Los españoles están viendo las orejas al lobo. Tras mucho tiempo de mofa y menosprecio de Cataluña, se la han encontrado respondona. No es fácil saber aprovechar las fuerzas propias de una forma eficaz y eficiente para lograr la emancipación nacional. Menos lo es todavía cuando la nación dominante se expresa a través de un Estado que, tanto a lo largo de siglos de historia, como en la actualidad, ha sido de todo menos democrático. Pero han iniciado un camino que pronto puede estar en un punto de “no retorno”. Se lo deseo de todo corazón a los catalanes y creo que debemos darles nuestra solidaridad incondicional.
Pienso que la mejor forma de expresar ese apoyo sería concretándolo en una acción política de emancipación en paralelo. Para España, mantener dos frentes abiertos en simultáneo constituiría un envite demasiado fuerte. Ya le sucedió en el siglo XVII con la guerra simultánea frente a Portugal y a Cataluña. Los portugueses triunfaron, mientras que los catalanes no. Tal vez no tuvieran los mejores aliados, ya que los franceses iban a lo suyo y de la guerra correspondiente sacaron buena tajada y el Rosselló y parte de la Cerdanya pasaron a sus manos, a las de su férreo unitarismo que siempre ha intentado borrar toda memoria histórica, toda seña de identidad, de los pueblos ocupados.
Cataluña ha emprendido un camino que esperemos sea el acertado. Nosotros, por el contrario, parece que no somos capaces de otear el horizonte, de percibir por dónde corren los vientos en Europa y en el mundo. En una palabra, permanecemos desde hace mucho tiempo en una situación de enquistamiento y, lo que es peor, con una clara tendencia a la involución.
Lo he repetido muchas veces, no quiero idealizar Cataluña ni creo que nuestras respectivas situaciones sean semejantes. Nuestras propias historia y cultura social y política tienen paralelismos y semejanzas pero, también, aspectos muy diferentes, comenzando por la situación lingüística. Ambas son sociedades con un tejido asociativo muy fuerte, con una cultura de comunidad y solidaridad muy importante. En el aspecto lingüístico, los Países Catalanes han mantenido su lengua propia prácticamente por todo su territorio, con la excepción de pequeñas partes del País Valenciano. En nuestro caso, el retroceso geográfico y humano del euskera viene de muy atrás. Es cierto que hay enormes bolsas de inmigración no integradas, pero eso se produce en ambos países.
Creo que frente a la cerrazón del unitarismo hispano, hay que recordar que en España no hay federalistas “de verdad” (puede que haya alguno de boquilla), la única solución positiva es escapar de esa “cárcel de pueblos” que es España. Para que haya federalismo tiene que haber, por lo menos, dos partes que se quieran federar. Y de eso nada hay en España. Por lo mismo, son palabras huecas e intentos vanos de marear la perdiz todos los discursos para justificar un “acomodo” en España o “cautivarla”. España no admite otra cosa que la subordinación, la integración incondicional, la asimilación.
Se ha estudiado el asunto desde el punto de vista económico, tecnológico, de investigación e innovación. Desde todos esos planteamientos nuestra independencia no sólo se plantea como viable, sino también conveniente. Pero es, sobre todo, a la hora de mantener una sociedad integrada, capaz de incorporar a la misma a todas aquellas personas que han llegado y llegan de diferentes procedencias y de afrontar con éxito los retos que plantea la sociedad de la información desde la propia personalidad y cultura. La libertad de la sociedad y el mantenimiento de sus lazos y relaciones de solidaridad y cooperación son, al mismo tiempo, elementos básicos para su desarrollo armónico y en equilibrio con la tierra.
No basta con hablar de “independencia” como una palabra fetiche. La independencia no tiene, aquí y ahora, otra forma que la de un Estado propio. Este debate en Cataluña actualmente está en la calle y en cualquier medio de comunicación, digital o escrito. Entre nosotros está clamorosamente ausente. Y no debe estarlo por más tiempo. Nuestra sociedad tiene potencia archidemostrada para hacer muchas cosas. Concretando, en tiempos recientes, la creación de las ikastolas, la puesta en marcha del movimiento cooperativo o el capacidad de sacar periódicos nuevos de la noche a la mañana. Hay que saber aprovecharla. Y obtener el máximo rendimiento político.
