30 septiembre 2008

JAIZKIBEL DE NUEVO

Se vuelve a hablar, en los medios de comunicación de Gipuzkoa sobre todo, del proyecto de “puerto exterior” de Pasaia en los acantilados de Jaizkibel. Pienso que este delicado asunto debe ser enfocado correctamente para poder así centrar el debate necesario en los términos más ajustados posibles. Parece que es un asunto que atañe en exclusiva a los guipuzcoanos y no al conjunto de Vasconia. Y considero que esto es un grave error.

La cuestión del puerto se puede tratar desde una perspectiva ecologista, insistiendo en los destrozos que la realización de tal proyecto ocasionaría en el ecosistema, incluyendo tanto acantilados como litoral. Se puede considerar, asimismo, desde el punto de vista paisajístico, con las incalculables modificaciones, a peor, que acarrearía. Se puede analizar, incluso, desde el punto de vista del hábitat humano del entorno y sus consecuencias sobre el mismo, inmediatas y a largo plazo. O del de las comunicaciones viarias en una zona saturada, como lo es la conurbación Donostia, Lezo, Pasaia y Errenteria. Todos estos puntos de vista, y algunos otras posiblemente, deben ser tenidos en cuenta para analizar la conveniencia y viabilidad del proyecto.

No obstante, en una fase tan temprana como la actual, creo que es necesario establecer una jerarquía de perspectivas desde las que se debe analizar el asunto. En este sentido, pienso que la más importante radica en plantear el proyecto desde un punto de vista que parece que las autoridades próximas que actualmente rigen nuestros destinos han perdido y que no sé si lo han tenido alguna vez. Opino que este gran proyecto se debe concebir desde el punto de vista de un país, el nuestro, como algo entero y consistente, desde la propia centralidad vasconavarra.

En primer lugar, habría que considerar los aspectos relacionados con la ordenación del territorio de Vasconia en su conjunto con sus necesidades reales: su tejido agropecuario, industrial y de servicios; sus medios de transporte, presentes y previstos, y su capacidad comercial. Sería necesario evaluar el objeto en cuestión, el puerto exterior de Pasaia, desde el punto de vista productivo, de impacto y de rentabilidad. Habría que hacerlo tanto desde la perspectiva de los mercados externos, según nuestras relaciones comerciales, como de los medios de transporte previsibles, en este caso de mercancías, internos y externos y de otro tipo de infraestructuras. Todos estos sectores deberían estar diseñados para mejorar y hacer evolucionar la articulación centrada de nuestro país. El estudio previo que propongo tendría que considerar, desde su comienzo, la existencia y funciones del resto de puertos de mercancías próximos, con obra consolidada y en perfecto funcionamiento.

La “ordenación del territorio”, para ser efectiva, necesita una precisión del “territorio” que se pretende “ordenar”. Por eso mismo, es imprescindible tener una visión coherente del país en su conjunto y de su propia centralidad. No se puede jugar con planteamientos “provincialistas”, a pesar de la carga histórica que puedan tener entre nosotros. Se trata de afrontar un futuro, que no es precisamente claro, desde una posición sólida.

Habría que dar respuesta a la necesidad, desde una perspectiva económica y de desarrollo centrado, de “crear” un superpuerto en Pasaia, añadido al de Bilbao. ¿Para qué?, ¿para hacerle competencia?, ¿para complementarlo? En un país como el nuestro, relativamente reducido de superficie y población, pienso, en una primera aproximación, que no tiene cabida otro puerto que haga la competencia a Bilbao, ni a “suplementarlo”. Las distancias internas son relativamente cortas, sobre todo según los medios de transporte de que se disponga y se prevea construir; en este sentido sería positivo abrir efectivamente un debate sobre el modelo de transporte interno de la Vasconia del futuro. Si hubiera que complementar al puerto de Bilbao con un puerto nuevo sería necesario plantear en qué aspectos concretos y con qué funciones. Por cierto, ¿dónde queda Baiona en este debate?

