24 mayo 2017

NAVARRA CON CAMPION

El 3 de junio, diversas asociaciones, personas, partidos y grupos políticos han convocado en Pamplona-Iruñea una manifestación con el lema “En defensa de la bandera de Navarra”, acto que pretende escenificar una gran movilización política para defender los símbolos del país, frente a la supuesta barbarie de quienes los amenazan. Ante el disparate que esto significa, nosotros, un grupo de navarros preocupados por la fractura social que se impulsa, y la manipulación de nuestra simbología,

Declaramos que:

La convocatoria toma como justificación o excusa la derogación de la “Ley de Símbolos de Navarra”, que instauró en 2003 el gobierno de Miguel Sanz. Ha sido una ley nefasta que ha dividido a la población navarra, ha generado crispación, conflictos, condenas de prisión, y en conjunto no ha aportado ningún beneficio a la ciudadanía.

La convocatoria tergiversa la historia de Navarra y la memoria de nuestra sociedad. La simbología navarra está vinculada a su pasado de Estado independiente, a su cultura vascona, a su pluralidad lingüística en donde destaca el patrimonio de la ‘lingua navarrorum’, etc. La bandera de Navarra está documentada en 1512 en la defensa de la independencia del reino ante las murallas de Pamplona.

La convocatoria desprecia la voluntad mayoritaria de la sociedad navarra, que no percibe riesgo de suplantación de la bandera navarra por la ikurriña, sino en todo caso por la enseña de quienes nos conquistaron: la española.

La convocatoria oculta el origen del diseño actual a comienzos del siglo XX a cargo de destacados patriotas como  Arturo Campión, Julio Altadill y Hermilio Olóriz, en unos momentos en que único símbolo que campaba en Navarra era la bandera española. La convocatoria esconde la persecución histórica contra esta bandera navarra, hasta la aparición de la ikurriña como símbolo vasco. Es cuando menos sospechoso que se pretenda ‘defender’ ahora la bandera navarra para utilizarla como instrumento de rechazo contra la ikurriña.

Se da la circunstancia de que se adhieren a la convocatoria fuerzas y grupos hispanos, algunos abiertamente de ultraderecha, que nunca han defendido la navarridad de esos símbolos ni han demostrado la menor simpatía por nuestras instituciones actuales, vestigios menores de nuestro pasado independiente pero nuestras, como es el Convenio o el sistema foral en su conjunto. Son grupos que defienden con agresividad la unidad de España, y que nunca han valorado el significado de estos símbolos navarros, hasta encontrar el oportunismo de oponerlos al significado vascónico de nuestra cultura.

En resumen, concluimos que lo que se pretende es una manifestación en CONTRA:

En contra de la bandera de Navarra, que vacían de significado.

En contra de los navarros, a los que engañan.

En contra de la paz y la convivencia.

En contra de la ikurriña

Sólo es a favor de lo más retrógrado, a favor del monoligüismo, la asimilación y de España.

Por ello, denunciamos:

La voluntad de engaño que expresa dicha convocatoria.

La falacia que supone el llamamiento a la concordia cuando lo que pretenden es dividir a la población, enfrentar la bandera navarra a la ikurriña, marginar el euskera y proscribir la tradición vasca de nuestra tierra.

La nostalgia enfermiza que remite a una sociedad cerrada, una sociedad que mira a un pasado de sufrimientos y dominio y no contempla otro marco de convivencia que la indisoluble unión a España.

En consecuencia, reclamamos:

Una Navarra que ejerza en plenitud su libertad.

Una Navarra abierta a todos los hermanos que fueron desprendidos de ella, contra su voluntad, en el proceso de la historia.

Una Navarra abierta, europea y solidaria de modo voluntario con todas las naciones de la Tierra.

17 mayo 2017

CADENAS QUE NOS ATAN

“Con las cadenas que nos unen” se presenta el video de uno de los convocantes a la manifestación del 3 de junio en Pamplona, que emplea el lema “Defendamos la bandera de Navarra”. Ambas frases trasmiten la desazón de quienes quedaron desenmascarados hace unos pocos años, a raíz de la conmemoración del 1512, del 500 aniversario de la conquista, ocupación y sometimiento de Navarra.

Ante la evidencia de los hechos tuvieron que callar. Lo que querían celebrar era una infamia histórica. Los supuestos navarristas se replegaron, aunque persisten en su intención de consolidar la confusión y la sumisión de nuestra sociedad. También hace años promovieron otra campaña; esa vez de miedo: ¡que vienen los “vascos”! La trampa, burda, era notoria: los “vascos” no venían... Ya estábamos aquí mucho antes de que ellos asomaran la oreja.