Es hora de decir basta y de parar actividades que pretenden sustituir esa capacidad, ese poder, por vías delegadas. Esos caminos están desacreditados y en franco retroceso. Cuanto antes terminen mejor. La participación incondicional, como partidos, en el sistema político español ha demostrado todas sus limitaciones y la involución real a que nos llevan. Lo que algunos denominan “lucha armada”, en realidad un conflicto de ínfimo nivel estratégico y perfectamente asumido por el contrario, sirve únicamente para distraer las fuerzas de una juventud solidaria y generosa y encerrarla en las cárceles españolas y francesas, sin ningún logro político real. También en este campo sólo hay retrocesos, sin contar con su utilización propagandística internacional, en nuestra contra evidentemente, por parte de los poderes de ambos estados.
Tenemos capacidad para expresar nuestra fuerza y concretar el camino a la recuperación de nuestro Estado, el navarro por supuesto. Esta será nuestra mejor manifestación solidaria con todo el mundo y, también con Cataluña. España volverá tener dos frentes abiertos, pero dos frentes de verdad, no de pacotilla y palabrería vana.
Cuando vascos y catalanes, o catalanes y vascos, que tanto da, lo logremos, entonces se encontrará, de veras, España en su soledad. Con su territorio, población y recursos reales.
Opiniones y puntos de vista sobre Navarra como perspectiva política de Euskal Herria y de la Vasconia histórica en el mundo actual y sobre cualquier aspecto que afecte al presente y futuro del planeta Tierra, su biodiversidad, y el papel de la inteligencia humana en todo ello, "Nos guste o no, estemos o no preparados, somos la mente y los guardianes del mundo vivo". (Edward O. Wilson)
30 diciembre 2009
ESPAÑA EN SU SOLEDAD
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19 diciembre 2009
DESOLACIÓN
Resulta desoladora la forma cómo plantea, en su sección de Cultura y sociedad del pasado lunes 14 de diciembre, el diario de más difusión y tirada (parece que merecidamente en descenso) de lo que la actual organización política y administrativa del Estado español denomina como Comunidad Foral de Navarra, la siguiente propuesta literaria:
El texto precedente no tiene desperdicio, tanto por las incorrecciones como por las omisiones, algunas de bulto, que, según mi criterio, contiene y porque da la impresión de que su autor, Martín Nogales, sólo ha leído, a vuela pluma, la contratapa de la obra en cuestión.
Llamar escritor holandés, por el simple hecho de haber nacido en los Países Bajos en 1931, a quien vivó prácticamente toda su vida en la tierra de su padre, Austria, que escribió en alemán sus obras y que fue el autor más beligerante a la hora de denunciar y fustigar la hipocresía de su propia sociedad, la austriaca, indica un serio despiste sobre la personalidad y la obra de Bernhard. Más allá de “un hombre que trata de explicarse a sí mismo”, que dice Nogales, creo que Bernhard es un crítico implacable de la farsa de su entorno y que lo hace, como muchos otros grandes escritores, narrando su propia experiencia vital.
Anagrama editó en español, por separado, los cinco relatos reseñados por Nogales hace ya bastantes años y actualmente estaban agotados o descatalogados. En realidad no se trata de cinco novelas distintas sino, más bien, de una suerte de autobiografía de la infancia de su autor, narrada en cinco episodios. Ahora, en 2009, los ha reeditado en un único volumen como “Relatos autobiográficos”. Lo que aparece en esta obra no es sólo su infancia, es también y, quizás sobre todo, una visión sombría y ácida de la realidad de Austria tras la Segunda Gran Guerra del siglo XX.