Estamos en el siglo XXI y los retos a los que se enfrenta nuestra sociedad, no sólo para sobrevivir, sino para alcanzar los niveles de confortabilidad y “buena vida” posibles dentro de las barreras que nos imponen los “límites del crecimiento” a nivel planetario, deben ser planificados a nivel global. Se deben considerar las sinergias y complementariedades que ofrece nuestro entorno geográfico: puertos como Burdeos, Santander o Gijón; potentes núcleos industriales como Zaragoza. No se pueden olvidar tampoco los ejes estratégicos en los que nos inscribimos: el Atlántico, el de Europa central, el Mediterráneo, con los Países Catalanes como elemento central, de los que no podemos vivir al margen.

Si tras un estudio serio y centrado de todos estos requisitos, y de otros que pudieran estimarse necesarios, se concluyera su necesidad desde el punto de vista económico estricto, habría llegado el momento de estudiar y minimizar los impactos ecológicos, ambientales, paisajísticos y otros y, si se consideraran lo suficientemente importantes, de una marca demasiado profunda en nuestro tejido social y físico, retirar el proyecto a pesar de su importancia económica. Plantear su rechazo antes de la elaboración de tal estudio pienso que sería un error, a pesar de que la contemplación de los fantásticos acantilados de Jaizkibel, desde Ulia por ejemplo, me lo pide con vehemencia; sobre todo desde el punto de vista del impacto paisajístico. Por todo ello reitero que habría que demostrar fehacientemente la premisa mayor: ¿es necesario realmente el puerto exterior de Pasaia para un desarrollo centrado y sostenible, tanto desde el punto de vista social como económico, de Euskal Herria?

Lo que en mi opinión habría que evitar, con exquisito cuidado, es la intromisión de los “intereses del cemento”, los de las empresas constructoras que tanto poder acumulan en nuestro país actualmente. Ya sabemos que a ellas lo que les interesa es construir: túneles, dársenas, carreteras, edificios auxiliares y todo lo que se pueda poner delante. Sobre todo si son pagadas con dinero público que es el que “nunca falla”. Si luego lo que se ha hecho no sirve, no tiene utilidad o estorba, en el peor de los casos, “hor konpon, Mari Anton” y “si te he visto no me acuerdo”, pero mientras tanto “m’he forrao”.

No encuentro sentido a recuperar, como lo hace Noticias de Gipuzkoa en su edición de 28 de septiembre pasado, textos de don Manuel Irujo del año 1934 sobre la necesidad de obras de infraestructura en dicho puerto; máxime cuando Irujo, según la cita del redactor de la noticia, tampoco lo plantea del mismo modo. De hecho, lo que dice Irujo, no tiene nada que ver con el “puerto exterior en Jaizkibel”. En efecto, quien redacta el comentario afirma que:

“Irujo no se refería a la construcción de un nuevo puerto fuera de la bahía, sino a la edificación a lo largo de la ensenada pasaitarra de más instalaciones que permitieran a la infraestructura guipuzcoana ganar posiciones en el comercio internacional.”

Muchos años han pasado y tanto la situación mundial como nuestra ubicación geopolítica en la misma, han cambiado también enormemente. Los argumentos “de autoridad” no valen estos casos, sobre todo si son traídos, como se dice vulgarmente, “por los pelos”. Sólo importan las realidades actuales y las perspectivas que tenemos, como nación, de afrontarlas con posibilidades de éxito. Y, en ese sentido sigue siendo válido, y a ello me acojo también, lo que más adelante expresa el escribiente de Noticias de Gipuzkoa:

“Irujo consideraba que la ampliación de Pasajes no suponía una competencia directa con el puerto de la capital vizcaina. ‘Que coexista con Bilbao representa un concurso leal de actividades para quien, como yo, pone lo vasco por encima de lo vizcaíno o lo guipuzcoano’".

