La editorial Anagrama ha reunido en un solo volumen las cinco novelas más importantes de Thomas Bernhard, que falleció en 1988. Se han publicado con el título global de Relatos autobiográficos. Son: El origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño.
La lectura de este libro no deja indiferente. La literatura de este escritor holandés es una investigación sobre su vida y los aspectos más sombríos de su carácter. Estos relatos señalan el camino de la desesperanza y de la resignación. Bernhard es iconoclasta, implacable, obsesivo, sombrío. En estas páginas leemos a un hombre que trata de explicarse a sí mismo cómo llegó a ser lo que es. Su indagación no es nada complaciente. Bernhard nos dice que la infancia no es siempre una Arcadia feliz.
El texto precedente no tiene desperdicio, tanto por las incorrecciones como por las omisiones, algunas de bulto, que, según mi criterio, contiene y porque da la impresión de que su autor, Martín Nogales, sólo ha leído, a vuela pluma, la contratapa de la obra en cuestión.
Llamar escritor holandés, por el simple hecho de haber nacido en los Países Bajos en 1931, a quien vivó prácticamente toda su vida en la tierra de su padre, Austria, que escribió en alemán sus obras y que fue el autor más beligerante a la hora de denunciar y fustigar la hipocresía de su propia sociedad, la austriaca, indica un serio despiste sobre la personalidad y la obra de Bernhard. Más allá de “un hombre que trata de explicarse a sí mismo”, que dice Nogales, creo que Bernhard es un crítico implacable de la farsa de su entorno y que lo hace, como muchos otros grandes escritores, narrando su propia experiencia vital.
Anagrama editó en español, por separado, los cinco relatos reseñados por Nogales hace ya bastantes años y actualmente estaban agotados o descatalogados. En realidad no se trata de cinco novelas distintas sino, más bien, de una suerte de autobiografía de la infancia de su autor, narrada en cinco episodios. Ahora, en 2009, los ha reeditado en un único volumen como “Relatos autobiográficos”. Lo que aparece en esta obra no es sólo su infancia, es también y, quizás sobre todo, una visión sombría y ácida de la realidad de Austria tras la Segunda Gran Guerra del siglo XX.
Para terminar este breve comentario me queda resaltar que, al afirmar que son sus “cinco novelas más importantes”, da la sensación de que el crítico del diario de Cordovilla no ha leído ni “Trastorno” ni “El sobrino de Wittgenstein” ni “Sí”, por citar algunas de las que me parecen fundamentales. Así como tampoco “Maestros antiguos”, obra llevada al teatro entre nosotros hace pocos años.
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