El Centro de Cultura Koldo
Mitxelena de Donostia-San Sebastián es un equipamiento público que la
Diputación Foral de Gipuzkoa destinó a biblioteca y lugar de diversas
actividades culturares, como exposiciones, conferencias, representaciones de
teatro o interpretaciones de diversos tipos de música.
Un equipamiento público
tiene como misión dar el mejor servicio posible a sus usuarios en el ámbito en
el que tiene su competencia, el de la cultura en este caso. Su nivel de calidad
se mide por el grado de satisfacción de los mismos. En los 25 años de
funcionamiento tanto el número de usuarios/socios, muy alto, como el de
reclamaciones detectadas, bajísimas, nos dan una idea del mismo.
A la vez, Koldo Mitxelena
representa un buque insignia de la cultura vasca en el nivel de bibliotecas y
fondos documentales, como el Julio de Urquijo. De modo semejante a como The New
York Public Library o la del Trinity College de Dublin son emblemas culturales
de ambas ciudades, Koldo Mitxelena es el equipamiento que se muestra a
personalidades del mundo de la cultura de otros países cuando visitan Donostia.
Koldo Mitxelena es un punto
de referencia clave para cualquier persona que quiera acceder a una novela, sí,
pero también a estudios de historia, geografía, sociología, economía,
psicología… o de las ciencias de la naturaleza, para componer un trabajo,
estudio o simplemente obtener información.
En resumen, Koldo Mitxelena
es un equipamiento que funciona perfectamente. Tiene, evidentemente, los achaques
de una obra con una antigüedad de 25 años, las carencias de diseño de
accesibilidad inherentes a su época y los deterioros propios del paso
inexorable del tiempo y del uso.
Esto nos lleva a la
necesidad de cambios. Pero estos deberían ir encaminados principalmente a
solucionar los citados males, vinculados a la etapa de su gestación, a las
carencias en los aspectos de movilidad principalmente, a las obsolescencias de
algunos de sus elementos y a los quebrantos provocados por el paso del tiempo.
De repente, aprovechando las
limitaciones y fallos indicados, las instituciones forales reciben una
iluminación sobre la “necesidad” de cambiar también la filosofía del
equipamiento como Biblioteca y parece que tratan de convertirlo en un elemento
más de lo que Guy Debord destacó como una de los atributos básicos de la
sociedad actual: una pieza de la “sociedad del espectáculo”.
De las declaraciones del
equipo ganador del proyecto no se puede deducir otra cosa. Las generalidades
que predican del mismo son vaguedades, inconsistencias, lugares comunes y
vacíos. “Versatilidad”, “nuevos programas”, “optimización”, “usos múltiples”,
“sensación más diáfana”… son términos que quedan aparentes, vistosos, pero sin
contenido si no se expresa a qué cuestiones concretas del mundo de la cultura
se refieren.
Tratan de definir un espacio
cultural por los atributos físicos del edificio: volumen, diafanidad,
versatilidad etc. Y no por sus contenidos culturales en los que, para serlo, se
requiere un acceso material a los soportes (libros, fundamentalmente, en este
caso) y una participación activa –crítica- de sus usuarios. La “sociedad del
espectáculo” los reduce a simples “consumidores pasivos” y espectadores. En
ella prevalece la apariencia sobre el contenido
En las cuestiones específicas,
no hay concreción. Para empezar, ¿qué va a pasar con los servicios de
biblioteca, que tan bien ofrece Koldo Mitxelena actualmente, durante los dos años que va a permanecer
cerrado? Y, avanzando un poquito más en el tiempo, ¿qué va a suceder con los
libros, sí los libros, esos bloques de papel impreso encuadernado que contienen
información, formación y disfrute para quien los lee? En lugar alguno de las
informaciones aparecidas en la prensa donostiarra se hace mención a qué va a
pasar con ellos. ¿Dónde se ubicarán? ¿Quién tendrá acceso? ¿Quién los podrá
tocar, sí “tocar” y leer “in situ”? ¿Se convertirá todo en un “espacio virtual”
sin una concreción tangible y sólo consultable a través del plasma?
Todas estas inquietudes
habrían de ser resueltas antes de emprender cualquier proyecto de remodelación
de Koldo Mitxelena, así como se deberían definir también los cacareados “nuevos
programas” o “usos múltiples”. Tenemos un antecedente sintomático con lo
sucedido en Tabacalera. Tabacalera es un equipamiento cultural público con un
inmenso volumen utilizable, pero que no se precisa en realidades positivas. Es
un modelo de los "usos culturales" en la "sociedad del
espectáculo". Fachada y poco contenido. ¿Es ese el futuro que plantean las
instituciones de Gipuzkoa para Koldo Mitxelena?
Ante el despropósito que,
parece, pretenden perpetrar contra uno de los principales equipamientos
culturales no sólo de Donostía y de Gipuzkoa, sino del conjunto de la cultura
vasca, exigimos la paralización total de este Proyecto y que se convoque uno
nuevo con la finalidad preferente de solucionar los problemas técnicos,
originales, y los debidos a la obsolescencia o al deterioro por uso y el
transcurso del tiempo.
Firman este artículo:
Firman este artículo:
Luis María Martinez Garate
Jesus Mari Eizmendi
Zialtzeta
Sebastián Agirretxe
Alberto Fernández D'Arlas
Iñaki Albisu
Ramón Zuriarrain
Mikel Rotaeche
Teresa Lopez de Munain
José Luis Orella Unzué
Jesus Altuna
Xosé Estévez
Espe Goikelea Zabala
Iñako Pagola
Josu Tellabide
Fernando Sánchez Aranaz
Aurea Sarasola
Xabier Barandiaran
German Goienetxe
Margarita Nieva
José Ramón Muñoz Peña
Koro Mariezkurrena
Mari Carmen Yabar
Iñaki Uriarte
José Antonio Recondo Bravo
Juan Ramón Lombera
Emilio Varela Froján
Mari Carmen Yabar
Iñaki Uriarte
José Antonio Recondo Bravo
Juan Ramón Lombera
Emilio Varela Froján
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