Sin una perspectiva de país, sin una centralidad propia, sin el horizonte de una estatalidad independiente, consolidada en Europa y en el mundo, en suma, sin aspiración a cambiar radicalmente nuestra dependencia hispano-francesa, no conseguiremos más que seguir con los problemas crónicos y enquistados que hoy sufrimos. Pondremos parches que, dada la capacidad social, creativa y de esfuerzo, de nuestro pueblo, posiblemente nos permitan seguir, comparativa y parcialmente, en puestos altos del ranking europeo. Pero, eso sí, como una “región española” formada por las históricas tres provincias Vascongadas, no como un país libre, como un pueblo, Euskal Herria, encuadrado políticamente en la República de Navarra.

www.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2008/09/28/economia/gipuzkoa/d28gip53.1265105.php

nabarra.blogspot.com/2006/04/jaizkibel.html

28 septiembre 2008

EL CREACIONISMO ATACA

Acabo de leer, en uno de los suplementos dominicales con más difusión dentro del Estado español, un artículo de un señor llamado Juan Manuel de Prada y que escribe en el mismo un artículo titulado así: Creacionismo, en el que sutilmente se pone en cuestión la capacidad de la denominada como "Teoría de la evolución" con origen en Charles Darwin y fuertemente ampliada y completada en los siglos XX y XXI, para explicar "ciertos misterios que rodean el origen del hombre".

He de reconocer que sin ser especialista en dicha teoría, sino un simple aficionado, hay aspectos del artículo que me han dejado un profundo desasosiego. Por ejemplo, cuando el autor afirma "el hombre es el único ser de la creación que puede ser criatura y creador a un mismo tiempo; y este rasgo personalísimo, esta singularidad misteriosa, establece una barrera insalvable entre hombres y animales, una ruptura del 'continuum' de la evolución que ningún avance de la ciencia podrá explicar jamás."

En primer lugar, el uso del término "creación" ya supone una toma de posición previa, es decir que hemos sido "creados" y eso implica un "por alguien". En segundo lugar, lo que afirma sobre esa "barrera insalvable" será porque el autor del artículo lo dice así, pero que no está demostrado. Hay primates que fabrican "herramientas", todo lo rudimentarias que las podamos considerar desde nuestra perspectiva, pero herramientas que añaden cierta capacidad a sus posibilidades anatómicas.

En la tercera parte, su planteamiento sobre la "ruptura... que ningún avance de la ciencia podrá explicar jamás", me parece de una osadía digna de etapas pasadas en las que lo que no se podía entender de otra forma, se atribuía a un ente creador, Dios en las terminologías religiosas, que suplía la falta de conocimientos humanos. En las que, además, se condenaba y castigaba a quienes tenían el atrevimiento de intentarlo.

El avance del conocimiento científico ha demostrado, a lo largo de siglos, que se pueden explicar muchas cuestiones inexplicables hasta entonces, mediante interpretaciones naturales cuando se alcanza, con el método apropiado, el conocimiento de sus procesos.

Soy una persona que no cree en el absoluto de la razón humana y que piensa que el universo supera ampliamente nuestra limitada capacidad de comprensión, pero que, al mismo tiempo, piensa que muchas cuestiones se pueden ir aclarando y entendiendo progresivamente desde una perspectiva científica. Siempre quedarán problemas que superen la capacidad de la mente humana, pero aborrezco de la pretensión del recurso a un "Deus ex machina" para explicarlas. Ese dios sobra, es un elemento espurio que no hace más que dificultar el avance científico, cuando no ponerle trabas. La historia ofrece muchos ejemplos, comenzando por Galileo.

Muchos teólogos cristianos hace tiempo que abdicaron del mismo y lo sustituyeron por un Dios como algo "profundo", el "fondo de nuestro ser" o "aquéllo que nos tomamos radicalmente en serio" que decía, por ejemplo, Robinson en "Honest to God" ("Sincero para con Dios", 1967, en español). En este sentido es muy interesante el libro Darwin y el diseño inteligente de Francisco J. Ayala (2007) ya comentado en este blog.

