13 julio 2009

JOAN FRANCESC MIRA, DE NUEVO

Hace ya algún tiempo (octubre de 2008) escribí un pequeño reportaje sobre la obra de Joan Francesc Mira (Valencia 1939). De entonces acá he leído varios trabajos más de este autor. En primer lugar he completado su trilogía sobre la ciudad de Valencia: “Els treballs perduts” (1989), “Purgatori” (2003) y “El profesor d’història” (2008). Son tres novelas independientes entre sí pero cuyo eje es la ciudad de Valencia en tres etapas distintas y en tres espacios diversos. Se trata de tres novelas independientes, con una muy interesante construcción y, dados mis limitados conocimientos de la lengua catalana, creo que muy bien escritas. Como es obvio no aspiro a escribir un comentario ni, mucho menos, una crítica de la trilogía, sólo pretendo indicar que la he leído y que he disfrutado mucho.

Lo último que ha caído en mis manos relacionado con Mira ha sido un precioso libro de conversaciones (¡seis días, nada menos!) con nuestro autor realizado por Pere Antoni Fons. Es una revisión muy completa de la biografía del escritor en aspectos tanto personales como intelectuales. No es mi intención exponer en este breve comentario un resumen de la larga trayectoria del pensador valenciano, sino sencillamente puntualizar las dos situaciones en las que en las citadas conversaciones aparece Navarra. La primera es sobre la propia historia de nuestro reino y la segunda constituye una aclaración a su modo de percibir la realidad nacional de Navarra en la etapa actual.

En las páginas 84 y 85 de las conversaciones Joan F. Mira afirma, traduzco del catalán, “los vascos son un componente originario de Castilla como entidad política y, por tanto, de lo que posteriormente ha sido España: históricamente, y en este sentido, no hay nada más español que eso. Además, no ha existido nunca una nación vasca como entidad política definida: no ha existido nunca un Reino de Vasconia, por ejemplo, tal y como han existido un Reino de Valencia, un Principado de Cataluña y un Reino de Aragón, con fronteras claramente definidas, aduanas, parlamentos, moneda… Existió el Reino de Navarra, que era una cosa de límites variables, el cual Reino de Navarra, sin embargo, no incluía los territorios que actualmente son Euskadi, que era señoríos del Reino de Castilla”.

Un poco más adelante, en la misma página 85, asevera: “Cuesta encontrar una gente más española que los navarros en todas las etapas de la historia de España de los siglos XIX y XX: desde los carlistas hasta los ‘Tercios de requetés’ de la guerra civil”.

En ambos párrafos Mira acepta, sin el menor atisbo de crítica, la versión oficial (española) de la Historia de Navarra. Afirmar como lo hace nuestro escritor que “el Reino de Navarra era una cosa de límites variables”, me parece muy fuerte. También eran “variables” las mugas de los reinos de Castilla, Aragón o Francia. Y, por supuesto las del Principado y el Reino de Valencia. ¿Por qué eran “variables”? Porque había todo un conjunto de intereses en juego entre los distintos pueblos y monarquías de Europa en los que las guerras dirimían límites y mugas y, sobre todo, porque no había llegado Westfalia (1648) ni la “paz” de “Los Pirineos” (1659) que es cuando se hicieron absolutamente impermeables las fronteras entre los estados europeos.

Cuando se restauró el Reino de Navarra en el segundo tercio del siglo XII su territorio abarcaba La Rioja y lo que después se constituirían como las Provincias Vascongadas. Y fueron los intereses expansionistas de Castilla los que conquistaron, en primer lugar La Rioja y Bizkaia por medio de la familia Lope de Haro y, ya en 1200, el Duranguesado, Araba y el territorio que más tarde seria Gipuzkoa. No hubo “voluntarias entregas”. Hubo conquistas en toda la regla.

El Reino de Pamplona con Sancho III “el Mayor”, primero, y el de Navarra, tras la restauración de García Ramírez IV, fue el núcleo político que vertebró históricamente a Vasconia. ¡Claro que Navarra tuvo fronteras “variables”! Al final ni las tuvo, cuando la parte que quedaba como Navarra independiente fue conquistada y ocupada por Castilla en el sur (1512) y por Francia en el norte (1620). ¿Fronteras variables? ¡Sí!, por el justo derecho de conquista.