En el escaso debate que originó la conmemoración del 500 aniversario fueron derrotados por goleada y tuvieron que salir, como se dice vulgarmente, “con el rabo entre las piernas”. Los supuestos navarristas no pudieron sostener seriamente sus tesis de “incorporación pacífica” en la monarquía castellana, en España, ante la certeza de la violencia ejercida en la conquista.  

Ahora vuelven a la carga. Hay que reconocer su tozudez, su tenacidad, y no olvidar a Goebels, pero también su poco ingenio para escoger sus argumentos. Las cadenas que “nos unen” son, desde el principio, las que “nos atan”. Las que nos echó encima el duque de Alba. La bandera que ahora reclaman como suya –en exclusiva– es justo lo contrario de lo que afirman. Es la enseña que defendió la independencia frente a los conquistadores. La “bandera colorada” que cita Luis Correa, testigo presencial, en su obra “Historia de la conquista del reino de Navarra”.

Resulta grotesco. Los convocantes de esta patraña defienden una “bandera de Navarra” servil, subordinada a quienes nos conquistaron y destruyeron la soberanía de esta nación. Ponen el grito en el cielo ante la idea de ser “provincia” de Euskadi, y a la par alardean de su condición de “provincia” de España. Ese es el debate que propugnan en el cara a cara entre banderas. Pero chirría. La auténtica bandera de Navarra nos remite a su historia, a su libertad, su soberanía, su independencia.

La propaganda española que nos argumentan se obstina en confundir nuestra Navarra con una de las Comunidades Autónomas del Reino de España surgidas con la Constitución de 1978. Es la pretensión de reducir una sociedad soberana a otra subordinada. Y quieren que les sigamos.

Todo es una gran mentira. La ikurriña, que representa un aspecto de la identidad vasca, es un componente de nuestra realidad. La bandera navarra, también vasca, es la enseña de nuestra memoria independiente, la referencia de nuestro Estado. Son ambas significantes de nuestra nación, en circunstancias diversas; las dos nos pertenecen, con sus distintas facetas. La que no encaja en ese combinación es precisamente la española, corrupta, violenta, imperial, la que esconden los convocantes y les asoma por el borde de su cartera.

La oferta de país que representa esta convocatoria (3 de junio) se reduce a una visión cutre, paleta, de la identidad navarra. Una oferta sin cultura vasca, sin rebeldía, sin historia, sin memoria, sin lingua navarrorum, sin vínculos con nuestra gente de Ultrapuertos y ultramugas… Una imagen del país anclada en una identidad, un ser navarro de pueblo, cazurro, monolingüe, humillado, zafio, sometido a España.

Hablar de Navarra, aquí y ahora, exige prever los retos que una sociedad, en otro tiempo libre, tiene planteados de cara al porvenir. Qué proyectos pueden ilusionar a ese colectivo humano  y permitir su realización en una sociedad democrática, libre y abierta, soberana en una palabra.

La memoria, muy vinculada a las banderas, nos constituye como entidad activa, como sujeto. La manifestación del 3 de junio se convoca del lado de quienes miran con nostalgia hacia un pasado de sumisión, no ofrece ninguna perspectiva ilusionante para el futuro y actúa en contra de la construcción de una sociedad justa y equilibrada.

Queremos una Navarra que sea nación, constituida en Estado, abierta y solidaria con todos los pueblos del mundo, conformada por todos los fragmentos que a lo largo de siglos de conquista y minoración fueron, y son, Vasconia.  

10 mayo 2017

CONCERTS I ALTRES GAITES

La negociació del cupo (la quota) del Concert basc entre el PNB i el PP, en ple procés català i enmig de l'evidència de tantes trames de corrupció espanyola, ha aixecat, més que un concert de veus, la tapa d'una olla de grills. Apuntalar o, almenys, donar aire a un PP xipollejant al fangar no és el més vistós dins d'una política d'imatge. L'oportunisme de la política del PNB - "peix al cove" - ​​pot ser criticable, però no aprofundir més en el moll de l’os de l'assumpte o aprofitar-lo directament per atacar el sistema fiscal basc suposa donar suport a la política més rància i reaccionària del nacionalisme espanyol.