Veo este artículo en la línea del tristemente pujante movimiento "creacionista" en los Estados Unidos de América, en el que se pretende enseñar como ciencia, equiparable a la "Teoría de la evolución", al mito bíblico judeo-cristiano sobre la creación del mundo y el surgimiento de la humanidad. En resumen, un peligro para el progreso. Un retroceso a época de oscurantismo y la caverna.

27 septiembre 2008

CURIOSOS DOBLES RASEROS

Recientemente apareció en la prensa la noticia de que el ministro español Sebastián propugnaba, como un remedio para paliar la crisis económica, que por navidades los españoles compraran juguetes de fabricación "nacional". Es decir juguetes fabricados en España.

Hoy, pocos días después, leo en la misma prensa que la Guardia Civil "ha encargado el suministro de sus uniformes a una empresa china". Curiosamente el presidente del CIE (Consejo Intertextil Español), un señor llamado Josep Casas, ha protestado fervientemente contra dicha medida. De su nombre se deduce que es catalán o valenciano y de todos es sabido que la mayor parte de la industria textil del Estado español se ubica en los Países Catalanes.

No sé qué ideología política ni que adscripción nacional practica el señor Casas, pero lo que resulta curioso es que desde el mismo aparato del Estado español se manifiesten dos posturas aparentemente contradictorias. Digo "aparentemente" ya que, de modo semejante al lapsus(?) de Esperanza Aguirre en el momento de la fallida opa de Gas Natural sobre Endesa, al considerarla "empresa extranjera" (por ser catalana), el poder de dicho estado considera tan extranjeros a los chinos como a los catalanes. Puestos a elegir se quedan en este caso con los que, seguramente, tendrán una oferta más baja desde el punto de vista económico.

Resulta curioso el doble rasero con el que los españoles miden los mercados. Ya va siendo hora de que catalanes y vascos nos percatemos, y obremos en consecuencia, de que en la práctica nos consideran extranjeros. En lugar de implorar un lugar en el "mercado nacional (español)" ha llegado el momento de que accedamos a la mayoría de edad y agarremos al toro por los cuernos. Nos somos españoles y ellos sólo nos consideran como tales para lo que les conviene.

Ambas sociedades tendrían que llegar a la conclusión de que con sendos estados propios, e independientes por lo mismo, nos iría mucho mejor en Europa y en el mundo en general. Los Países Catalanes tendrán que solucionar sus problemas ellos mismos, pero para nosotros está muy claro que el horizonte próximo debe ser el Estado navarro, la República de Navarra.

24 septiembre 2008

MINISTROS DEL INTERIOR

Hace pocos días publicó el diario Gara (18/09/2008) un artículo, o carta, en el que se manifestaban actitudes características y pertinaces de la autodenominada “Izquierda abertzale” y se hacían algunas afirmaciones dignas de comentario.

Se puede ver la paja en el ojo ajeno, pero sin menospreciar la viga del propio. Pérez Rubalcaba, actual Ministro del Interior del Reino de España, muy posiblemente se habrá frotado las manos tras el escrito de Gisasola y Urrusolo, presos ambos y condenados por acciones de Eta, aparecido en el mismo periódico dos días antes (16/09/2008).

¿Cuándo cualquier ministro del interior español no se ha alegrado de las divisiones y divergencias entre los sectores políticos o sociales vascos? ¿O de sus manifiestos errores? Es su papel y lo saben jugar bastante bien. Uno de los muchos problemas que sufrimos en este país consiste, precisamente, en minusvalorar la capacidad e inteligencia de los dirigentes de las naciones ocupantes y de su visión estratégica, favorable obviamente a los intereses de su Estado respectivo.

