Es arrastrado el turbio mulo Mola
de precipicio en precipicio eterno
y como va el naufragio de ola en ola,
desbaratado por azufre y cuerno,
cocido en cal y hiel y disimulo,
de antemano esperado en el infierno,
va el infernal mulato, el Mola mulo
definitivamente turbio y tierno,
con llamas en la cola y en el culo.
“Mola en los infiernos” (Pablo Neruda)
Día
grande de Navarra es el título de un panfleto insulso que el
padre Isla escribió, con éxito en su época, en el colegio de la Compañía de
Jesús en Pamplona en 1747. El título, sin embargo, es oportuno, ya que la
decisión del Ayuntamiento de nuestra capital de desalojar y “vaciar” el llamado
“Monumento a los Caídos” de los restos sepultados en su cripta, constituye un
cambio copernicano en el campo de nuestra memoria histórica: un día grande.
El edificio en sí es un auténtico
“monumento a la barbarie”, un símbolo que, para escarnio de nuestro pueblo,
mantenía, a través de sus sepulcros, principalmente el de Emilio Mola, una
memoria que ensalza la represión carnicera desatada en 1936 en la Alta Navarra de
modo impune.
El general Mola junto con el
director y factótum del Diario de Navarra, Raimundo García –Garcilaso-, fueron
los responsables, intelectuales y materiales, de tal barbarie. Como dejó
escrito: “Hay que sembrar el terror… hay
que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a
todos los que no piensen como nosotros” (Emilio Mola). Entre ambos supieron urdir
la trama y manipular la organización del carlismo, desnortado y rancio, para
llevarla a participar como protagonista en la orgía de sangre que se vivió en
aquella etapa histórica en beneficio de la España triunfante, negra e imperial.
Sanjurjo representa por su
parte esa tendencia del carlismo podrido, contagiada e inoculada de los males
del sistema político español del siglo XIX: espadones, militares, pronunciamientos,
reacción… Fueron rasgos mantenidos y aumentados por la primera Restauración, la
de Cánovas del Castillo. Sanjurjo es un arcaísmo; una expresión del siglo XIX.
Mola, no. Mola no es anacrónico, es un auténtico genocida del siglo XX,
inspirador también del bombardeo de Gernika. La guerra execrable que inició y
puso en el disparadero era un fruto de su designio. Por eso es tan importante
que el vaciado del Monumento haya comenzado por él.
La memoria de una
colectividad se construye sobre procesos de selección y olvido, pero en ningún
caso puede erigirse sobre la exaltación de la brutalidad. Y el citado
‘monumento a los caídos’ tiene precisamente ese significado. La presencia de
estas sepulturas en un lugar honrado y preeminente de la capital navarra ha
sido eso desde el principio, un símbolo de la victoria, de la barbarie impune.
DEIA 2016/11/17
GARA 2016/11/21
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