Això ve al cas de moltes opinions expressades des de Catalunya, per articulistes i mitjans de comunicació en general, amb relació al Concert de la Comunitat autònoma basca (CAB) després de l'acord del nou cupo (quota), extensible amb claredat al futur Conveni a acordar entre l'Estat espanyol i la Comunitat foral navarresa (CFN). Moltes d'aquestes opinions, que van des de la ràbia a l'enveja, o engloben les dues, són emeses per persones que es posicionen inequívocament a favor del procés de Catalunya cap a la seva independència. La seva lectura des d'Euskal Herria produeix una certa indignació, passatgera, però de la qual queda un regust amarg. ¿Com pot ser que persones que, encara que estiguem en vaixells diferents, portem una trajectòria parella i naveguem en el mateix mar contra vents similars, ens trobem no només distants sinó aparentment enfrontades?

Aquestes persones haurien de, en primer, conèixer el procés històric que ha donat lloc al sistema de "Conveni-Concert" vigent en l'actualitat a Euskal Herria. No és aquest lloc ni moment d'estendre’ns en aquest assumpte. N'hi ha prou amb saber que aquesta situació suposa un punt d'equilibri inestable, a manera d'armistici, entre la sobirania històrica plena dels bascos a través de l'Estat de Navarra, arrabassada violentament al llarg de segles per Castella-Espanya i l'estatus derivat de la "transició" de 1978.

L'anomenat Conveni de Navarra té la seva font en la Llei, mal anomenada "paccionada", de 1841, després de la derrota de la primera guerra carlina (1833-1839). El Concert de les tres Províncies Bascongades, té un origen similar després de la segona per als basconavarresos- tercera per Catalunya- (1872-1876), amb la Llei Abolitòria de Furs de Cánovas del Castillo de 1876 i la posterior del Concert de 1878. Tots dos sistemes són semblants, paral·lels. No representen cap "privilegi" ni "concessió" de l'Estat espanyol. Signifiquen les restes, residus, d'una nació sobirana durant molts segles, la basca, i del seu Estat, el navarrès.

En segon lloc, entenc que Espanya vulgui jugar la basa de l'estratègia de joc de suma zero. Nosaltres perdem, ells guanyen. Encara que donada la seva cultura social i política, encara vigent per desgràcia, el possible excedent que els pogués suposar gestionar el que els sistemes de Conveni-Concert permeten avui a les hisendes forals, no redundaria en benefici de les inversions i despeses en les "comunitats autònomes de règim comú ", sinó que, amb total seguretat, acabaria absorbit pels embornals de la corrupció: casos Bárcenas, targetes black, Canal d'Isabel II, etc. i el malbaratament: com els AVE, PER andalusos etc. Per això crec que la supressió del règim de Conveni-Concert o els increments arbitraris de quota o aportació no beneficiarien Catalunya en absolut.

L'historiador Carlo M. Cipolla, en un llibre deliciós titulat: Allegro ma non troppo (Barcelona, ​​(1998), exposa "Les lleis fonamentals de l'estupidesa humana". La més coneguda és la tercera, la llei d'or segons l'autor. Resumint molt les seves explicacions es pot afirmar que sempre que interactuen dues persones es produeixen tres situacions rellevants: 1) que ambdues persones surtin beneficiades de la interacció, 2) que qui pren la iniciativa obtingui un benefici, almenys des del seu punt de vista, i que l'altra, la pacient, es vegi perjudicada. I 3) que la persona objecte de l'acció sigui perjudicada, però que la que origina el procés també ho sigui o que, en el menys dolent dels casos, no obtingui cap benefici.

El primer cas expressa una situació òptima. En teoria de jocs es diria estratègia win-win. Els dos vencedors. El segon seria, també segons la mateixa teoria, un joc que s'aproximaria al de suma zero. Un guanya, l'altre perd. Seria la pretensió espanyola d'eliminar el sistema de Conveni-Concert. La situació més difícil d'explicar és l'última, la tercera llei de Cipolla: la llei d'or. Textualment: "Una persona estúpida és una persona que causa un dany a una altra persona o grup de persones sense obtenir, al mateix temps, un profit per a si, o fins i tot obtenint un perjudici".

Que hi hagi "opinadors" catalans partidaris de la independència del seu país que considerin la "insolidaritat" del nostre sistema i preconitzin la seva supressió em fa pensar en la Llei d'Or de Carlo M. Cipolla. Sota l'imperi hispà, de la seva abolició mai obtindran cap benefici. Confio que respirin a fons, reflexionin i tornin al camí de la solidaritat internacional. Una abraçada a tots ells.

09 mayo 2017

CONCIERTOS Y OTRAS GAITAS

La negociación del cupo del Concierto vasco entre el PNV y el PP, en pleno proceso catalán y en medio de la evidencia de tantas tramas de corrupción española, ha levantado, más que un concierto de voces, la tapa de una jaula de grillos. Apuntalar o, al menos, dar aire a un PP chapoteando en el lodazal no es lo más vistoso dentro de una política de imagen. El oportunismo de la política del PNV –“pájaro en mano”- puede ser criticable, pero no profundizar más en el meollo del asunto o aprovecharlo directamente para atacar el sistema fiscal vasco supone apoyar la política más rancia y reaccionaria del nacionalismo español. 