En cualquier caso, la citada carta es lamentable desde todo punto de vista. Constituye una forma clásica de “escurrir el bulto” y derivar el debate a terrenos no ideológicos ni políticos. La nota publicada en Gara no sólo no entra en debate, sino que pretende cerrarlo con su descalificación. Lo que menos necesita la actual situación de Euskal Herria. Cuando la necesidad imperiosa es un debate político, constructivo y profundo, de cara a la elaboración de una estrategia convergente para la consecución de un Estado propio en Europa, nos encontramos tan sólo con que “Miren ha hecho pis en el patio” o que “Mikel se ha chivado al que puso el chicle en la silla de la irakasle”

Sin retroceder demasiado en el tiempo, podemos acudir a Lizarra-Garazi, que diez años no es nada, cuando el Ministro del Interior español de turno, Mayor Oreja, asustado por la fuerza social que podía general tal acuerdo, repetía como disco de vinilo rayado: “tregua trampa, tregua trampa, tregua trampa”. Y, evidentemente, la “organización” no sólo rompió la tregua, sino que en su comunicado reconocieron, al unísono con el citado ministro, que era, efectivamente, una “tregua trampa”. ¡Maravillosa coincidencia!

Juicio análogo se puede presentar tras la ruptura de la última tregua. Eta no tiene la capacidad necesaria para doblegar la voluntad del Estado español y parece que sigue sin percatarse de ello. Objetivamente, su actividad no hace más que engrosar el material que emplea dicho Estado para elaborar propaganda en contra de nuestro país. Su nivel de “violencia” resulta un coste perfectamente asumible por el mismo, por lo menos para las jugosas rentas que obtienen. Mientras que su esquizofrénica actividad genera en nuestra sociedad un dolor absolutamente inútil y sin perspectivas de mejora de una situación cada vez más hostil.

De forma análoga sucede cada vez que el Pnv o cualquier otro partido “abertzale” apoyan la política del Estado español, callan antes sus flagrantes abusos de poder en contra de nuestro pueblo (cierres de periódicos, juicios a todas luces injustos etc.) o manifiestan su preferencia por “acuerdos” o “pactos” con grupos y fuerzas españolas, aunque se vistan de “favorecer la gobernabilidad”. Gobernabilidad ¿a favor de quien?, ¿en contra de quién? La estrategia del Estado español, expresa sin tapujos su alegría cada vez que percibe nuestras divergencias, disidencias y contraposiciones, a través de su máximo representante en estos asuntos, curiosamente el ministro del “Interior”, sea del color que sea.

Resulta notable lo poco que se ha realzado anteriormente el hecho de que las coyunturas en las que mayor nerviosismo ha mostrado el Estado español hayan sido precisamente LIzarra-Garazi y el proyecto de consulta de Ibarretxe. Eso tiene una explicación bastante sencilla. En el primer caso se producía, por primera vez desde la transición, el protagonismo de una parte de la “sociedad cívica vasca”, con sindicatos y otros muchos grupos al frente y con el paso a un plano secundario de los partidos políticos. En el segundo, ha sucedido algo análogo. Al margen de la timidez y escaso recorrido del proyecto de consulta de Ibarretxe, lo que suponía era la cesión de la palabra a la propia sociedad, a través de una tímida consulta, no vinculante jurídicamente.

En ambos casos sucedían dos hechos relevantes. En el primero, el paso a segunda fila de los partidos políticos, férreo elemento de control político establecido por el régimen surgido de la transición junto con una cierta cesión de protagonismo a parte de nuestra sociedad civil. En el segundo, el atisbo, intuido por ellos con temor, de un auge del independentismo, de la reivindicación democrática del Estado propio. Es este segundo aspecto el que representa su pánico absoluto. La posible “pérdida” de Vasconia y Catalunya estremece hasta la médula al nacionalismo español.

