28 noviembre 2014

FRANCISCO, GURE PATROI HAUNDIYA

Mirad la bandera / Que eleva en España / Javier que a las Indias / A Cristo acompaña
Una de las acepciones que la RAE da de patrón es, además de “defensor” o “protector”, la de “modelo que sirve de muestra para sacar otra cosa igual”. En catalán, el equivalente a patrón, patró”, dice, además de las acepciones dichas en español: “cosa que es pren com a model o unitat de referència” (“cosa que se toma como un modelo o unidad de referencia”). En francés también se usa en el mismo sentido. En las lenguas romances o en las que su léxico se ha visto influido por el latín, como la vasca (patroi), su concepto implica frecuentemente la idea de “modelo”.
Para un grupo humano los “modelos” (patrones) son aquellas personas cuyo comportamiento se estima debe constituir una referencia para la vida de otras que les han sucedido en el tiempo. Quienes detentan el poder social y, por lo mismo, tienen capacidad de configurar la memoria de las gentes sometidas a su control y construir su relato, eligen con sumo cuidado los patrones (o patronos); los “modelos” a seguir.
Habitualmente, las personas que conforman una sociedad, una nación, tienen capacidad para determinar qué personas omodos de vida toman como arquetipo. Cuando tal sociedad sufre traumas que la convierten en sometida, como es el caso de la Alta Navarra en 1512, la elección de modelos se encuentra también subordinada a los intereses de quienes la han sojuzgado. Quienes someten y quienes son sometidos no pueden tener los mismos modelos de formas de vida. No pueden tener los mismos patrones o patronos. Si no pueden cambiar de persona, por tener ya un gran predicamento entre la población, lo que hacen, como con el resto de bienes patrimoniales es tergiversarlo y apropiárselo.
Tal hecho sucede con la persona de Francés de Jasso, Xabier. El origen familiar y su adscripción como estudiante en Paris, le hacían partícipe de un modelo de la Navarra conquistada, sometida y ocupada. Su particular conversión, de la mano de Iñigo de Loiola, le hizo dar un brusco giro a su vida y se convirtió en ese misionero cristiano-católico tan publicitado por su Iglesia. Ese es el Xabier que desde ella nos han enseñado.
Pero hay un Xabier que, a pesar de su conversión misionera, no cambió. Es el Jasso-Azpilikueta, hijo de Juan de Jasso, señor de Xabier, presidente del Real Consejo de los Reyes de Navarra, Juan de Albret y Catalina de Foix; persona de gran autoridad y prestigio y defensor a ultranza del Estado navarro. También sus hermanos Miguel y Juan, defensores de Amaiur y Hondarribia, participaban del legitimismo de su padre. Prueba de ello es que Francés nunca se afirmó como español. Al ir misionero a la India fue como portugués, nación enfrentada en aquellos momentos a España por disputas imperiales. Más tarde, en sus cartas, afirmará repetidas veces su adscripción portuguesa.
Cuando se canoniza a Xabier en 1622, en la Alta Navarra se le designa como “copatrono de Navarra”, compartiendo tal título con San Fermín, el obispo de Pamplona que nunca existió. Jamás se pensó en aquellos momentos hacer de Francés un santo “español”. Xabier respondía a la memoria de una Navarra Estado independiente, como queda bien reflejado en los Anales del Padre Moret de 1684.
Pero cuando se trata de recuperar una memoria incómoda en la que se expresa, de forma solapada, pero sin resquicio de duda, la independencia de Navarra, el nacionalismo español dominante no repara en errores históricos: reconstruye la historia para reinterpretar la memoria y edificar su relato. En el colegio de la Compañía de Jesús de Pamplona, en los años 60 del pasado siglo, muchos aprendimos y cantamos el himno que inicia este artículo. Por arte de birlibirloque nuestro Xabier se había travestido en un “modelo español”. Todos los afanes y preocupaciones que pudo tener Francés de Jasso al pasar por portugués y no como español, fueron arrojados con aplicación al basurero de la historia. Este himno, galardonado posteriormente, fue compuesto, sobre letra de Restituto del Valle, por Busca de Sagastizábal. Ambos autores habían sido premiados por el himno Eucarístico del Congreso Internacional de Madrid de 1911. La obra vencedora en aquella ocasión, elegida por don Marcelino Menéndez y Pelayo, fue el famoso “Cantemos al amor de los amores”, emblema del nacional-catolicismo hispano antes y después de la contienda del 36.
La memoria de la familia Jasso así como, por citar ejemplos de la misma etapa, la de los mariscales de Navarra, entre ellos y como principal, Pedro II, hecho prisionero por los españoles en 1516 y muerto en extrañas circunstancias en Simancas en 1522; o la de su hijo Pedro III, defensor de Hondarribia, son elementos fundamentales de un relato propio.
Recuperar la memoria de un Xabier partícipe de las posiciones políticas y de los compromisos de su familia, más allá de su opción religiosa y misionera en pro del cristianismo católico, expresadas con nitidez en su resistencia a ser considerado “español”, es una responsabilidad histórica para quienes queremos construir el relato que Vasconia necesita, hoy y aquí, para constituirse en sujeto político y recuperar su Estado histórico, el de todos los vascos, el de Navarra.

NOTICIAS DE NAVARRA 2014/12/01
DEIA 2014/12/03