintetizar al máximo diré que la partición de Euskal Herria entre dos estados absolutistas, predecesores de los modernos sistemas totalitarios, fue creando ‘dos’ vasconias ya reconocidas por Oihenart en 1637 en su Notitia Utriusque Vasconiae…, la ibérica y la aquitana. Los estados son elementos fundamentales para la construcción nacional y el español y el francés siempre han tratado de centrar a cada parte de Vasconia en su imaginario nacional. Para ello reescriben la historia según sus intereses e inculcan una memoria adscrita a los mismos.
¿Dirías que es tal la división, que desconocemos la historia del otro?
Por supuesto que la desconocemos. Pero sobre todo lo que sufrimos es una aculturación memorial. Desde niños, los franceses construyen sus personajes y lugares de memoria basados en la grandeur de la France. Los galos, nuestros antepasados; Clovis, el gran rey converso; San Luis, el rey santo; Juana Arco, la heroína de la independencia; Luis XIV, el esplendor de la monarquía absoluta; el Siglo de la Luces, con Diderot, Voltaire, Rousseau..; la gran Revolución, partera de la democracia moderna; Napoleón y su imperio; etc. Los españoles nos han inculcado los suyos. El esplendor de la Hispania romana; la gran unificación visigoda entorno a Toledo; su recuperación, tras la conquista musulmana, en ocho siglos de Reconquista; los gloriosos descubrimiento, conquista y cristianización de América; el Imperio en el que “no se ponía el sol”; el Siglo de Oro; la Guerra de la Independencia frente a los franceses, con Agustina de Aragón al frente; etc.
Quitando la fuerza del hecho lingüístico, han tratado de destruir todos los referentes comunes entre ambas vasconias.
Principalmente, ¿qué consecuencias tuvo la Revolución Francesa en Lapurdi y en general, sobre el pueblo vasco de la parte continental?
La fundamental fue la destrucción de la organización social y política propia, expresada en la abolición del sistema foral en 1789. También fue la consolidación del sistema unitario francés, incluyendo sobre todo la persecución lingüística.
¿Que suponía ser vasco en la Lapurdi de la Revolución Francesa?
Suponía tener un modo de organización social y económica propio y un sistema político, aun subsidiario al francés, de una relativa autonomía. La Revolución se lo llevó todo por delante.
¿Se puede reconstruir o construir, de alguna manera, el imaginario y el relato de la historia común del pueblo vasco, alejado del español y el francés?
No sólo se puede, sino que se debe. Hay que desvelar todos los mitos impuestos por ambos estados y rebelarse contra ellos. El modo mejor de hacerlo es (re)construir la historia desde un punto de vista auto-centrado, desde la perspectiva nuestro pueblo como sujeto. Y trabajar los lugares y hechos memoriales propios con esta perspectiva.
¿A qué se refiere Carod Rovira cuando dice que una nación es, sobre todo, un relato? ¿Y cómo se aplica esto al pueblo vasco?
Es una feliz idea de Carod Rovira. Sin un relato compartido, no se puede considerar que una sociedad constituya una nación. Ese relato es sobre todo un hecho memorial vivido. La memoria común lo construye y, a su vez, el relato la realimenta.
Sin memoria común no se pueden hacer planes y sin planes compartidos no hay un futuro propio viable. El hilo que va de la memoria al futuro pasa por el relato. De ahí el interés de los estados que nos dominan de controlar la historia, sí, pero sobre todo la memoria y el relato. Y así, mantener su dominio. En nuestro caso, se trata de reconocer como propios los referentes memoriales de la parte ocupada por el otro Estado, de relacionarlos con los ya asumidos y construir un relato autocentrado, el de la nación vasca y su Estado, Navarra.
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