Los ministros del Interior españoles cumplen fiel y eficazmente el papel de defensa y expansión de su imperio. Gisasola y Urrusolo están en su perfecto derecho, ¡faltaría más!, de discrepar de determinadas actuaciones del llamado “colectivo de presos” y buscar una adecuación de la estrategia de lo que se denomina como “Izquierda abertzale” a la situación actual. Todos nosotros, como pueblo, como sociedad, tenemos la responsabilidad histórica de participar democráticamente, frente a los primeros, en la configuración de la estrategia que nos conduzca a la emancipación política de Navarra, constituida como Estado independiente.

Ahí se encuentra nuestro reto real, por lo menos si queremos seguir vivos en el mundo como sujeto político, con nombre y apellidos propios y no como simples apéndices de España o Francia. No en discusiones infantiles, como la que da pretexto a este comentario.

22 septiembre 2008

RECURSO A EUROPA

Tras el esperado rechazo por las instituciones políticas y jurídicas españolas de la propuesta de consulta de Ibarretxe se comentó, desde instancias próximas al mismo, la posibilidad de acudir en masa a las instituciones europeas como protesta y reivindicación del derecho de los vascos a decidir su presente y futuro.

No era una mala idea. Podía servir, ante Europa, como una especie de plebiscito. Conseguir 100.000 ciudadanos que, desde toda la geografía de Vasconia y desde la diáspora, reclamaran la falta de democracia del Estado español, que impide la realización de una simple consulta, sería un importante avance democrático. Este mecanismo directo, de recurso de la sociedad civil del país a las instancias europeas, habría constituido un aldabonazo importante en el mundo sobre la voluntad de nuestro pueblo. Si se hubiera adoptado en serio esa vía se habría hecho patente la existencia de una realidad para la que no existen cauces políticos dentro del actual sistema español. Sus miserias se habrían puesto en evidencia, ante Europa y ante el mundo.

Pero no va a ser así. Una vez más los intereses corporativistas y a corto plazo de “nuestros” partidos políticos se han impuesto a una posible expresión de nuestra sociedad. El “recurso a Europa” se ha visto reducido al “apoyo” a un manifiesto, a su vez de “apoyo” a la forma de plantear el problema vasco de cuatro partidos políticos. Además, sin concretar la manera en que hipotéticamente formalizarían su reclamación en Europa.

¿A qué viene esa intermediación? La consulta de Ibarretxe sería todo lo tímida que se quisiera y dirigida tan sólo a una parte de los vascos, pero por lo menos era una consulta directa, sin pasar por el intermedio de ese filtro, nefasto, que son los partidos políticos en el actual régimen político del Estado español. Eso tenía una virtualidad muy interesante: reflejar, parcialmente si se quiere, la opinión de un segmento de nuestra sociedad en aspectos muy importantes.

En todo caso, y como aspecto dudoso, la segunda pregunta también hacía referencia a los partidos políticos como únicos sujetos de negociación. Pienso que todas las remisiones a los “partidos” son elementos que reducen la capacidad democrática de nuestro pueblo. Pero mejor la olvidamos, por ahora, pues entra en el fondo del comentario crítico que ofrecen estas líneas.

Hay dos aspectos a considerar:

El primero se refiere a que la emancipación de un pueblo dominado no se puede conseguir sin la participación de todos sus sectores sociales, de la sociedad cívica, movilizados en la máxima expresión de que es capaz en cada momento histórico.

El segundo es la cuestión de la partitocracia y su funcionamiento dentro de la llamada “democracia” española. En varias ocasiones he tenido la oportunidad de negar este calificativo al régimen político imperante en el Estado español y creo haber expresado razones suficientes. Dentro de ella, como un elemento constitutivo muy importante, está el sistema de partidos impuesto. En el actual régimen político del Estado español los partidos son el eje de transmisión del control del Estado sobre las ciudadanías (de las naciones no reconocidas, o del propio pueblo español) que están, además, generosamente subvencionados por dicho Estado, es decir por todos los contribuyentes al mismo. Tenemos, como guinda, el arbitrario sistema dominado por su vigente “Ley de Partidos” y utilizado a su guisa por un poder judicial sometido (es un eufemismo) al único poder político real.