Para terminar este breve comentario me queda resaltar que, al afirmar que son sus “cinco novelas más importantes”, da la sensación de que el crítico del diario de Cordovilla no ha leído ni “Trastorno” ni “El sobrino de Wittgenstein” ni “Sí”, por citar algunas de las que me parecen fundamentales. Así como tampoco “Maestros antiguos”, obra llevada al teatro entre nosotros hace pocos años.
La editorial Anagrama ha reunido en un solo volumen las cinco novelas más importantes de Thomas Bernhard, que falleció en 1988. Se han publicado con el título global de Relatos autobiográficos. Son: El origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño.
La lectura de este libro no deja indiferente. La literatura de este escritor holandés es una investigación sobre su vida y los aspectos más sombríos de su carácter. Estos relatos señalan el camino de la desesperanza y de la resignación. Bernhard es iconoclasta, implacable, obsesivo, sombrío. En estas páginas leemos a un hombre que trata de explicarse a sí mismo cómo llegó a ser lo que es. Su indagación no es nada complaciente. Bernhard nos dice que la infancia no es siempre una Arcadia feliz.
El texto precedente no tiene desperdicio, tanto por las incorrecciones como por las omisiones, algunas de bulto, que, según mi criterio, contiene y porque da la impresión de que su autor, Martín Nogales, sólo ha leído, a vuela pluma, la contratapa de la obra en cuestión.
Llamar escritor holandés, por el simple hecho de haber nacido en los Países Bajos en 1931, a quien vivó prácticamente toda su vida en la tierra de su padre, Austria, que escribió en alemán sus obras y que fue el autor más beligerante a la hora de denunciar y fustigar la hipocresía de su propia sociedad, la austriaca, indica un serio despiste sobre la personalidad y la obra de Bernhard. Más allá de “un hombre que trata de explicarse a sí mismo”, que dice Nogales, creo que Bernhard es un crítico implacable de la farsa de su entorno y que lo hace, como muchos otros grandes escritores, narrando su propia experiencia vital.
Anagrama editó en español, por separado, los cinco relatos reseñados por Nogales hace ya bastantes años y actualmente estaban agotados o descatalogados. En realidad no se trata de cinco novelas distintas sino, más bien, de una suerte de autobiografía de la infancia de su autor, narrada en cinco episodios. Ahora, en 2009, los ha reeditado en un único volumen como “Relatos autobiográficos”. Lo que aparece en esta obra no es sólo su infancia, es también y, quizás sobre todo, una visión sombría y ácida de la realidad de Austria tras la Segunda Gran Guerra del siglo XX.
Para terminar este breve comentario me queda resaltar que, al afirmar que son sus “cinco novelas más importantes”, da la sensación de que el crítico del diario de Cordovilla no ha leído ni “Trastorno” ni “El sobrino de Wittgenstein” ni “Sí”, por citar algunas de las que me parecen fundamentales. Así como tampoco “Maestros antiguos”, obra llevada al teatro entre nosotros hace pocos años.
13 diciembre 2009
HARTAZGO
He elegido como título para este comentario la palabra que, a mi entender, mejor define el estado actual de la relación entre Cataluña y España. La he escogido porque aparece en el título del ensayo que quiero presentar. Creo que una de las grandes virtudes del último trabajo de Toni Strubell, y tiene muchas, radica en la capacidad analítica y la expresión justa y sencilla que utiliza su autor. Puede sonar a tópico, pero no creo que la formación británica, en Oxford, de Strubell se encuentre muy alejada de estas características.
El libro sigue una línea de relato clara. En ella podemos encontrar, muy bien expuestas, todas las razones por las que Cataluña no es hoy una nación “normal”. Cualquiera de las situaciones por las que pasa, aquí y ahora, expresan por activa, pasiva y, si se quiere, por perifrástica, la situación de dependencia, inferioridad, minoración, de sumisión o como nos guste llamarla, de Cataluña con relación a España. Los escenarios, pueden ser económicos o sociales en general, lingüísticos incluidos, pero en los que siempre emerge con claridad “quién es el que manda”.