Esto viene a cuento de muchas opiniones expresadas desde Cataluña, por articulistas y medios de comunicación en general, con relación al Concierto de la CAV tras el acuerdo del nuevo cupo, extensible con claridad al futuro Convenio a acordar entre el Estado español y la CFN. Muchas de estas opiniones, que van desde la rabia a la envidia, o engloban las dos, están emitidas por personas que se posicionan inequívocamente a favor del proceso de Cataluña hacia su independencia. Su lectura desde Euskal Herria produce una cierta indignación, pasajera, pero de la que queda un regusto amargo. ¿Cómo puede suceder que personas que, aunque estemos en barcos distintos, llevamos una trayectoria pareja y navegamos en el mismo mar contra vientos similares, nos encontremos no sólo distantes sino aparentemente encontradas?

Estas personas deberían, en primer lugar, conocer el proceso histórico que ha dado lugar al sistema de “Convenio-Concierto” vigente en la actualidad en Euskal Herria. No es este lugar ni momento de extender este asunto. Baste con saber que tal situación supone un punto de equilibrio inestable, a modo de armisticio, entre la soberanía histórica plena de los vascos a través del Estado de Navarra, arrebatada violentamente a lo largo de siglos por Castilla-España y el estatus derivado de la “transición” de 1978.

El llamado Convenio de Navarra tiene su fuente en la Ley, mal llamada “paccionada”, de 1841, tras la derrota de la primera guerra carlista (1833-39). El Concierto de las tres Provincias Vascongadas, tiene un origen similar tras la segunda para los vasconavarros -tercera para Cataluña- (1872-76), con la Ley Abolitoria de Fueros de Cánovas del Castillo de 1876 y la posterior del Concierto de 1878. Ambos sistemas son semejantes, paralelos. No representan ningún “privilegio” ni “concesión” del Estado español. Significan los restos, residuos, de una nación soberana durante muchos siglos, la vasca, y de su Estado, el navarro.

En segundo lugar, entiendo que España quiera jugar la baza de la estrategia de juego de suma cero. Nosotros perdemos, ellos ganan. Aunque dada su cultura social y política, todavía vigente por desgracia, el posible excedente que les pudiera suponer gestionar lo que los sistemas de Convenio-Concierto permiten hoy a las haciendas forales, no redundaría en beneficio de las inversiones y gastos en las “Comunidades Autónomas de Régimen Común”, sino que, con total seguridad, acabaría absorbido por los sumideros de la corrupción: casos Bárcenas, tarjetas black, Canal de Isabel II, etc. y el despilfarro: como los AVE’s, PER andaluces etc. Por eso creo que la supresión del régimen de Convenio-Concierto o los incrementos arbitrarios de cupo o aportación no beneficiarían a Cataluña en absoluto.

El historiador Carlo M. Cipolla, en un libro delicioso titulado: Allegro ma non troppo (Barcelona, (1998), expone “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”. La más conocida es la tercera, la ley de oro según el autor. Resumiendo mucho sus explicaciones se puede afirmar que siempre que interactúan dos personas se producen tres situaciones relevantes: 1) Que ambas personas salgan beneficiadas de la interacción. 2) Que quien toma la iniciativa obtenga un beneficio, por lo menos desde su punto de vista, y que la otra, la paciente, se vea perjudicada. Y 3) que la persona objeto de la acción sea perjudicada, pero que la que origina el proceso también lo sea o que, en el menos malo de los casos, no obtenga beneficio alguno.

El primer caso expresa una situación óptima. En teoría de juegos se llamaría estrategia win-win. Ambos vencedores. El segundo, sería también según la misma teoría, un juego que se aproximaría al de suma cero. Uno gana, el otro pierde. Sería la pretensión española de eliminar el sistema de Convenio-Concierto. La situación más difícil de explicar es la última, la tercera ley de Cipolla: la ley de oro. Textualmente: “Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.

Que haya “opinadores” catalanes partidarios de la independencia de su país que consideren la “insolidaridad” de nuestro sistema y preconicen su supresión me hace pensar en la Ley de Oro de Carlo M. Cipolla. Bajo el imperio hispano, de su abolición nunca obtendrán beneficio alguno. Confío en que se tomen un respiro, reflexionen y vuelvan a la senda de la solidaridad internacional. Un abrazo a todos ellos.