Volviendo al primer punto, ahora Euskal Herria se encuentra ante una situación en la que no hay camino para la expresión de la sociedad civil. Se prolonga la larga sombra del “atado y bien atado” legada por el difunto Caudillo. No hay resquicio para salir de ella dentro de su sistema. Cuando se adivina o se vislumbra un tenue rayo de luz, quienes controlan el sistema perciben el peligro y se cierra bruscamente la puerta. Lo fue en Lizarra-Garazi, lo ha sido en la frustrada “consulta” de Ibarretxe. Lo era también en ese posible recurso ciudadano a Europa. El actual sistema de partidos ha impuesto su férula. La unidad de la nación española, fuente de su única soberanía, se expresa así de otro modo, contundentemente.

Pienso que todos los mecanismos que nuestra sociedad ha sido capaz de poner parcialmente en marcha, para ser efectivos, deben encuadrarse en una estrategia general cuyo objetivo, vista la situación política global de los estados español y francés y de Europa en general, no puede ser otro que el logro del Estado propio. Ahí nos encontramos de nuevo con el horizonte próximo de la República de Navarra.

01 septiembre 2008

ACTUALIDAD DEL ESTADO

No intento que estas reflexiones sean un análisis del Estado como entidad jurídico-política. Tampoco pretendo dar una visión histórica de su evolución desde los imperios antiguos, como China o Roma, o los reinos medievales, hasta su formulación actual en la Unión Europea, y en nuestro mundo en general, pasando principalmente por el modelo surgido de la paz de Westfalia (1648), que marcó su estructura hasta hace muy pocos años.

Propongo únicamente mostrar hechos que ocurren a diario y que cuestionan permanentemente las afirmaciones tan comunes de que “los estados están en vías de superación”, si no ya claramente superados. O que dicen que reivindicar un Estado propio hoy en día para Navarra, Escocia o Cataluña es un anacronismo. Ya estamos en Europa, nos cuentan, y ahí ya está todo solucionado. Todos somos europeos, y punto. Pienso que todas esas afirmaciones responden únicamente al interés de quienes las expresan por ocultar los problemas reales, vendiendo realmente una mercancía averiada.

Voy a contar anécdotas personales, ocurridas directamente a quien suscribe o a personas de su círculo más próximo. La última, muy reciente. Hace pocos días buscaba un libro del que dispongo la referencia y, a través del dios Google, lo descubro editado en el Estado francés y con disponibilidad a través de una cadena de gran alcance, como es FNAC. Acudo a su “delegación” más próxima para mí, en Donostia, donde me reconocen tanto su existencia como su disponibilidad en “Francia”, pero me dicen que no pueden hacer nada por mí, que tengo que pasar esa frontera, que algunos describen como irrelevante u obsoleta, y acceder al FNAC de Baiona a comprarlo. Todo es Europa, ya no hay fronteras, nos enseñan.

Contrato una línea ADSL para acceder a Internet a través de banda ancha y el paquete ofrece gratis todas las llamadas de telefonía fija que la empresa correspondiente llama “nacionales”. Es decir, llamadas dentro del Estado español. Eso sí, si quiero llamar a Garazi, dentro de ese país, el nuestro, que ya no tiene mugas, todo es Europa según nos dicen algunos, tengo que pagar como llamada “internacional”.