Considero especialmente interesante, por desconocida o por falta de reflexión suficiente sobre la misma, la reseña de la destrucción casi total en Cataluña de la memoria histórica más próxima, la de la etapa anterior a la guerra del 36. El repaso sobre este asunto tan grave está expuesto por Toni Strubell sobre todo en el capítulo 6 bajo el epígrafe “¿Existió realmente Francesc Macià?” Creo que me ha sorprendido el hecho de no haberlo pensado nunca. Considero que en mi caso tiene cierta lógica, por proceder de otro país y de una cultura política diferente, pero no así cuando el asunto se plantea desde la misma Cataluña.
Strubell constata el (triste) desconocimiento que actualmente campa en Cataluña sobre sus referentes en dicha época. El franquismo y sus sucesores en la etapa denominada como “transición” (¿a dónde?, cabría considerar) han trabajado muy fuerte para conseguir que la sociedad catalana de hoy sea, en su mayoría, analfabeta en el conocimiento de la conciencia nacional mayoritaria que entonces rezumaba y sobre las personas que ejercían su liderazgo, como Macià o Companys. Toni Strubell manifiesta en su libro la absoluta hegemonía de la centralidad del pensamiento nacional catalán en la misma.
Recomiendo una lectura tranquila y, sobre todo si se realiza desde nuestro país, crítica. Cuando digo “crítica” no me refiero al contenido del libro, ya que lo considero muy acertado, y, como respuesta a los interrogantes que se plantean en Cataluña en la etapa actual, difícilmente mejorable. Al hablar de crítica pienso más en las respuestas que los diferentes partidos del arco político catalán (mejor no hablar todavía del vasco) dan a los mismos. En Cataluña se está mostrando con claridad el avance de la propia sociedad civil y su tejido de asociaciones, asambleas etc. sobre los fosilizados, burocratizados y, en suma integrados, partidos políticos. Por ellos nunca hubieran surgido iniciativas como la de Arenys de Munt.
Desde nuestra situación, la vasca, creo que su lectura debería ser todavía más crítica y exigente. Siento envidia cuando analizo los medios de comunicación catalanes, en los que se plantea, desde hace algún tiempo sobre todo, con total naturalidad y desinhibición la necesidad de un Estado propio, en Europa y en el mundo. En nuestro país hay, efectivamente, quienes hablan de “independencia”, pero en pocas ocasiones de su concreción política a través de un Estado propio. Otros, por desgracia, prefieren referirse a “encajes” en una estructura política que no admite más que sumisión o a “cautivar” a quienes nos tienen cautivos de hecho desde hace tanto tiempo.
Además aquí, en Vasconia, se discursea, algunos hasta la nausea, sobre “independencia y socialismo” sin definir concretamente ninguno de los dos términos. Se han convertido en un cliché o, lo que es peor, en un latiguillo de uso y abuso vulgar. La “independencia” o se concreta en un Estado propio o es fórmula ausente de contenido político. Y, ¿qué decir de “socialismo”? Pocos términos habrá en la literatura (¿política?) actual tan confusos, contradictorios y, al final también, vacíos.
Insistiendo en esta dirección, en Cataluña se acepta tranquilamente que los partidarios de la construcción de un Estado propio puedan ser neoliberales, tecnócratas, liberales clásicos, socialdemócratas o partidarios de una fuerte regularización de las actividades económicas. En este país nuestro parece que los únicos que pueden defender la independencia, la estatalidad propia, son quienes se adscriben como “de izquierdas”. Y volvemos a lo anterior, ¿qué es hoy ser “de izquierdas”? Permanecen entre nosotros demasiados restos de un seudomarxismo banal, con toda su demagogia simplificadora y barata, incapaz de un análisis serio de los conflictos que hoy existen en el mundo, entre los que, precisamente, ocupan el lugar principal los nacionales.
