Cataluña
está de moda. Desde la convocatoria de referéndum populares sobre la
independencia se percibía un cambio en la sociedad civil del Principado de
Cataluña. Esta convocatoria, con alto porcentaje de participación, no tuvo
apoyo institucional, incluso fue mal vista por los sectores oficiales, tanto
españoles como próximos a la Generalitat. Es evidente que quienes fueron a
votar lo hicieron casi en su totalidad a favor de la independencia. Más que los
resultados creo que fue importante la concienciación que supuso para muchos
sectores de la sociedad. El sentimiento independentista ya existía pero se pudo
proclamar sin complejos. La gente de la calle visualizó la posibilidad de
expresarse sobre asunto tan importante.
Los
radicales ataques al sistema educativo, a la lengua, a las infraestructuras
económicas del Principado por el Estado español provocaron manifestaciones
masivas. La más importante, el pasado 11 de septiembre, reunió un millón y
medio de personas y reclamó directamente la constitución del Principado como un
nuevo Estado europeo. Desde varias entidades culturales, Omium Cultural
principalmente, se alentó la formación de una Asamblea Nacional Catalana capaz
de recoger el clamor de la sociedad civil en pro de la independencia. Simultáneamente
en los diversos medios de comunicación se estableció un profundo debate intelectual
sobre el camino a seguir por Cataluña en la nueva etapa.
La
presión de la sociedad, el citado debate intelectual y la reacción española
ante algunas demandas de CiU, como el Concierto Económico, han llevado a los
partidos políticos catalanes, encabezados por la propia CiU, a una iniciativa
sin precedentes. Han marcado una “hoja de ruta” hacia la independencia. Las
elecciones del pasado domingo fueron su primera etapa. Las siguientes serían:
la constitución de un Parlamento Catalán mayoritariamente partidario del Estado
propio, a continuación una convocatoria de referéndum y, por último, la
proclamación unilateral de independencia. El ritmo y los tiempos irían en
función del resultado de cada paso anterior y de las consecuentes negociaciones
necesarias.
Los
resultados de las elecciones han conducido a un Parlamento con clara mayoría
independentista. ERC ha subido más de lo bajado por CiU y los votos españoles
mantienen, a la baja, su cuota, a pesar de la mayor participación (más del 70%).
Cataluña
Principado, en sus últimas manifestaciones, ha mostrado gran capacidad de
movilización puntual, mientras que nuestra nación moviliza más gente en
conjunto, pero lo realiza en demasiadas convocatorias, que en muchas ocasiones proponen
reivindicaciones ajenas al logro del Estado propio.
Las
fuerzas sociales y políticas del Principado han decidido una hoja de ruta
basada, al principio, en las instituciones derivadas de la Constitución
española: autonomía, estatuto, censo y sistema electoral. Aquí todavía no se ha
decidido nada, ya que ningún partido ni sindicato ni movimiento social han
planteado “hoja de ruta” alguna hacia el Estado propio.
El
debate intelectual sobre su necesidad y la “hoja de ruta” para lograrlo está
muy vivo en el Principado de Cataluña y, además, es de alto nivel intelectual.
En nuestro país, por el contrario, no pasa de frases grandilocuentes, sin
contenido político; la práctica de partidos, sindicatos y movimientos sociales
está anclada en la retórica.
Los
catalanes añoran nuestra capacidad de movilización cotidiana, aunque ellos la
demuestran con vigor en momentos concretos. Ansían la fuerza de nuestra sociedad
civil: ikastolas, cooperativas, asociacionismo en general. Yo envidio su
capacidad de planteamiento intelectual y el nivel de sus debates públicos, aquí
inexistentes.
Texto leído en el programa Hordago Nabarra de Hala bedi irratia