Sigamos dentro del campo de la telefonía y vayamos a un campo más avanzado tecnológicamente, el de los móviles. Hay muchas compañías y, aparentemente, con competencia libre y tarifas con ofertas apetecibles. Pero, eso sí, siempre dentro de los límites territoriales de ese Estado ya obsoleto y extinguido, según nos cuentan. Si atravieso esa frontera inexistente, según algunos, me aparecen compañías diferentes, las ofertas que tenía contratadas ya no sirven, las tarifas, si he pasado de sur a norte, para hablar con mis amigos de Iruñea se disparan y, para colmo, si me llaman ellos y acepto la llamada, la parte correspondiente a lo que ellos llaman tramo “internacional” me corresponde pagar a mí. Las telecomunicaciones han roto desde hace mucho tiempo las barreras nacionales, estamos en un mundo globalizado, Europa es un espacio económico, social y político. ¿No suena a broma pesada?

Pero hay más. Estoy de excursión por Donibane Lohitzun y vuelvo a Donostia, sintonizo en la radio del coche un magnífico programa de jazz en una emisora obviamente francesa. Atravieso esa línea fronteriza inexistente y, de repente ¡plaf!, nada más avanzar doscientos metros, en la misma frecuencia me encuentro escuchando una espantosa horterada hispana o al mismísimo Jiménez Losantos. Vale, de acuerdo, las fronteras son algo del pasado, muerto y sepultado.

Ante la imparable ascensión de la TDT y la casi inmediata desaparición de la TV analógica, he estrenado mi flamante televisión digital. Puedo sintonizar una cantidad innumerable, y en la mayor parte de los casos inútil, de canales españoles. Pero hoy es el día en que, vía digital, no puedo sintonizar ningún canal francés. La radio y la televisión en la época digital tampoco tienen mugas, pero parece que existe algo, que nos insisten que no tiene ya valor y que está superado, que me impide ver las televisiones digitales francesas desde mi casa.

Como antes he comentado, tengo contratada una línea ADSL para acceso a la red, pero el proveedor tiene su sede en “España” y todos sus competidores son, curiosamente, también españoles. No puedo acceder, en un sistema teóricamente de libertad de mercado y sin fronteras, a un contrato para acceder a Internet a otros proveedores también europeos, por lo menos teóricamente. Con el consiguiente castigo para mi bolsillo.

Podría continuar con muchos otros aspectos, mucho más relevantes, de la realidad cotidiana y, por lo mismo, más fácilmente perceptibles. Se puede comenzar por los idiomas oficiales, que son los preferentemente utilizados en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana y en los medios de comunicación, en la educación, a nivel superior sobre todo, y seguir por los imaginarios y referencias colectivas que, cuando se traspasa esa “delgada línea” inexistente o a punto de desaparecer, pero obsoleta siempre según algunos, provocan un cambio de tal calibre que parece imposible de explicar si todo eso que nos cuentan fuera cierto.

Ulises hizo tapar los oídos de sus marineros ante el subyugante canto de las sirenas y él mismo se hizo amarrar al mástil de su barco para no sucumbir. Supongo que los cantos de las susodichas serían de verdad lo suficientemente seductores como para que una persona capaz de abandonar a la atractiva Circe en su refugio tuviera que recurrir a tamaños ardides para resistir a sus fatales encantos.

Como conclusión me gustaría hacer una recomendación al lector, un consejo algo paternalista: no os dejéis engañar. Las mentiras que ofrecen los estados que nos dominan son mucho más simples. Aunque no seamos tan fuertes como Ulises, sus cantos tampoco son tan irresistibles como los de las sirenas y se desmontan con un pequeño repaso a la realidad a primera vista. Es imprescindible reflexionar un poco y ser crítico. Y, sobre todo, tenemos que recuperar nuestra propia centralidad, la de nuestro país, nuestra nación, que es Vasconia, Navarra, Euskal Herria, como prefiráis, y que nuestras referencias económicas, sociales, políticas, históricas, deportivas o de cualquier otro tipo, partan de ella en primer lugar. Pienso que hay dejar, lo antes posible, a un lado las centralidades hispanas o francesas que son para nosotros, cuando menos extranjeras, si no, en tantas ocasiones, sencillamente adversas.