Strubell procede, por parte de madre, de una familia catalana que tuvo que exiliarse a raíz de la victoria fascista que siguió a la rebelión militar de julio de 1936; su padre, inglés y ex piloto de la RAF. La tradición catalanista y cultural llegó a Toni Strubell, principalmente, de la mano de su abuelo Josep Trueta. El doctor Trueta fue médico especialista en cirugía, con un muy valioso hallazgo en el tratamiento de heridas de guerra, que permitió salvar muchas vidas tanto en la ya citada del 36 como en la segunda guerra mundial a partir de su exilio en Inglaterra.
A los efectos que ahora más nos interesan, por su influencia en la formación y posiciones de su nieto Toni, está su trabajo titulado “L’esperit de Catalunya”, una magistral síntesis de los principales hitos de Cataluña a través de su historia política, lingüística y cultural. Una obra no traducida al español pero altamente recomendable para las personas capaces de entender el catalán y que tengan interés por conocer una visión centrada de la historia de esta nación.
El trabajo de Toni Strubell incluye el prólogo de Francesco Cossiga, presidente emérito de la República Italia a su edición catalana. La traducción al español, muy bien resuelta por su hijo Xabi, tiene también un prólogo de Martin Aramburu, vasco afincado en Cataluña. Incorpora asimismo un epílogo escrito por Henry Ettinghausen, catedrático y profesor emérito de la Universidad de Southampton (Inglaterra).
En resumen, pienso que se trata de una obra de lectura imprescindible desde Euskal Herria, sobre todo para quienes aspiramos a la consecución del nuestro Estado propio, en Europa y en el mundo: el Estado de Navarra.
Reseñas bibliográficas
“Hasta aquí hemos llegado. Claves para entender el hartazgo de Catalunya con España”.
Toni Strubell i Trueta
Donostia 2009
Ttarttalo argitaletxea
“L’Esperit de Catalunya”
Josep Trueta
Barcelona 1984 (Novena edició)
Editorial Selecta
El libro sigue una línea de relato clara. En ella podemos encontrar, muy bien expuestas, todas las razones por las que Cataluña no es hoy una nación “normal”. Cualquiera de las situaciones por las que pasa, aquí y ahora, expresan por activa, pasiva y, si se quiere, por perifrástica, la situación de dependencia, inferioridad, minoración, de sumisión o como nos guste llamarla, de Cataluña con relación a España. Los escenarios, pueden ser económicos o sociales en general, lingüísticos incluidos, pero en los que siempre emerge con claridad “quién es el que manda”.
Considero especialmente interesante, por desconocida o por falta de reflexión suficiente sobre la misma, la reseña de la destrucción casi total en Cataluña de la memoria histórica más próxima, la de la etapa anterior a la guerra del 36. El repaso sobre este asunto tan grave está expuesto por Toni Strubell sobre todo en el capítulo 6 bajo el epígrafe “¿Existió realmente Francesc Macià?” Creo que me ha sorprendido el hecho de no haberlo pensado nunca. Considero que en mi caso tiene cierta lógica, por proceder de otro país y de una cultura política diferente, pero no así cuando el asunto se plantea desde la misma Cataluña.
Strubell constata el (triste) desconocimiento que actualmente campa en Cataluña sobre sus referentes en dicha época. El franquismo y sus sucesores en la etapa denominada como “transición” (¿a dónde?, cabría considerar) han trabajado muy fuerte para conseguir que la sociedad catalana de hoy sea, en su mayoría, analfabeta en el conocimiento de la conciencia nacional mayoritaria que entonces rezumaba y sobre las personas que ejercían su liderazgo, como Macià o Companys. Toni Strubell manifiesta en su libro la absoluta hegemonía de la centralidad del pensamiento nacional catalán en la misma.
Recomiendo una lectura tranquila y, sobre todo si se realiza desde nuestro país, crítica. Cuando digo “crítica” no me refiero al contenido del libro, ya que lo considero muy acertado, y, como respuesta a los interrogantes que se plantean en Cataluña en la etapa actual, difícilmente mejorable. Al hablar de crítica pienso más en las respuestas que los diferentes partidos del arco político catalán (mejor no hablar todavía del vasco) dan a los mismos. En Cataluña se está mostrando con claridad el avance de la propia sociedad civil y su tejido de asociaciones, asambleas etc. sobre los fosilizados, burocratizados y, en suma integrados, partidos políticos. Por ellos nunca hubieran surgido iniciativas como la de Arenys de Munt.