El Derecho propio, conocido por muchos como Pirenaico, se vio codificado de forma muy temprana, como “Fuero General”, en el primer tercio del siglo XIII ante la llegada a Navarra de la dinastía de Champaña desconocedora total del mismo y mucho más próxima en su forma de concebir la vida social y política al absolutismo de los reyes franceses.

Navarra ha constituido históricamente un territorio con población completamente hostil al ocupante castellano. La Ciudadela de Iruñea, edificada desde la etapa de Felipe II (1571) de España, constituye un elemento, similar a la de Barcelona en una etapa posterior, construido contra la propia población. Nos han pretendido vender la idea de que era “defensa contra el invasor francés”. Pero eso no es cierto. Los naturales fueron obligados a trabajar en su construcción pero no participaron nunca en actividades militares, siempre en manos de las fuerzas ocupantes.

Otra cuestión a considerar seriamente es el hecho de que siendo Navarra un territorio que durante la guerra de 1936-39 no tuvo frente militar, sufrió prácticamente 3.500 fusilados, o simplemente asesinados, entre elementos no adictos al “glorioso” alzamiento militar-fascista. Tampoco se debe olvidar la marginalización y persecución a que se vio sometido el carlismo en la posguerra por parte del régimen del general Franco.

Más adelante, en la página 96, hablando sobre la financiación de Cataluña, Mira dice textualmente que “Navarra tiene una cuasisoberanía fiscal, y eso no ha producido ni consolidado ningún nacionalismo navarro”. El simple hecho de consultar los resultados de cualquier encuesta sociológica en la que se recoja la adscripción identitaria de los encuestados refleja tozudamente la realidad de que sistemáticamente son mayoría quienes se identifican como “solo navarros” o “más navarros que españoles”, frente a los que lo hacen como “más españoles que navarros” o “solo españoles”. Son resultados semejantes a los que se obtienen en la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAV), solo que sustituyendo los términos “navarro” y “vasco”.

Una cuestión distinta es que esta realidad social no haya cuajado en un movimiento político nacional moderno hegemónico, mientras que sí lo hizo en Bizkaia a través de los hermanos Arana Goiri. En cualquier caso el planteamiento nacional vasco de Sabino Arana adolece de un enorme desconocimiento de la realidad histórica de Navarra y sus planteamientos beben directamente de la historiografía hispana, de modo similar a como lo hace Joan F. Mira en nuestra época.

Hoy es el día en que, sin complejos y ante las urgentes necesidades y retos que plantea la etapa actual, somos muchos los que percibimos la independencia, el Estado propio, como imprescindible para sobrevivir como sujeto social y político en el mundo. Somos muchos, además, quienes lo planteamos desde la perspectiva de Navarra. De modo similar a Cataluña y Valencia, los españoles nos arrebataron nuestro Estado por conquista, ocupación y subordinación posteriores. Pensamos que nuestra mejor oportunidad consiste en recuperar el Estado histórico de los vascos: Navarra.


Reseña bibliográfica:

Pons, Pere Antoni
“La vida, el temps, el món: sis dies de conversa amb Joan F. Mira”
València 2009
Publicacions de la Universitat de València

2 comentarios:

Anónimo dijo...

kaixo Luis Mari,
No se si lo habras leido, pero es bastante interesante por lo que te paso el link:

http://www.argia.com/argia-astekaria/2191/sinestu-adostu-eta-ausartu-behar-du-abertzaletasunak/osoa

Por cierto, hemos construido finalmente la Euskal Etxea de Tokio....y estari bien tenerte algun dia por aqui.
Serias un invitado de lujo.
Eskuminak

Donyet dijo...

Como muchos Catalanes i Valencianos, se creen lo que les dicen sus amos espanyolistas. Esperemos que independencia llege pronto a los paises Catalanes i Vascos, ya se esta siendo tarde.