Iñaki
Egaña acaba de publicar una “Breve historia de Euskal Herria” con la editorial
Txertoa. Ha aparecido en dos versiones, en euskera y en español. Es una edición
muy cuidada, con buen papel e imágenes de gran calidad. Se trata de un trabajo
sintético, bien escrito, expuesto con claridad y didáctico. Las entradas o
encartes monográficos intercalados en el texto principal están, en general,
bien elegidos y suponen un apoyo importante a su lectura.
El
tratamiento de los diversos temas que sustentan la narración de la historia
vasca es equilibrado. No hay asuntos que sobren ni cuestiones de importancia
que se echen en falta. La interpretación que ofrece Egaña de algunos pasajes
puede ser discutible ya que siempre depende de la ubicación de quien hace su
lectura desde el presente. Es el caso de su exposición sobre el naciente
“socialismo” o “comunismo”, de matriz española, surgido en Bizkaia a finales
del siglo XIX y principios del XX.
Asimismo
se pueden plantear algunas reflexiones sobre la terminología empleada. ¿Por qué
hablar de “la república” al referirse a la 2ª república española? ¿No existe
también en el entorno de Euskal Herria la V república francesa? ¿No existió la
1ª española? También me ha llamado la atención que, tras la unión dinástica de
la duquesa Leonor de Aquitania con el futuro rey de Inglaterra Enrique II, se
hable de “ocupación” inglesa y, por el contrario, cuando los franceses ganen la
guerra de los 100 años y ocupen realmente las tierras vascas del norte del
Pirineo, salvo la Baja Navarra, se trate sólo de la “expulsión” de los
ingleses.
Hay
un asunto que hace referencia al conjunto del relato planteado en el trabajo de
Iñaki Egaña. La obra toma como soporte la unidad étnico-lingüística de un grupo
humano. Este grupo constituyó, desde muy temprano, una sociedad cohesionada a
través de una organización política basada sobre una buena acomodación a su
entorno ecológico y, sobre todo, capaz de resistir los embates de los grupos
“bárbaros” que fueron los que, a la postre, constituyeron las principales
naciones europeas: francos, burgundios, visigodos, germanos… Esto cuajó en el
ducado de Vasconia, pero, sobre todo, en el reino de Pamplona, primero, y de
Navarra, después.
Koldo
Zuazo vincula el surgimiento de un euskera unificado al núcleo político surgido
en la Alta Edad Media en torno a Iruñea-Pamplona. Es la existencia del poder
político navarro la que ha garantizado su mantenimiento hasta la modernidad. A
la pregunta, en cierto modo retórica, ya planteada por Barandiarán y Mitxelena,
sobre las razones de supervivencia del euskera por encima de las relacionadas
con su origen, pienso que habría que tratar de responder investigando sobre un
poder político propio ya en las etapas previas a la romanización. El problema
es que el hilo político que mantuvo la pervivencia de la sociedad vasca
anterior a la Alta Edad Media está poco investigado y, en la práctica, queda
fuera del conocimiento existente a fecha de hoy. Pero esa es otra historia, que,
además, una obra sencilla y de divulgación no puede, ni debe, resolver.
Se
trata de un buen trabajo de divulgación. Su lectura es amena y provechosa y,
como he indicado antes, su presentación es muy atractiva.
Referencias bibliográficas
Egaña,
Iñaki
“Breve
historia de Euskal Herria. Donostia 2013. Txertoa.
“Euskal herriaren historia
laburra”, Donostia 2013. Txertoa.
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