Desde nuestra situación, la vasca, creo que su lectura debería ser todavía más crítica y exigente. Siento envidia cuando analizo los medios de comunicación catalanes, en los que se plantea, desde hace algún tiempo sobre todo, con total naturalidad y desinhibición la necesidad de un Estado propio, en Europa y en el mundo. En nuestro país hay, efectivamente, quienes hablan de “independencia”, pero en pocas ocasiones de su concreción política a través de un Estado propio. Otros, por desgracia, prefieren referirse a “encajes” en una estructura política que no admite más que sumisión o a “cautivar” a quienes nos tienen cautivos de hecho desde hace tanto tiempo.
Además aquí, en Vasconia, se discursea, algunos hasta la nausea, sobre “independencia y socialismo” sin definir concretamente ninguno de los dos términos. Se han convertido en un cliché o, lo que es peor, en un latiguillo de uso y abuso vulgar. La “independencia” o se concreta en un Estado propio o es fórmula ausente de contenido político. Y, ¿qué decir de “socialismo”? Pocos términos habrá en la literatura (¿política?) actual tan confusos, contradictorios y, al final también, vacíos.
Insistiendo en esta dirección, en Cataluña se acepta tranquilamente que los partidarios de la construcción de un Estado propio puedan ser neoliberales, tecnócratas, liberales clásicos, socialdemócratas o partidarios de una fuerte regularización de las actividades económicas. En este país nuestro parece que los únicos que pueden defender la independencia, la estatalidad propia, son quienes se adscriben como “de izquierdas”. Y volvemos a lo anterior, ¿qué es hoy ser “de izquierdas”? Permanecen entre nosotros demasiados restos de un seudomarxismo banal, con toda su demagogia simplificadora y barata, incapaz de un análisis serio de los conflictos que hoy existen en el mundo, entre los que, precisamente, ocupan el lugar principal los nacionales.
Strubell procede, por parte de madre, de una familia catalana que tuvo que exiliarse a raíz de la victoria fascista que siguió a la rebelión militar de julio de 1936; su padre, inglés y ex piloto de la RAF. La tradición catalanista y cultural llegó a Toni Strubell, principalmente, de la mano de su abuelo Josep Trueta. El doctor Trueta fue médico especialista en cirugía, con un muy valioso hallazgo en el tratamiento de heridas de guerra, que permitió salvar muchas vidas tanto en la ya citada del 36 como en la segunda guerra mundial a partir de su exilio en Inglaterra.
A los efectos que ahora más nos interesan, por su influencia en la formación y posiciones de su nieto Toni, está su trabajo titulado “L’esperit de Catalunya”, una magistral síntesis de los principales hitos de Cataluña a través de su historia política, lingüística y cultural. Una obra no traducida al español pero altamente recomendable para las personas capaces de entender el catalán y que tengan interés por conocer una visión centrada de la historia de esta nación.
El trabajo de Toni Strubell incluye el prólogo de Francesco Cossiga, presidente emérito de la República Italia a su edición catalana. La traducción al español, muy bien resuelta por su hijo Xabi, tiene también un prólogo de Martin Aramburu, vasco afincado en Cataluña. Incorpora asimismo un epílogo escrito por Henry Ettinghausen, catedrático y profesor emérito de la Universidad de Southampton (Inglaterra).
En resumen, pienso que se trata de una obra de lectura imprescindible desde Euskal Herria, sobre todo para quienes aspiramos a la consecución del nuestro Estado propio, en Europa y en el mundo: el Estado de Navarra.
Reseñas bibliográficas
“Hasta aquí hemos llegado. Claves para entender el hartazgo de Catalunya con España”.
Toni Strubell i Trueta
Donostia 2009
Ttarttalo argitaletxea
“L’Esperit de Catalunya”
Josep Trueta
Barcelona 1984 (Novena edició)
Editorial Selecta
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