12 julio 2014

INDEPENDENCIA Y RELATO

El pasado sólo está fijado definitivamente cuando no hay porvenir

Raymond Aron
Dimensions de la conscience historique


En 2012 se produjo entre nosotros un importante debate, un «combate por la historia» en el sentido que utilizó Lucien Febvre en su libro así titulado. Se refería a los acontecimientos de la etapa 1512-1530 ocurridos en la parte sudpirenáica del reino de Navarra, independiente hasta entonces. Este ‘combate’ se expresó entonces en dos aspectos del mismo problema.

Por un lado, el hecho de que la historia se escribe siempre desde el presente; son los intereses políticos y sociales actuales los que buscan e interpretan lo sucedido en el pasado para reafirmar sus posiciones. En su libro Histoire et mémoire, Jacques Le Goff indica:

“La idea de que la historia está dominada por el presente descansa ampliamente sobre una frase célebre de Benedetto Croce que afirmaba que ‘toda historia es historia contemporánea’. Croce entiende aquí que ‘por muy alejados en el tiempo que parezcan los acontecimientos que cuenta, la historia en realidad se relaciona con las necesidades presentes y con las situaciones presentes en las que resuenan esos acontecimientos”

Por otro, se encuentra la capacidad de realizar un relato coherente, no sólo de esos hechos sino el conjunto de la historia de la sociedad que los sufrió. En ese combate, evidentemente intelectual, quedó muy claro que vencieron quienes planteaban lo sucedido como una conquista violenta, seguida de una ocupación militar y una subordinación política posterior. Perdieron quienes proponían la tesis de “conquista ‘beneficiosa’ para una Navarra desgarrada y en vías de disolución”, cuestión que se demostró falsa de arriba abajo. Se ganó una batalla, pero la guerra continúa. Quienes la perdieron entonces cuentan, sobre todo, con el apoyo incondicional del poder político del Estado español.

En ambos aspectos, resumidos en la construcción del relato desde la inmediatez e intereses del presente, se encuentra, entre bambalinas, el conflicto por la hegemonía social y política hoy. En la obra ya citada, Le Goff escribe también:

“La memoria colectiva ha sido una apuesta importante en la lucha de fuerzas sociales por el poder. Convertirse en amo de la memoria y del olvido es una de las grandes preocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y dominan las sociedades históricas. Los olvidos, los silencios de la historia son reveladores de estos mecanismos de manipulación de la memoria colectiva”

El que tiene la capacidad de “convertirse en amo de la memoria y del olvido” es quien escribirá el relato de lo que la sociedad correspondiente va a apreciar que sucedió. Y esta percepción, como afirman Berger y Luckmann en su obra “La construcción social de la realidad”, tiene los mismos efectos reales sobre su capacidad de acción que si las cosas hubieran acontecido de otro modo.

En los diversos relatos que permanecen vigentes en nuestra sociedad sobre la memoria e historia de Navarra, todos menos uno responden al modelo “oriental” tal lo como describió Edward Said en su libro “Orientalismo”, es decir al construido a su medida por el propio conquistador y dominante, los imperios español y francés, en este caso. En ellos Navarra aparece como una construcción forjada desde la perspectiva imperial. Este relato responde a sus intereses y dominio. Si nuestra sociedad, hoy, no tiene la capacidad de construir un relato propio, en el que Navarra aparezca como sujeto histórico y político diferenciado, “el Estado vasco” como dice Mikel Sorauren, y no como una simple provincia española más, o como otro de los siete “herrialdes” de Euskal Herria, será muy difícil avanzar hacia nuestra emancipación.

El problema principal radica en que la mayor parte de las opciones políticas que se presentan entre nosotros aceptan, tanto desde el punto de vista de población como del territorial, el relato que nos han construido desde la dominación. Aceptan sin crítica las organizaciones territoriales y humanas impuestas por quienes nos quieren tener subordinados. Mientras el relato de la realidad humana y territorial de nuestro pueblo se siga planteando con base a lo que nos han fabricado, los elementos de base para una política liberadora serán débiles y la ventaja de quienes nos dominan seguirá aumentando.

La emancipación nacional, opino, debe pasar necesariamente por uno, o varios, puntos de ruptura con las legalidades impuestas por la dominación. El primer punto de ruptura consiste en el establecimiento de nuestro propio relato y la crítica y superación de los impuestos. El segundo, debe conducir a la definición de nuestro propio sujeto político, con base precisamente, en ese relato. A partir de ambas premisas, que son en realidad la misma, los elementos de ruptura consiguientes se podrán precisar y alcanzar con mayor claridad. La construcción de un relato propio, coherente, permitirá la definición de un sujeto constituido políticamente, autodeterminado, en un largo proceso histórico, aunque interrumpido por sucesivos actos de conquista y ocupación de partes del mismo por sus voraces vecinos. Este sujeto, pensamos algunos, es el único que puede dar sentido al ejercicio del derecho a la libre disposición del pueblo vasco.

Con estas bases, la estrategia, y el consiguiente debate sobre el proceso, se articulará sin los equívocos actuales: la CAV por un lado, la CFN, por otro, Iparralde, no sabe no contesta…, y se podrán obtener consensos estables y efectivos que permitan ver luz al fondo del túnel y consolidar logros efectivos en el camino a la normalización, a la democracia, o lo que es lo mismo, a la independencia.

NOTICIAS DE NAVARRA 2014/07/15

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